El director de la exitosa comedia que protagoniza Nico Vázquez, en el Lola Membrives, cuenta cómo fue su recorrido, desde la televisión hasta la calle Corrientes.
Texto: Sandra Commisso. Fotos: gentileza prensa.
«Desde que tengo memoria, me encanta el teatro, la televisión, todo este mundo. Yo soy de Bernal y de chico, cuando venía al centro con mis padres, me encantaba recorrer la calle Corrientes y fijarme en las boleterías de antes que tenían las entradas enrolladas en un casillero y ver cuántas había», cuenta Mariano Demaría, director de Tootsie, la comedia que protagoniza Nicolás Vázquez y elenco, en el Lola Membrives. «Creo que eso mismo hacía Carlos Rottemberg y yo me sentí muy identificado cuando lo contó». Así, detrás de escena, vigilando cada detalle de lo que pasa en el escenario y en cada rincón de una sala teatral, Demaría viene construyendo su camino desde hace décadas,

Empezó trabajando detrás de cámaras en la señal TyC Sports. «Yo no tengo nada que ver con el mundo del deporte pero era laburo y así arranqué», recuerda. Fue sumando experiencia hasta que llegó el gran salto cuando Cris Morena lo convocó para sus producciones, las mismas que arrasaban en la pantalla de televisión y luego lo hacían en el teatro. Así fue como sus primeros trabajos como director fueron con un Gran Rex a sala llena.
-Siempre dirigiste grandes producciones, como Casi Angeles y Floricienta en el Gran Rex, y ahora Tootsie, en el Lola Membrives. ¿Te sentís cómodo con este tipo de propuestas?
-Me adapto a todo tipo de obras, Si hay recursos los aprovecho a full y cuando no hay, busco resolverlo con lo que hay a mano, con lo que puedo, siempre en busca del efecto deseado. Me encanta eso, es la adrenalina de esta actividad. También formé parte de musicales maravillosos como Cabaret, Sugar o Sunset Boulevard, como encargado del diseño de luces.
Demaría se declara muy tímido, de perfil bajo, a la vez que está habituado a montar estas grandes producciones donde se necesita un ritmo hiperquinético y una capacidad de gran armador para darle forma a todo. A cada uno, tanto del elenco como del equipo detrás de escena, le exige lo máximo porque confía en la capacidad de cada integrante para dar lo mejor de sí. «No es lo mismo si una luz que tiene que aparecer exactamente 5 segundos después de un remate, se demora un par de segundos, por ejemplo. El efecto ya no es el mismo», asegura. «Eso es lo que hace que algo funcione tipo mecanismo de relojería sin que se vean los hilos».

La tarea del director es, precisamente parecer invisible, pero tener todo controlado por los cuatro puntos cardinales del escenario. Y en ese sentido, Demaría se lo toma al pie de la letra. Por eso, no se pierde ni una función para supervisar que la obra se siga puliendo y salga cada vez mejor.
«Soy muy obsesivo, voy a ver todas las funciones de Tootsie, siempre lo hago con todas las obras. Me siento en la platea, y tomo nota de todo», dice mientras muestra una carpeta con letra hiper prolija donde están todas las acotaciones tanto para la técnica como para las actuaciones, casi minuto a minuto, captando además las reacciones del público. «Lo hago en la oscuridad». Pero aclara: «También disfruto mucho como espectador. Puedo hacer las dos cosas a la vez».
Como ejemplo de su meticulosidad recuerda una anécdota cuando antes de la última función de Una semana nada más, repasaba con Nico Vázquez, Gimena Accardi y Benjamín Rojas, el remate de un chiste. Sorprendidos ellos mismos por la situación, Demaría no dudó: «¿Por qué no? Estar hasta el último día pendiente de cada detalle de la obra también es parte del disfrute».
De la época en que estaba vinculado al mundo de las ficciones de Cris Morena, comenzó la relación con Nico Vázquez, con quien ahora además, tienen una amistad casi de hermandad. En su rol de productor, Vázquez confió en él para dirigirlo en Una semana nada más y ahora en este ambicioso proyecto que es Tootsie. Juntos pensaron cómo armar el elenco que iba a acompañar al actor en este clásico.
-¿Es complicado pensar en un quién es quién para un equipo como este?
-Todos fueron la primera opción en quienes pensamos. Para mí era fundamental, siempre lo es, el phisique du rol de cada personaje. Por ejemplo, acá necesitaba para el personaje de la productora, a alguien como Vivian El Jaber, que además de su enorme talento, tiene una diferencia importante de estatura con el protagonista. Esos detalles cuentan y mucho. Y por supuesto vas aprendiendo que le tenés que dar cuerda a los artistas para que cada uno saque lo mejor de sí y haya un ida y vuelta.

-¿Te encontraste con muchos prejuicios por venir del ámbito de la tele?
-Nunca, por suerte. La verdad es que no los sentí. Tal vez pasa que a algunos directores y productores les cuesta aceptar a actores y actrices que no sean los que conocen y ni siquiera les dan una oportunidad a los más nuevos. Me pasó con Peter Lanzani, por ejemplo, cuando hizo Equus. Tuve que insistir mucho para que le dieran el personaje. Finalmente Peter la rompió y yo sabía que iba a ser así.
-Al principio, Nico Vázquez convocaba mucho público que lo seguía en la tele, pero hace rato ya que pasó esa etapa y sigue llenando salas. ¿Con qué creés que tiene que ver ese fenómeno?
-Al principio, es cierto que Nico tenía su propio público que arrastraba de la tele pero esa gente ya tiene su misma edad y lo sigue viniendo a ver gente más joven que él y también de generaciones más grandes. El convoca un público que abarca todas las generaciones, vienen los nietos con las abuelas. Y eso es genial. Eso es algo que no lo consiguen todos los artistas, tal vez tiene que ver con algo que trasmite Nico y que trasciende el escenario o la obra que está haciendo. Me parece genial ver cómo la gente disfruta del espectáculo, que se rían, que por un momento se olviden de otras cosas, eso es fantástico.
-Además de ver todas las funciones de las obras que dirigís, ¿qué te gusta ver como espectador teatral?
-Voy a ver todo, amo el teatro, me encanta ver todo lo que pueda de lo que hay en la cartelera. Es un gran aprendizaje, además. Y cuando viajo, hago lo mismo. El año pasado estuve en Londres y fue impresionante: vi 23 obras en 15 días. Esto es mi pasión. No me canso nunca.
