Entrevistas

Susana Pampín: «Una obra es más la que termina siendo que la que se estrenó»

Egresada de la Escuela Nacional de Arte Dramático, Susana Pampín tiene un amplio CV vinculado a las artes escénicas. Regresó con ya un clásico de culto como lo es «Tarascones» de Gonzalo Demaría y presentó su novela «Arroyo», donde da fe de conocer la naturaleza tigrense como solo alguien que vivió en la isla podría hacerlo.

Texto: redacción Todo Teatro. Fotos: gentileza prensa

Zulma, Martita y Estela se juntan en casa de Raquel a tomar el té, charlar, jugar a las cartas y criticar(se)… mucho. Un crimen inesperado transformará esa reunión de señoras bien de un barrio paquete de la ciudad de Buenos Aires en donde no quedarán secretos por revelar. Ni sandwichitos por revisar y deglutir casi en forma salvaje y animal. La comedia negra de Gonzalo Demaría dirigida por Ciro Zorzoli regresó en abril tras el receso obligado por la pandemia. Una séptima temporada que la eleva a clásico de culto de la cartelera porteña de off, en este caso, por primera vez en la mítica Avenida Corrientes: los martes en el Metropolitan Sura. Allí, Pampín junto a Paola Barrientos, Alejandra Flechner y Eugenia Guerty retoman el éxito de estas cuatro amigas que destrozan sus vidas hablando en verso, ahogando enojos en Campari y té, en un policial disparatado signado por las cartas y la resolución de un crímen con ayuda esotérica.

«Tarascones» transita su séptima temporada.

-¿Cómo analizás el fenómeno de Tarascones después de siete temporadas?
-Con enorme alegría. Tarascones es una obra que nos da mucho placer seguir haciéndola y pensándola. Por un lado, creo que la obra no envejece, porque el tema de la cuestión de clases es inherente a la sociedad en la que vivimos. Por el otro, creo que algo de ese disfrute nuestro al hacerla se contagia al público.

-Hay gente que la vio una y otra vez a lo largo de estos años, ¿por qué creés que genera ese fanatismo?
-Es que lo que pasa en escena es tanto, de todo grado y tenor, ¡que una sola función no alcanza! Como nos dijo una persona del público que la veía por séptima vez: “hay tanto para ver, que cada vez que la veo de nuevo descubro algo: una mirada, un gesto, un dibujo en la escenografía, un detalle del vestuario, que no había visto antes”. Y también porque, como consecuencia de nuestro disfrute, la obra está viva. Cada función sigue siendo un espacio de búsqueda tanto para nosotras como para el público, que viene a descubrirla o redescubrirla cada vez.

-¿Cómo sentis que ha evolucionado la obra con el correr del tiempo? ¿Cómo se hace para seguir encontrándole nuevos matices y disfrutar de un texto que ya hiciste tantas veces?
-¡Evolucionó para bien! Yo siempre pienso que una obra es más la que termina siendo que la que se estrenó. Si cada función sigue siendo un espacio de búsqueda y no una mera repetición, la obra está viva, un poco lo que decía antes. Estamos muy atentas, nosotras y Ciro, a darnos cuenta de cuando alguna situación o texto ya no funciona o quedó fijada en una forma que perdió su impulso. Y a probar cambios. Para mí ese es el mayor deleite del teatro, el seguir poniendo y sacando ramitas para mantener el fueguito vivo. Eso se puede hacer porque, en nuestro caso, el texto y la dirección son tan minuciosos que lo permiten, y siempre hay algo nuevo que se puede descubrir. Para mí es un salir a jugar cada vez, a descubrir en mí misma o en mis compañeras nuevos impulsos en el aquí y ahora, nuevos tonos en el texto que revelan nuevos pensamientos, nuevos modos de escucha, nuevos gestos o acciones que quizás ni siquiera están en el primer plano de la acción sino en la textura de la situación. Ellas son tres bestias de la actuación con quienes deseé trabajar desde que las ví actuar por primera vez, así que volver a jugar con ellas es siempre una fiesta en tiempo presente.

Susana Pampín y su novela «Arroyo».

-Con su estreno en Amazon Prime Video muchos pudimos acceder a la serie “Manual de supervivencia”. ¿Qué recuerdos tenés de ese proyecto?
-En principio la alegría de poder sumarme a lo que Victoria Galardi y Esteban Bigliardi habían imaginado sobre mi personaje, esta representante tan maltratadora como contradictoria. Y fundamentalmente la alegría de volver a trabajar una vez más con Esteban, que es un actor que adoro desde que lo ví en “Algo de ruido hace”. Él también es de esos actores que hace que la cosa esté viva y presente en el aquí y ahora.

-¿De qué modo convive la faceta de escritora con la de actriz?
-Conviven como pueden, a veces haciéndose lugar a los codazos. En general esa otra yo escritora, o como prefiero decir, “actriz que escribe”, toma el tiempo que le dejan la actriz y la docente ya que doy clases de actuación en la UNA desde hace varios años. El espacio de soledad y silencio que me pide la escritura me resulta la contrapartida necesaria del mundo de la actuación y de la docencia, que por su naturaleza involucran muchas personas y mucho movimiento. Me da la posibilidad de hacer cable a tierra. Y la docencia me da un espacio muy enriquecedor de reflexión sobre nuestra tarea, con alumnes y colegas. Agradezco la posibilidad de articular en estas distintas facetas.

-¿Qué deseas para el futuro de Tarascones?
-Que, como decimos siempre, sigamos haciendo la obra hasta que estemos tan viejas que ya no necesitemos maquillaje. Poder seguir compartiendo este espacio de trabajo, disfrute y aprendizaje con mis compañeras, con Ciro, Juan “Toqui” Doumecq (coordinador de producción) y Gabriel Urbani (asistente de dirección). Un equipo soñado.

Tarascones se presenta los martes 20.30 horas en el teatro Metropolian Sura, Av. Corrientes 1343. Entradas en venta en la boletería del teatro y por PlateaNet.

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