La actriz, protagonista de «Rota», en el El Extranjero, reflexiona sobre la temática de violencia de género que aborda la obra, habla de su propia experiencia y de cómo el arte puede transmutar lo que sea.
Texto: Muriel Mahdjoubian. Fotos: Guido Piotrkowski
“Mi hija de seis años me preguntó por qué se llama Rota la obra. Le expliqué que es una mujer a la que le pasaron muchas cosas y siente que toda su vida se rompió. Y mi pequeña me respondió: yo pensé que era rota de rotar. Y la verdad es que está muy bien su razonamiento, porque rota su vida, rota sus creencias y rota la posibilidad de pensar las cosas de una forma y repensarlas de otra”, explica Raquel Ameri, la actriz protagonista de Rota.
La obra cuenta cómo una mujer pugna por reconstruir su existencia tras la muerte de su hijo, quien se suicidó luego de matar a su novia. En su soledad, intentará rearmar el rompecabezas de su cuerpo. Al detenerse en ese instante vislumbra su rotura. La obra está escrita por Natalia Villamil y dirigida por Mariano Stolkiner, y se presenta todos los martes y sábados en el Teatro El Extranjero. Luego se irán a Miami a participar del Festival de Teatro Hispano y también estarán en el Festival de Teatro de Rafaela, Santa Fe.
“Se piensan que estoy loca y ahora los invito a saber qué es lo que me pasa”. Con estas palabras comienza Rota. “Muchas mujeres hemos atravesado ese lugar, donde tuvimos que alzar la voz para salvarnos la vida. La obra es muy rica en relación a la denuncia que se hace respecto a los lugares que nos han puesto a las mujeres. Yo, cuando observo entrar al público, veo mujeres, jóvenes, grandes, ancianas, y pienso que cada una seguramente tiene una historia para compartir, porque todas estamos en una lucha a diario para poder salir a este mundo sin ser oprimidas. Para mí, Rota trasciende en sí misma la temática del femicidio y través del rol de una madre nos invita a repensar el lugar que ocupamos las mujeres en esta sociedad”, expresa la actriz de Millones de segundos, Edipo rey y Las benévolas, entre otras.

¿Cómo nace Rota?
Hace mucho tiempo que con Mariano teníamos ganas de trabajar juntos y yo quería hacer un unipersonal. Le propusimos a Natalia esta idea y empezamos a conversar y a reunirnos en el teatro El Extranjero. Sabíamos que queríamos trabajar con alguna temática de violencia de género. Mariano también estaba de acuerdo, pero fue él quien nos planteó hacerla desde otra mirada, correr el punto de vista y entre charla y charla surgió la idea de la madre del femicida. Natalia ese día se fue a su casa con ese dato, la madre del femicida, y creó este universo, en dónde no solo es la mamá de un asesino, sino de un hijo que se quita la vida.
¿Cuál fue tu sensación la primera vez que leíste el texto?
Lloré, me conmovió mucho y me erizo la piel. La lectura de Rota fue amor a primera vista. Después de que Nati me la envió, por mail nos juntamos en un bar y tomándonos unas cervezas hicimos la primera lectura en vivo. Natalia me decía que me escuchaba leerla y era la voz que había imaginado. Ella escribió pensando en mí, si bien no tiene que ver con mi biografía, sé que Nati pudo impregnar el texto de mi universo, de mi energía y de los lugares que yo me atrevo a ahondar.
¿Cómo abordaste el personaje?
Fue un proceso. Lo primero que aparecía en los ensayos era cierta opinión muy fuerte de Raquel respecto del femicidio. No me permitía trabajar, a lo que luego llegué, que es la pureza de esta madre, ella no juzga, sino que atraviesa lo que le sucedió dejándose transformar. Fue todo un camino que recorrimos con Mariano, fuimos abriendo un lugar mío más íntimo, de mucha vulnerabilidad. Mariano me condujo a que yo pudiera soltar de a poco e ir perdiendo el control que tengo. Al principio, la abordé con una opinión y con una idea desde afuera, de cómo me imaginaba a esta mujer. Este personaje puede usarme a mí para alzar la voz, más allá de que yo no sea madre de un femicida, pero si conozco de la temática de violencia.

¿Por qué la conoces?
Por experiencia personal. Por haberla vivido y procesado a través de un grupo de acompañamiento de mujeres. Además, estuve muy cerca de compañeras que sufrieron violencia en otras escalas. Hay muchas formas de violencia que son altamente destructivas y tuve conocidas que estuvieron en riesgo de vida, que no fue mi caso. Natalia es psicóloga y también trabajó muchos años en la línea 144, por lo tanto, tiene un gran bagaje de testimonios. Mariano se acercó con mucha cautela a estas temáticas, yo creo que fue el condimento perfecto, que apareciera la sensibilidad de una masculinidad también presente en el proceso de ensayo, frente a este texto y con esta temática. Mariano, sabiendo que es un tópico que a mí me sensibiliza, me preguntó si prefería hacer un biodrama y le dije que no. Yo sigo eligiendo la ficción, me parece más poderoso hacer una alquimia de todo aquello vivido y transmutarlo en una obra de arte. Me gusta transformar el veneno en medicina.
¿Cuáles son las repercusiones del público?
La gente sale muy conmovida, sean del género que sean. Cada cual puede atravesarla y ser tocado porque esa madre es todos los roles posibles: madre, hermana, hija, pareja. La obra también tiene esa capacidad de tener muchas capas, entonces ese primer argumento de la madre del femicida, que está atravesando el duelo por el hijo, empieza a tener una dimensión en cada espectador por la experiencia personal de cada uno en relación a la temática. Y otra experiencia personal que yo tengo en mi familia es la pérdida de un hijo, de mi hermano, Mis padres tuvieron la desgracia de perderlo hace 22 años. Mi mamá trabaja con un grupo de autoayuda que se llama Renacer, es de padres que perdieron hijos en distintas circunstancias. Hay muchas cosas que nos pasan en la vida que uno hubiera preferido que no nos sucedieran, pero después cuando te miras, en el aquí y ahora decís, toda esta soy yo. Si eso no me hubiera pasado no sería la que soy, y en algún punto, eso me constituye, es mi identidad. Hace algunos sábados vinieron quince personas del grupo Renacer y fue muy emocionante. Mi mamá, que además conoció el texto de Natalia desde su nacimiento, cada vez que repasaba el texto delante de ella me decía que no podía creer que Natalia, sin haber perdido un hijo escribiera así, que parecía mentira que ella no haya vivido todo lo que relata.

¿Cómo fue el trabajo con Mariano como director?
Como si fuera un psicoanalista de diván, un profesional, él se daba cuenta de todo lo que yo me escapaba, lograba llevarme a un lugar de sinceridad plena y de hacerme respirar ahí. Él me decía vos sos como un toro, vas para adelante y tenés una potencia infernal, pero ahora hay que empezar a limar los cuernos al toro y el hizo un trabajo amoroso, minucioso que se lo agradezco un montón. Me llevó a un lugar nuevo también a mí, me dio la posibilidad de crecer como actriz y de no repetirme en el escenario.
¿Cómo empezaste con la actuación?
Desde los cinco años quería ser actriz. Mi tía se dedica a la actuación y siempre que iba a su casa, desde muy pequeña había disfraces. Además, tengo una abuela poeta. Creo que vino un poco por ahí, porque mis padres, nada que ver. Mi mamá es ama de casa y estudia idiomas y mi papá es comerciante. Mi madre me decía que era chica y que esperara, pero cuando cumplí trece años le dije que ya era hora de empezar a estudiar teatro y así fue, nunca dejé.
¿Cuáles son tus proyectos a futuro?
Tenemos otro proyecto con Mariano sobre una obra de Albert Camus en la que Natalia Villamil reversionará El malentendido. Además, nos vamos con Rota, el 20 de julio a Miami, al Festival de Teatro Hispano, yo había estado en el 2019 con la obra, Millones de segundos, así que estoy feliz de volver y también se confirmó la participación de Rota en Rafaela. Nos estamos moviendo para que surja la posibilidad de ir con la obra hacia otras latitudes. Para mí, tampoco es demasiado fácil por mi logística familiar, yo estoy separada y me ocupo del noventa y nueve por ciento de la crianza de mis tres hijos. Por suerte, tengo a mi madre y a mi padre que son mi tribu y red de contención permanente. ¡Vamos porque no me fagocite la maternidad!, es mi militancia, es mi lucha y es la de muchas mujeres que por ser madres tienen que salir a militar la posibilidad de tener una profesión, Para mi Rota también me representa en ese sentido. Yo me voy de mi casa y dejo una infinidad de tareas de cuidados que realizar y estoy arriba del escenario porque soy una luchadora, porque sino me come el sistema patriarcal, que nos ha empujado generaciones y generaciones a solo quedarnos en el cuidado de la cría.