Jimena Aguilar cuenta cómo pensó el diseño sonoro de “Una circunstancia denominada mundo” y de qué forma ayuda su formación en ópera en el Colón.
Por Diego Jemio – Fotos: Gentileza prensa “Una circunstancia denominada mundo”
Una expedición al centro de la Tierra. La búsqueda de un calamar gigante, un molusco que una y otra vez se apaece en sueños. Una cama. La luz de una lámpara. Y un personaje llamado Bruno. Esos son los elementos que componen Una circunstancia denominada mundo, la obra escrita y dirigida por Jimena Aguilar, que estrenará el lunes 14 y tendrá funciones todos los lunes, a las 21, en Espacio Callejón.
El germen de la obra surgió en 2018, en un laboratorio que Aguilar hizo con Ariel Farace. A partir de algunas lecturas, ella fue forjando escenas, situaciones y personajes. Además, cuenta cómo la música juega un papel fundamental, a raíz de su formación como pianista y en la carrera de Dirección Escénica de Ópera en el Teatro Colón.
“El viaje metafórico como mecanismo para poder encontrarse a una misma funcionó como eje temático y articulador, así como el concepto de que el pasado y el futuro se construyen, mientras que el presente simplemente es”, dijo para definir su trabajo.

¿Cómo comenzó el proceso junto a Ariel Farace?
No era un encuentro con modalidad taller sino que también leíamos otros materiales de autores. A partir de ahí, proponía estímulos para escribir otros materiales. Lo que intenté hacer es unificar esos materiales con los mismos personajes, vínculos y circunstancias. Me fueron quedando escenas con texturas diferntes pero manteniendo los personajes. Fue un proceso absolutamente diferentes a loso anteriores que hice.
El diseño sonoro y la música original de la obra son tuyos. Y también tocás en escena. ¿Cómo pensaste el sonido para esta propuesta?
Una de las escenas, por ejemplo, era en verso. Después, había otra con un texto que era una canción. Como soy música, la verdad que fue algo natural ponerle música a esos textos; lo vengo haciendo hace un tiempo. De hecho, esta obra forma parte de una trilogía; el año pasado estrené “el peso del mundo”, una obra-recital. Lo hago de una forma natural y orgánica. Más que convocar a alguien, trato de traducir lo que escucho en mi cabeza.

Hacés la carrera de Dirección Escénica de Ópera en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. ¿De qué manera esa formación modifica tu mirada sobre el teatro y la música?
Soy una convencida de que todo lo que aprendés te va enriqueciendo. En este caso, no estaba interiorizada sobre el mundo de la ópera. Me sirve muchísimo en algo: pensar que la música no sea un acompañamiento sino parte del trabajo. En mi caso, son cosas que van de la mano: escribí el texto y le puse enseguida música. Son lenguajes que están dialogando y aglutinados. Y no algo que viene después. No digo que esté mal si llega después, pero me gusta vivir de otra manera.
De hecho, en la obra incluís música en vivo, con bajo y sinterizador…
Hay veces en la que te preguntás en qué suma la música en escena y no una pista. En el vivo, hay un diálogo ahí; pero muchas vces es como una banda sonora. En el teatro no hay una postproducción que sí hay en el cine. En vivo está dialogando con el resto y que sean pensadas en escena. Me guta que sea realmente una elección y no porque sea más fácil o más espectular. Me refiero a una decisión porque la obra lo necesita.
La obra “Una circunstancia denominada mundo” se puede ver los lunes de febrero y marzo, a las 21, en Espacio Callejón (Humahuaca 3759). Entradas desde $800 por Alternativa Teatral o en la boletería del teatro.
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