La versión del clásico de Federico García Lorca llegó al San Martín, luego de varias postergaciones. Su directora, Vivi Tellas y dos de sus protagonistas, María Onetto y Miranda de la Serna, hablan sobre el homenaje y la relectura de una obra que sigue vigente.
Texto: Redacción Todo Teatro. Fotos: Gentileza CTBA.
«Siempre es un placer hacer Lorca en el San Martín. Traerlo a el, un poeta que fue asesinado y a su poesía es en este momento social complejo me parece muy importante», asegura Vivi Tellas, responsable de la nueva versión de Bodas de sangre que se presente en la Sala Martín Coronado del San Martín y, a 20 años de otro clásico del autor español, La casa de Bernarda Albra y que también presentó en esa sala «Hacerlo en la Martin Coronado, con esa artesania teatral, es una experiencia muy singular y única. Estoy feliz, flotando en la fantasía del teatro y de la pasión por el compromiso de todos los que están involucrados y hacen su trabajo con mucho amor».
La directora cita al filósofo Umberto Eco para hablar de esta obra. «El decía que algo se vuelve clásico porque no termina de decir aquello que trae para decir y siempre contiene algo más. Me atrapa particularmente que haya mucha gente que leyó, sabe de qué se trata o conoce Bodas de sangre y poder trabajar con esa idea de que el público sabe y a la vez nosotros vamos a mirar de otra manera, Me entusiasma empezar a poner en crisis o conflicto la idea que hay de la obra; me interesa trabajar con esa relación espectador-Lorca-yo-los actores y actrices, me parece que ahí se produce un movimiento que incluye al espectador».

Tellas asegura: «Me gusta la diferencia, lo inesperado, otros cuerpos que traigan otra energía, más la idea del pueblo. Yo construí un pueblo en esta puesta, como el pueblo que está tratando de hacer esta historia, y entonces los personajes no son tan «lo que deben ser», más bien son colores distintos y no es lo que esperás ver de un clásico. Me interesa buscar la presencia, la energía, la particularidad, esas formas de cada personaje».
En cuanto al elenco, nadie está puesto en su rol azar y hay una idea particular a la hora de armar el grupo. «Todos los actores y actrices del elenco son creadores, dan clases, dirigen, algunos escriben, eso generó una conversación muy interesante. El teatro es mucho tiempo de convivir con personas, los días, los ensayos, Me interesan las personas con las que voy a estar: qué traen, sus vidas, cómo piensan el mundo, cómo puedo compartir, no me interesa solo un buen actor, la verdad es que es lo que menos me interesa, y en este caso son todos buenísimos actores, pero primero para mí está quiénes son como personas y como artistas», asegura.
Por otra parte, Tellas destaca: «Hay algo que me interesa mucho de Lorca en primer lugar y que no es bueno olvidar que tiene que ver con que es asesinado por la dictadura española por ser poeta y por seguir sus elecciones. En él se juega siempre el camino del deseo y la represión o el camino social de los mandatos, que nunca terminan bien. Las tragedias de él son eso, el comportamiento social, el que dirán, el deber ser, no termina bien, siempre termina en muerte y en tragedia».

Y agrega: «En Bodas de sangre aparecen también otras claves como el amor como misterio, el amor como dolor, el dolor-amor-placer que recorre la obra y, después, la idea de que todos los personajes están dañados, que cada personaje tiene su tragedia, acá nadie está feliz, eso no existe, cada personaje, por pequeño que sea, tiene un daño». Casi como obra infinita de la cual, sacar más y más sentidos, la directora suma: «Otra cosa de Bodas de sangre: ese día, esa noche de la boda, todos los personajes están influidos por la luna llena y todos cometen una locura. Vemos esta historia central en que la novia se escapa con su amante el día de la boda, pero esa noche todos los personajes enloquecen por la luna».
La actriz María Onetto, unida a Tellas como hace 20 años (entonces hizo Angustias en La casa de Bernarda Alba), ahora interpreta a la madre del novio. «Estoy feliz de estar rodeada de artistas visuales y sonoros que tienen muchas ganas de producir un acontecimiento con sus creaciones. Son todos incorformistas como Lorca. Los ensayos fueron intensos, muy, de alta demanda donde convivimos todo el elenco y el grupo. Y por la modalidad que tiene Vivi de trabajar, se armó como una gran comunidad, en la que compartimos el trabajo y los entretiempos también. Improvisamos y pensamos mucho cada palabra, cada imagen. los textos poéticos necesitan de ese trabajo constructivo», cuenta.
Para describir a su personaje Onetto dice: «En mi caso, este mujer tan particular, fijada al duelo por las muertes de su marido y su hijo, ve en la boda de su otro hijo una cierta iluminación en el armado de su familia, sus nietos, y luego llega la tragedia, Resulta un desafío muy importante y estimulante a la vez. me lleva a indagar en nuevos recursos expresivos que tienen que ver con el dolor por la tragedia que le toca vivir. La búsqueda nunca termina».
Con respecto al rótulo de «clásico» que lleva impreso esta obra, Onetto explica: «Es un clásico porque no agota su capacidad de decir cosas, sea cuando sea. Ahora, con sobredosis de información, con guerras, con discursos de odio con la ultraderecha ocupando cada vez más lugares de poder y a la vez, con deseo de cambio de paradigma encarnada por el feminismo, la obra dialoga con muchas de esas zonas».

Pero, según la actriz, además, cuestiona la idea del mandato, del poder, de ser mujer y de ser hombre. «Y de qué se le pide a esos lugares, de la obligación, porque la idea del deseo que también puede ser un mandato, de cómo seguirlo sin poder hacerlo dialogar con tu ser en el mundo, y eso te puede llevar a una situación trágica. La obra y la puesta de Vivi proponen un mundo poético, de belleza no solo por lo que dice sino por lo que sentis y lo que percibis con los sentidos, esos que tenemos tan blindados y tan poco integrados a nuestra vida diaria».
En esta puesta, el rol de la novia está a cargo de Miranda de la Serna, quien debuta a lo grande con esta propuesta, de enorme responsabilidad y que implica un de inflexión para su carrera. «Me representa un enorme desafío porque nunca había actuado en una sala tan grande, gigante e increíble y el personaje me hizo encontrarme con mis propias limitaciones, Trabajarlas resultó un aprendizaje que sigue, esto es el comienzo y lo agradezco mucho», cuenta la actriz que es hija de Erica Rivas y Rodrigo de la Serna, con lo cual, sin dudas, lleva la actuación en la sangre.
Según dice Miranda: «Creo que todos se van a sentir reflejados en esta obra, la van a amar. Encontrarme con todos los que trabajan hace tanto tiempo en este teatro es mágico para mí. Además, Lorca está acá con nosotros cada vez que hacemos la obra, yo lo siento. Sus textos me atraviesan y no solo con Bodas de sangre sino con todas sus obras. Es un amor que siento que se va a quedar en mí para siempre».