La actriz y productora teatral cuenta cómo es dirigir a Mariela Asensio y Maruja Bustamante en “La casa oscura” y su nuevo proyecto: la productora Pronoia.
Por Nahuel Roldán. Fotos: Santiago Destefanis
Si hay algo que resuena en la voz interior de Paola Luttini, es el sentido de búsqueda, siempre motivada por el amor. Primero con La casa oscura y su capacidad de condensar el talento de dos grandes actrices, Mariela Asensio y Maruja Bustamante, para tocar suave pero intensamente un tema complejo de abordar: la salud mental. Esa búsqueda sensitiva se traslada también a la producción teatral. Luego de producir Sex, viví tu experiencia, de José María Muscari, fundó su propia productora: Pronoia.

–¿Cómo nació Pronoia y cuál es el corazón del proyecto?
Siempre dirigí y actué. Hace algunos años, casi de casualidad, empecé a producir espectáculos. En el 2019, arranque la producción general y artística de Sex, viví tu experiencia, de José Maria Muscari, y esa fue la bisagra en mi carrera como productora. Lo qué pasó y pasa con el espectáculo superó mis expectativas en todo sentido y, a partir de ahí, empezaron a llegarme muchas propuestas. Ese espectáculo me hizo encontrar una forma particular y humana en la que me gusta manejarme a la hora de producir. Así empecé a enamorarme de ese mundo. Por eso que decidí expandirme y abrir una productora.
–¿De qué manera funciona?
En la mayoría de los casos, la producción comercial suele ser llevada adelante por hombres y en términos generales suele ser un rubro bastante “frío”. Pero parte de lo que siento que me diferencia como mujer es poder dar un nuevo color a la profesión. En la productora somos todas mujeres; creo en el trabajo horizontal, en priorizar lo humano y lo artístico. Creo que la figura del productor como jefe que pone la plata y paga los sueldos quedó demodé y Pronoia nació con la premisa de generar equipos de trabajo y no puestos de trabajo. En Pronoia solo producimos proyectos que artística y humanamente nos convocan por alguna razón. Obvio que la pata comercial es importante pero no es lo único que contemplamos a la hora de encarar una nueva producción. Me parece fundamental que vivamos el trabajo con amor y alegría.

–¿Qué motivaciones estás teniendo en «Sex» y «La casa oscura»?
La motivación siempre es el amor que tengo por lo que hago. Claramente, ambos proyectos son opuestos en muchos sentidos, pero también tienen mucho en común. En ambos casos los temas son tabú. El sexo y la salud mental son temas de los que no se habla; hay mucho prejuicio y ambas propuestas acercan esos tópicos y los vuelven cercanos. Aprendo constantemente, siento que ambos espectáculos me desafían y mejoran no únicamente en lo artístico sino también en lo personal.
-¿Cuál creés que es la principal diferencia entre los proyectos?
Creo que la diferencia principal es el tamaño que tienen. La casa oscura es una obra con dos actrices; un equipo chico, en el que todo es muy cercano e íntimo y el proceso fue muy personal. Sex, en cambio, es enorme. Hay mucha gente, un equipo gigante, miles de funciones. En La casa oscura no imagino a otras actrices llevando adelante el discurso porque es muy personal; en cambio, Sex es un formato que está pensado para ser representado por diversos artistas sin que eso modifique la calidad del show.
-¿Cómo es dirigir a Mariela y Maruja y qué cuestiones centrales tuvieron que trabajar para llegar al resultado de la experiencia teatral?
El proceso de ensayos fue de los más difíciles que experimenté. Primero por el contexto que vivimos. Por momentos, ensayamos por Zoom, las chicas escribían por Whatsapp, pasamos por la opción de volverlo streaming y terminamos volviendo a la idea inicial de la presencialidad (incorporando todo el proceso a la puesta actual). Por otra parte, al ser documental, no solo el trabajo era montar el espectáculo sino acompañar los procesos personales de cada una (que son muy opuestas entre sí). Era encontrar una dinámica grupal en la que ellas se sintieran cómodas y contenidas y a su vez respondieran a una puesta muy minuciosa donde tienen interacción con videos cronometrados, donde hay tiempos marcados, canciones, coreos, cambios de vestuario y demases. Por último, mi desafío era poder dirigir a dos grandes directoras que habían escrito sobre un tema que las atraviesa y al que le pondrían el cuerpo. Era inevitable sentir cierta presión. Pero por suerte sentí mucha empatía y entrega de su parte con mi propuesta y eso hizo muy llevadero el proceso. Atravesamos momentos de risas y de llantos. El proyecto era un desafío para todas; sin embargo, creo que lo fundamental fue el diálogo para poder acompañarnos en un proceso tan difícil y sensible pero hermoso a su vez.

-Vi que el público se queda a saludar y a agradecer una propuesta teatral que indaga en la salud mental. ¿Qué reflexión te merece?
Creo que a priori -y sobre todo con la pandemia de por medio-, el tema despierta mucho interés. Al ver cómo está llevado a la escena, sin solemnidad, sin pretensiones, sin bajada de línea, el público se logra conectar con el discurso siendo testigo de los mundos internos de Mariela y Maruja. Aparte la obra tiene mucho humor y, en un tema tan delicado, estos condimentos alivianan y acercan. Lo que el público más agradece es la seriedad con la que abordamos el tema y la montaña rusa de emociones que vivencian. Me sorprende lo variada que es la gente que nos viene a ver, muchxs profesionales de la salud vienen y agradecen el enfoque del material, lxs usuarios de salud mental suelen identificarse y conmoverse y también divertirse. Pero en general todas las personas que vienen se sienten identificadas porque la obra acerca y desmitifica cierto prejuicio sobre las patologías psiquiátricas.
“La casa oscura” comienza su segunda temporada el viernes 4 de febrero, a las 21 horas, en El Galpón de Guevara (Guevara 326).