La autora y directora, Agostina Luz López, cuenta cómo fue el proceso creativo de la obra, “Jardín fantástico” que propone un recorrido guiado por diez adolescentes. Se presenta los domingos en el teatro Zelaya, luego de su paso por el FIBA 2023.
Texto: Muriel Mahdjoubian Rebori. Fotos: gentileza prensa.
La obra trata acerca de un grupo de adolescentes que decide dejar de lado su familia y convivir todas juntas en una casa jardín. Para eso inventan nuevas reglas de convivencia e inician el rito para dejar atrás la infancia y se acompañan en este duelo, y recibir la adolescencia.
“Son todas chicas a las que les encanta el teatro y el proceso fue muy lindo porque hubo mucha entrega de parte del grupo. La obra es una construcción colectiva. Yo llevaba consignas que luego ellas multiplicaban, todo el texto se fue armando a partir de sus voces. Escribí a partir de improvisaciones que ellas hacían. Sus voces están contenidas en esa textualidad”, explica su creadora

–¿Te sorprendieron?
-Si, la verdad que sí y eso fue lo más lindo del proceso. Hay una escena en el árbol donde leemos un texto de Angela Carter y ellas reflexionan y es muy hermoso observar el nivel de agudeza de sus pensamientos. También fue sorprendente cómo podía ver en cada texto a cada una de manera genuina. En cada propuesta que traían no había resistencia y siempre encontraba mucha entrega y eso a mí me asombró mucho porque fue una danza muy fácil entre ellas y yo. La obra es colectiva porque el protagonista es el grupo.
–¿Cómo se surgió la idea de trabajar con adolescentes?
-Todo surgió en la pandemia. Siempre tuve mucha ganas de trabajar con actores y actrices de esa edad y empecé a investigar y organicé unos talleres para conocer chicxs. Fue en los talleres donde comenzamos a leer cuentos y trabajamos con consignas de escritura. Además, vino una amiga mía que es licenciada en letras, Adriana Kogan, quien les habló a las chicas de Donna Harraway. Tratábamos de tener muchas charlas filosóficas también para averiguar qué pensamientos traían ellas. A medida que hacían los ejercicios yo las fui conociendo y luego hice una selección para formar un grupo para llevar adelante «Jardín Fantástico». Esos talleres fueron el puntapié para arrancar la investigación con actrices de esta edad.
–¿Cuál fue la imagen creadora que te llevó a realizar este proyecto?
-La primera imagen generadora de la obra fue una casa tomada por adolescentes en donde no hay adultos. Me gustan mucho la infancia y la adolescencia. Son dos etapas muy distintas y muy lindas a la vez. Siento mucha empatía con esos mundos. Siempre me interesaron mucho las novelas, los cuentos y las películas que reflejan esta etapa. Me gusta la idea del monopolio de todas adolescentes. Hay una escena que sucede en la pileta, en la cual una de ellas cuenta el mito de Narciso, y cada una se va observando en esa pileta que funciona como un espejo, hasta que Noah, una de las actrices, dice que no ve y nunca vio su propio reflejo. Es un momento conmovedor, para mí, porque refleja esa crisis con la imagen de uno mismo muy propia de esa edad.

–¿Por qué ese título?
-La idea del jardín está muy presente por la sala que tiene un jardín hermoso. Uno de los protagonistas de la obra es el jardín y lo fantástico viene por esa idea del encantamiento que hay en el jardín. Es la manera que tienen ellas de habitarlo, mágicamente.
–¿Qué público va a ver la obra?
-Es súper variado el público. Por suerte van adolescentes y eso me pone muy contenta de que tengan el interés de acercarse a este mundo y que algo de lo que ven les resuene más. Además, participamos del FIBA y ahí el público del festival es muy ecléctico y eso está buenísimo.
–¿Cómo fue esa experiencia del FIBA?
-Estuvo muy bueno, nos tocó la semana de la ola de calor apocalíptico. Un día se nos cortó la luz y también tuvimos nuestros avatares climáticos y técnicos, pero pudimos superarlos. Fue una gran experiencia porque en el FIBA se acerca otro público y también, vienen muchos curadores de otros países y eso fue muy bueno. Nos dieron grandes devoluciones sobre la poética de la obra, y su magia. Siempre expandir a nuevos públicos es buenísimo para una obra.

–¿Qué pasa si llueve?
-Y si llueve se suspende. Solo una vez la hicimos con una llovizna y fue muy mágica porque cambió mucho la obra. Parecía más gótica, más grisácea y es interesante también como la luz del día la modifica. Al ser una obra al aire libre tiene esa magia única e irrepetible, como es ese día, no va a ser otro. Eso me encanta porque intensifica la experiencia teatral, esa función se da sólo una vez.
–¿Cuáles son las repercusiones que tienen del público?
-Estoy súper contenta y asombrada porque pasa algo muy hermoso, que es que la gente más allá de la obra entra a un universo, te abren la puerta ya estás en ese jardín en donde están todas estas adolescentes. Es como un viaje muy mágico donde la gente suele sentirse muy envuelta por esa sensorialidad y la verdad es que es muy receptiva la propuesta. Así que estamos muy felices.
–¿Cuáles son tus proyectos?
-Estoy en proceso de escritura de una nueva obra en una sala teatral más convencional, pero al mismo tiempo me quedé tan copada con esta experiencia que quiero seguir trabajando con esta idea de los ritos de paso, que sería cómo las personas dejan atrás momentos y se adentran en otra etapa. La adolescencia es interesante porque es un momento de mucha vulnerabilidad, de cambio y me atrae seguir trabajando con personas en momentos umbrales. Tengo ganas de hacer algo con embarazadas, ya que lo viví hace muy poco. Y para septiembre con Federico León vamos a hacer una nueva edición de un retiro como hicimos en el 2020, durante la pandemia. Es una suerte de conversaciones con artistas que comparten sus métodos de enseñanza y sus prácticas de trabajo.
«Jardín fantástico» se presenta los domingos a las 18 en Zelaya, Zelaya 3134, hasta el 14 de mayo.