Actriz y directora, en su paso por EMAD Valeria Camino se cruzó con «Verona», el texto de Claudia Piñeiro que acaba de estrenar su nueva versión en El Método Kairós. Todo Teatro charló con ella acerca de los desafíos de adaptar a una de las autoras nacionales más exitosas de todos los tiempos.
Texto: Redacción Todo Teatro. Fotos: gentileza prensa.
Actriz, directora, docente de actuación y entrenadora de actrices y actores, Valeria Camino es egresada de actuación en el 2007 y egresada de la carrera de dirección en el 2022 de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático. A sus 19 años finalizó sus estudios en la escuela de comedia musical Act and Art. Dirige y dicta clases en su escuela de actuación Camino del arte, y trabaja hace 3 años como asistente de dirección de Javier Daulte y de Mariela Asensio. Como actriz, pronto estrena “Amores inesperados” serie de Star Plus bajo la dirección de Marcos Carnevale.
En su paso por EMAD, Camino se cruzó con Verona, el texto de Claudia Piñeiro, y poco a poco tomó forma y se convirtió en un proyecto que “tiene alma propia”, y que sube a escena en El Método Kairós los viernes a las 22:30 horas, con un elenco integrado por Natalia Dobisky, Lulai Paulini, Zoe Baez y Andrés Pabón.

-¿Qué te sucede al ver la puesta de hoy en día de VERONA en comparación al momento de la EMAD en el que empezó a tomar forma?
–Verona hoy es un proyecto que ya tiene alma propia, vive en cada función. Hoy la veo y me emociono. La pasamos muy bien y el elenco se divierte en escena, para mí eso es lo más importante… Arrancamos a ensayar Verona hace un año, en mi casa con mi bebé de 3 meses. Le daba la teta mientras leíamos por primera vez el texto. Al otro día iba a cursar con Milo, mi hijo, sabiendo que me recibiría muy pronto de directora con esta obra que habla de las madres, del cuidado y de las mujeres. Me resulta fuerte pensarlo, y me emociona ver cada función y pensar en cómo comenzó todo. Me acompañó en el proceso de creación la cátedra de Mariela Asensio y Pilar Ruíz, que fueron pilares para que yo pueda egresarme, no sólo por permitirme ir a cursar con Milo, sino por ser compañeras en las decisiones de la puesta. Aprendí mucho de
ellas.
-¿Qué valoración tenés del trabajo de Claudia Piñeiro y de esta pieza en particular?
-Siempre la seguí a Claudia. Mi primera lectura de ella fue «Las viudas de los jueves». Me atraen las mujeres de sus textos. Lo que expresa de nosotras me interpeló siempre. Cuando leí sus obras teatrales, Verona fue directo a mi corazón, y dije, algún día la haré.

-Y llegó ese día ¿verdad?
-Sí, llegó el momento en que fui madre y cerraba un ciclo con la facultad, y ahí me acordé de ese texto. No es casual. El cuidado de una madre y quién se hace cargo de ella, que esté toda la familia involucrada y que la hija mayor diga basta a las exigencias y quiera romper con los patrones. Yo estaba un poco en esa. Cuidando a mi bebé recién nacido, ya con mis 37 años, peleando contra mitos y exigencias sociales, y rompiendo con patrones familiares.
-¿Cuál crees que es la singularidad de esta pieza?
-La singularidad es que, bajo mi dirección, todas las puestas tienen un dinamismo y un color particular. Me interesa trabajar con la diferenciación de personajes y hacer hincapié en el detalle de cada uno, algo que pude desarrollar con satisfacción con los personajes de Verona. Como en toda intimidad, hay diálogos internos, formas abrumadoras de comunicar, miedos en el decir, opiniones no pedidas, respuestas contundentes. Es parte de lo que sucede en ese baño en el que transcurre esta obra arrolladora. Diálogos con velocidad y silencios incómodos también acompañan a estos personajes que tratarán de estar lo menos posible en ese baño, para no perderse, tal vez el último, cumpleaños de su mamá. El dinamismo del texto hace que la comedia aparezca desde el comienzo y se vuelva todo divertido dentro de la miseria humana. Esas hermanas no quieren cuidar de la madre enferma y tampoco quieren dejar sus rutinas y quehaceres. Adriana sale del rol que siempre interpretó como hija/mujer/hermana, para ocuparse de ella misma. Sólo hay excusas y más excusas para no hacerse cargo de “la carga”. ¿Es amor propio o egoísmo? Lo femenino, el patriarcado, la sangre, los taconazos, las lágrimas y los diálogos pisados son parte de la puesta. También decidí elegir actrices más jóvenes de lo que propone el texto. Sobre todo, para remarcar el personaje de Cruz que es la hermana feminista y que me interesaba resaltar ese pensamiento.

-¿Cómo ves la escena porteña y qué lugar crees que tienen las mujeres en los procesos creativos teatrales?
-En proceso de construcción. Todavía nos queda muchísimo por luchar. Pero estoy orgullosa de que cada vez seamos más directoras, más escenógrafas, dramaturgas, iluminadoras, técnicas, profesoras, teatristas que nos animamos a mostrar nuestros trabajos y sobre todo que hoy, con una mirada, nos protegemos y entendemos todo.
Verona, de Claudia Piñeiro, con dirección y puesta en escena de Valeria Camino, puede verse los viernes a las 22:30 horas en El Método Kairós, El Salvador 4530, con entradas a la venta en Alternativa Teatral.