Entrevistas

Flor Peña: «No estoy de vuelta, siento que sigo estando de ida»

La actriz se luce en el rol principal de Mamma Mía, en el teatro Coliseo. Inspirado en los temas del legendario grupo ABBA en la obra, la acompaña un elenco impecable, que dirige Ricky Pashkus.

Texto: Sandra Commisso. Fotos: gentileza prensa.

Las canciones de ABBA, la historia de amor entre madre e hija, los reencuentros sentimentales de veinte atrás que regresan, los paisajes griegos, hacen de Mamma Mía, un remanso de la realidad. En Buenos Aires, Florencia Peña encabeza el elenco de esta nueva versión local que explota como una fiesta en cada función en el teatro Coliseo.

El musical se hizo archifamoso en 2008 por la película protagonizada por Meryl Streep, ya venía teniendo versiones teatrales en distintas ciudades del mundo desde que se estrenó en Londres en 1999. Ahora, con dirección de Ricky Pashkus y un elenco formado por Alejandra Perluski, Lula Rosenthal, Alejandro Paker, Malena Ratner, Leo Bosio, José Giménez Zapiola, entre otros talentosos artistas, Florencia Peña sorprende a más de uno con una historia cargada de ternura, humor, y las inolvidables canciones de ABBA que vuelven a sonar gracias al talentoso grupo de actores y actrices acompañados por músicos en vivo. 

«Antes de estrenarla acá, la fuimos a verla a Madrid y me llevé una gratísima sorpresa porque tenía el recuerdo de la versión 2012 que era otro momento, y ahora sentía que la obra estaba más feminista. En Madrid, la actriz me contó que hacerla era una fiesta, te levanta cualquier ánimo. Y tenían toda la razón.

Traducir las canciones siempre es un riesgo y funcionan muy bien.
-Si, la verdad es que si, eso es algo fundamental y sumado al bonus del final que la gente espera mucho, queda redondo. Mis hijos, sobre todo Juan, que escuchan otras cosas, otro tipo de música, terminó amando ABBA. Y vienen muchos jóvenes que estudian comedia musical y esto los atrapa.

Tiene lo que tienen los clásicos, más allá de gustos, es imposible no tararear o mover la pies con los temas del grupo.
-Tiene algo muy lindo esta obra que es que nos encontramos con mucha gente que viene a verla más de una vez. Evidentemente genera ganas de verla muchas veces y siempre le encontrás cosas nuevas. Hay algo que funciona y que atraviesa todas las generaciones, o sea, un clásico.

-No es tan frecuente que una obra que arrancó en la temporada de verano, en Carlos Paz, llegue a Buenos Aires y se instale con éxito. ¿Cómo pensaron ese recorrido?
-En realidad, fue al revés. Quisimos arrancar allá para foguearla, para entenderla y eso nos ayudó un montón. Cuando empezamos a ensayarla, con el productor y con el director, coincidimos en que teníamos que encararla desde un lugar teatral, más allá de la música, desde la actuación, pensando en la historia que se cuenta. Y para eso necesitás un poco de tiempo. El teatro es repetir para profundizar No sos el mismo en el estreno que al mes y medio. Por eso, la contundencia que tiene ahora. En Broadway sucede mucho eso: se estrena fuera del circuito oficial y recién después llega a las salas de Broadway.

-Estrenar en Carlos Paz y luego en Buenos Aires rompe un poco con los prejuicios, además.
-Sin dudas y a mi me encanta romper con los prejuicios, sobre todo porque sabía que al principio iban a decir que por ir a Carlos Paz iba a ser algo de cabotaje, «así nomás» y nada que ver. Después fuimos a Rosario, donde hay un público muy musical y ya nos dimos cuenta de que iba a ser una fiesta. El elenco es muy sólido, todos tienen años de oficio con el género.

-Recrear el trío de amigas que forman Donna con Tanya y Rosie es una de las claves, ¿no?
-Sí. Es muy divertido. Lula Rosenthal y Ale Perlusky son dos genias, son hermosas. Y ese l trío femenino es donde aparece más una mirada más feminista. Mi personaje, Donna, decidió ser madre soltera y ella eligió ser sola, fue una decisión personal, algo que hoy en día cobra otro sentido.

-En la obra, que se estrenó en Londres en 1999, ya hay una idea de familia nueva, elegida más allá de los lazos sanguíneos, que también es interesante.
-Totalmente, la obra te muestra que finalmente tu familia es quien vos elegís, incluso con tu familia de sangre tiene que haber una elección porque las relaciones hay que trabajarlas a todas, desde ya las sanguíneas. A lo largo de la vida vas entendiendo más y más eso, yo tengo muchos amigos a los que siento como hermanos.

-¿Sentís que con este rol volvés un poco a tus orígenes con la comedia musical?
-En general, este papel, en otros países, lo hacen actrices que no son conocidas y yo que vengo con todo un bagaje, también quise hacerlo como un desafío. Yo lo doy todo siempre pero creo, a partir de las devoluciones que me dan, que acá está mi madurez artística. Siempre intento no repetirme: hice Sweet Charity, Cabaret, entre otros que fueron mojones importantes y dije, bueno: ahora Mamma Mía, sin imaginarme lo que iba a significar. De repente, sentí que me valoraban como yo no me estaba dando cuenta.

-La obra, además de mucho ritmo y sentido del humor, tiene un par de momentos donde aflora bastante lo dramático, y en donde tenés que cantar y muchos se sorprenden para bien. ¿Cómo lo encaraste?
-Hay momento de lágrima sí, y esas canciones no son fáciles. Para mí es muy conmovedor, después de 43 años, seguir sorprendiendo. Y sobre todo, seguir sorprendiéndome a mí misma. Creo que ahí está la clave de por qué en este momento estoy tan conectada. No estoy de vuelta, siento que sigo estando de ida. Además este es un tipo de espectáculo con el que no te podés achanchar y decís, ya está. Me siguen pasando cosas hermosas de tantos años y ese es un motor muy lindo para seguir haciendo. Y lo disfruto mucho.

-¿Qué significa ABBA para vos?
-Es un grupo que me marcó mucho porque representa la época en la yo iba a bailar, en mi adolescencia. Dancing Queen, Waterloo, Super Trouper son canciones que me marcaron, tienen que ver con mi historia personal. Pero si bien yo había visto la película, nada menos que con Meryl Streep, el teatro es otra cosa. Y cuando apareció el proyecto, dije, bueno esto se va a quedar solo en la anécdota pero, nada que ver. Hay un trasfondo de emocionalidad que hace que te vayas conmovido por algo: en la amistad de las tres mujeres, en la historia entre madre e hija, en las historias románticas. Cada uno encuentra algo con lo que identificarse. Y además, esta versión está muy cercana al público local. Y yo en eso sí tengo expertise, en darle una argentinidad a historias que son de otro lado. Nosotros tenemos una manera particular de contar y eso acá está.

-¿Sentís que con Mamma Mía superaste un prejuicio más sobre vos?
-También tengo expertise en gente sentada que viene a ver mis obras esperando matarme, críticos sobre todo. Pero también hay una expertise en cerrarles la boca, digamos… Sigue esa sensación de rebelarme frente a los prejuicios, algo con lo que convivo desde muy niña, primero, incluso los familiares y después, los de la sociedad. Ser muy transparente tiene sus costos pero me lo banco porque no elegí ser unánime, en general, con muchos temas. Igual, creo que el problema es el medio, no con la gente que, en general, es más sabia. Me he encontrado con muchas personas que me dicen: no pienso como vos pero gusta lo que hacés como artista. Y eso es fantástico.

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