Entrevistas

Alejandro Chen: «El día que al oriental lo saquen del estereotipo, habrá una mayor integración»

Alejandro Chen es argentino, muy argentino, pero sus rasgos son orientales. No habla chino ni conoce China. De hecho, habla un perfecto castellano y hasta recita gauchesco. Ese fisic du rol y su pronunciación es la clave del impacto que logra en escena su trabajo como hijo de Aimé en un sitio en disputa, la pulpería Canning.

Texto: Redacción Todo Teatro. Fotos: gentileza prensa.

El dramaturgo y director Ignacio Apolo escribió una obra que al menos es pluritemática. Canning, que va los sábados a las 20 horas en el Teatro El Extranjero, se pregunta por los fundamentos de la identidad argentina: el territorio y su población. Es un planteo sobre preguntas siempre vigentes como ¿Quiénes somos? o ¿En qué lugar de esta tierra, o en qué punto de esta historia, nos podremos encontrar?

La propuesta centra el argumento en Aimé, personaje interpretado por Anahí Ribeiro, que regresa a la patria chica cargando sobre sus espaldas un desamor y dos hijos coreanos adolescentes, interpretados por Alejandro Chen y Cecilia Sangiovanni. En Canning la recibe su padre, un gaucho de los últimos de su clase, cuya tierra se ve amenazada por el incontenible avance de varios emprendimientos inmobiliarios. Este rol de Enrique Porcellana aporta fragmentos del Martín Fierro de manera acertada y actual. Bartolo, el rufián, a cargo de Rodolfo Machado, va a presionar a la familia en nombre de un grupo inversor dispuesto a arrasar con todo mediante la intimidación y la crueldad.

Con esta premisa, la “pulpería Canning” se convierte en botín de guerra pero, también, en escenario de una resistencia que es narrada en clave de violencia y humor. La obra se pregunta por los fundamentos de nuestra identidad: el territorio y su población. ¿Quiénes somos y en qué lugar de esta tierra, o en qué punto de esta historia, nos podremos encontrar?

-¿Cómo llegó la propuesta de participar en la obra y cómo fue el proceso de ensayos con el resto del elenco?
-La propuesta me llegó a través de un amigo que me mandó el flyer del casting y ahí mandé el mail, luego Apolo se contactó conmigo e hice el casting. Estuvimos cinco meses ensayando todas las semanas, al principio eran dos veces por semana y en el último mes se intensificó a 4 veces por semana. Fue un proceso muy lindo porque todos entendimos que teníamos que tirar para el mismo lado para que la obra se haga. Hemos ensayado en lugares donde hacía literal 10 grados menos que en la calle y le metimos mucho amor a esos ensayos. Obviamente hemos tenido nuestros momentos donde no todo era color de rosas pero así y todo siempre había alguien que te daba el abrazo que necesitabas en ese momento.

-¿Cómo es tu relación con el teatro en el escenario?
-En Canning volví a encontrarme con mi primer amor. Hacía mucho tiempo que no hacía teatro y la verdad que volver a hacerlo y con los compañeros que me tocó fue algo maravilloso, volví a conectar con lo que me gusta y aprendí muchísimo tanto del director como de mis compañeros de elenco.

-¿Qué opinión tenés de la cultura argentina en vínculo con la cultural oriental? ¿Creés que hay un lazo entre ambas o que aún falta integración?
-A nivel social siento qué hay un lazo que une a la cultura argentina con la oriental, pero todavía falta mucho para que esté integrada. La realidad es que ya hay dos generaciones de orientales en Argentina, pero todavía falta mucho para que haya una integración, los orientales que nacimos acá, nos empapamos mucho de la cultura argentina, de hecho yo no sé hablar ni escribir chino, ni fui a una escuela china, ni siquiera conozco el país, pero la gente sigue creyendo que por ser oriental hablamos mal el español, y siguen habiendo chistes sobre eso que no ayudan. Y esto se puede ver plasmado muchas veces en las series o películas, donde al oriental lo siguen estereotipando como el Chino del supermercado, que habla mal y no entiende nada, o que es el gracioso y gritón. Por eso digo que todavía no hay una integración del todo, el día que al oriental lo saquen por completo del estereotipo se podría decir qué habría una mayor integración.

-¿Cómo fue la elaboración de tu personaje y cuál fue el principal desafío que te implicó?
-La elaboración del personaje fue un proceso largo, ya que tiene varios años menos que yo, y con mi edad -tengo 30 años- se me hacía un poco difícil volver a ser adolescente, pero tengo la posibilidad de observar y aprender cosas de la adolescencia, gracias a que tengo primos de esa edad y juntarme con ellos me ayudó mucho a entender la “moda” de hoy en día y las palabras que usan. Esto fue un gran desafío, pero el principal, fue el recitado gauchesco que tengo en la obra. Ya que es una forma de hablar que desconozco y no la tengo incorporada, por ende tuve que practicar bastante. Fue un proceso muy largo poder sentirlo propio y emocionarme al recitarlo, costó, pero con ayuda del equipo finalmente, lo logré.

-¿Qué elementos de la dramaturgia te resultaron más interesantes?
-Lo primero que me interesó de la dramaturgia es que los personajes orientales hablan bien el español. Cuando tuve el casting con Apolo lo primero que hice fue agradecerle eso. Partiendo de esa base, siento que es una obra donde tiene tantos matices que por momentos te reís, en otros llorás y, por otra parte, también hay violencia, me pareció una propuesta interesante. Siento que es aún más jugado cuando se quiere unir generaciones totalmente opuestas, como la del gaucho con los millennials o centennials. Poder unir esos extremos me parece fascinante, y eso ocurre en Canning.

Canning, de Ignacio Apolo, puede verse los sábados a las 20 horas en Teatro El Extranjero. Entradas a la venta en Alternativa Teatral.

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