Críticas

Seré: la memoria del horror narrada en un cuerpo ajeno

La obra recrea de un modo muy particular un hecho verídico, el secuestro y posterior fuga de varios detenidos ilegales de la mansión Seré, durante la última dictadura. Protagonizada por Lautaro Delgado Tymruk, se presenta en el Beckett.

Texto: Maxi Curcio. Fotos: gentileza prensa.

Ficcionar la historia, documentarla y a la vez convertirla en objeto artístico es un desafío que logra plasmarse con gran contundencia en Seré, la obra que protagoniza Lautaro Delgado Tymruk, en la sala Beckett.

La Mansión Seré fue un centro de detención clandestino que funcionó durante el último gobierno de facto. En este calabozo, emplazado en el oeste del Gran Buenos Aires, en Castelar, permanecieron privados de la libertad y torturados, por más de cinco meses, Guillermo Fernández, Claudio Tamburrini, Daniel Russomano y Carlos García, entre octubre de 1977 y marzo de 1978. Gracias al testimonio brindado por el primero de ellos, durante al Juicio a las Juntas llevado a cabo en 1985, fue posible reconstruir las dramáticas condiciones bajo las cuales cada uno de ellos fueron retenidos en cautiverio.

La referencia más inmediata al caso nos retrotrae al film Crónica de una fuga (una adaptación la novela autobiográfica Pase Libre: la Fuga de la Mansión Seré, del propio Tamburrini), dirigida por Adrián Caetano en el año 2006, y cuyo elenco integraba Lautaro Delgado Tymruk. El actor se une aquí a Sofía Brito Maur, su compañera artística y de vida, en repartidas labores de dirección y dramaturgia, para otorgar forma a un acontecimiento teatral sobresaliente, hecho posible una vez que Fernández autorizó al Archivo de la Memoria a ceder los derechos para esta propuesta.

Sobre el escenario, el cuerpo de un actor es tomado por una voz. Tratemos, por un momento, de imaginar la figura de un ventrílocuo, pero al revés. ¿Cuántas veces repetimos los discursos que a menudo oímos en lugar de opinar con propia autonomía? A lo largo de sesenta minutos, pasado, presente y futuro confluirán, en un auténtico acto de valentía, concebido como un tutorial para próximos escapes hacia nuevas libertades, acaso como ‘un manual de supervivencia e instructivo de fuga’, en donde un grupo de confinados ilegalmente busca eludir a la muerte.

Seré, que previamente se presentó en el Espacio Memoria Ex ESMA, durante marzo pasado, nos habla acerca de un horror latente, ofreciéndonos una excepcional performance unipersonal por parte de un intérprete que, dueño de un talento hipnótico, recurre a técnicas de mímica para asumir la identidad del secuestrado. El discurso escénico nos adentra en su pormenorizada rutina, incorporando cintas de audio originales.

Así, Lautaro es Guillermo, también actor y titiritero, enfrentando un dilema crucial: ¿qué se ‘es’, entonces, cuando al sentir la humanidad eclipsada uno no se permite a sí mismo llorar? No es frialdad y dureza, sino un contundente y drástico cambio interno, las secuelas de lo vivido.

Una maqueta en miniatura de la Mansión Seré, ubicada sobre una mesa, alcanza para dimensionar la pesadilla allí atravesada. Recreando cada una de las declaraciones vertidas en el juicio, las luces del escenario iluminan, parcialmente, el rostro del protagonista, quien, a su vez, hace lo propio con cada jornada. Según se detalla, en el cuarto contiguo, los cobardes abusan física y psicológicamente de los reclusos, haciendo uso de la picana eléctrica (a la que llaman Pequeña Lulú). En interminables días y noches, el perverso humor se convierte en un elemento de poder, y, ante tan nefasto panorama, resiliencia e ingenio resultan claves para mantenerse intacto.

El relato en primera persona resulta devastador, no obstante, un hilo de esperanza asoma, afirmando la posibilidad: seré, futuro simple. ¿Cómo lograrlo bajo tales condiciones? Una palabra mágica es pronunciada: ‘abracadabra’, muletilla de encantamiento que acompaña ciertos trucos de magia. En la noche del 24 de marzo de 1978 no existieron rastros cercanos de ningún guardia. Como un Harry Houdini moderno, la efeméride se presta para acometer lo imposible y el ideólogo de la fuga sabe que se actúa para sobrevivir, valiéndose de astucia, impensadas herramientas y recursos del oficio.

Los domingos, a las 19., en Teatro Beckett, podemos apreciar el valor de una obra de realización independiente, tan necesaria como conmovedora, magistralmente interpretada y que no dejará a ningún espectador indiferente. En tiempos de odio e intolerancia circundante, de construcciones de memoria, verdad y justicia severamente cuestionadas, el arte se muestra, por enésima vez, a la altura de lo requerido cuando es menester permanecer atentos: porque los canallas no descansan. Ante los ojos de las nuevas generaciones, la lucha se reactualiza, mientras que, en aquellos testigos de la oscura noche, la palabra no calla…para no olvidar a treinta mil almas. Más que nunca y nunca más, hay que estar preparados: es hora de actuar.

Seré tiene funciones los domingos a las 19 horas en Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556. Entradas por Alternativa Teatral.

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