En el medio de la pandemia, la autora y directora Maia Muravchik fue a comprar algo a una tienda y cruzó miradas embarbijadas con un chico. Salió de allí y le escribió un mensaje a Javier Daulte, porque entendió que algo había pasado allí. Daulte le dijo que escriba una o dos páginas para el taller. Pero eso creció y se convirtió en la obra de teatro «Teshuvá o el último día» que ahora se presenta todos los viernes en Espacio Callejón.
Texto: Redacción Todo Teatro. Fotos: gentileza prensa.
Teshuvá significa, entre otras cosas, retornar. Es una práctica que se realiza en el día más sagrado dentro del judaísmo. Se relaciona con el arrepentimiento, pero también con un retorno introspectivo a los orígenes de la tradición. Como resultado de la creatividad pandémica, Muravchik explora esos encuentros inmersos en el aislamiento social obligatorio. El elenco está conformado por Maga Rosu, Jonás Volman, Natalia Imbrosciano, Marcelo Israel, Sonia Rovi e Iara Ekman. Todo Teatro dialogó con Muravchik sobre esta pieza de teatro que estrena temporada los viernes a las 22:30 horas en el Espacio Callejón del barrio de Abasto.

–¿Cómo definirías la obra en relación a los géneros teatrales? ¿La encasillarías en alguno o es una mezcla?
-Para mí Teshuvá es una comedia de enredos. Aunque hay muchas personas que la vieron y que afirman que es una comedia dramática. Podría entonces decir que Teshuvá es una comedia de enredos dramática.
–¿Qué cosas creés que habilitó la pandemia para producir creativamente? ¿Cómo viviste ese proceso?
-Más allá de lo trágico que ya conocemos de la pandemia, me parece que para muchas personas también nos significó un período introspectivo en el cual tuvimos el tiempo para generar todo tipo de contenidos creativos. Además, el mundo parecía haber cambiado para siempre. En mi caso, estaba muy atenta a cómo se habían modificado drásticamente los hábitos, como ser el uso obligatorio de barbijos, la higiene llevada al extremo, la consciencia de la distancia como forma de cuidar al otro, el aplauso a los médicos de las 9PM, etc. Me pareció necesario guardar un registro de todas estas cosas y poder contar una historia, sin caer en el golpe bajo.
–¿Qué cuestiones te cuestan más a la hora de llevar a escena una historia así?
-Cuando escribís y después dirigís creo que cuesta en general mucho cambiar del rol de autora a directora. A mí me costó en Teshuvá renunciar un poco a lo que tenía en mi cabeza cuando la escribí, para ponerme al servicio de lo que necesitaba la escena. Es como un duelo. Y está bien. Porque es verdad que crece mucho. Pero para eso tuve que dejar ir un poco lo que había imaginado en un principio. Ahora la verdad que ni me acuerdo qué había imaginado, solo me acuerdo de esa lucha interna. Hoy estoy chocha con el cuerpo que tomó la obra gracias a los actores y actrices, el asistente que es todo, la escenografía, el vestuario, las luces, la música, el diseño, la producción, la confección de los diferentes elementos, todo.

–¿Cómo es el trabajo en equipo en «Teshuvá»?
-Como decía, el equipo en Teshuvá fue fundamental para que la obra exista. Es muy difícil montar una obra. Muy requete muy. Es vertiginoso. Y desde un principio tuve el apoyo incondicional por parte de toda mi familia (mi mamá prestándonos su casa para ensayar, mi viejo produciendo, mi hermano con la música y mi hermana corrigiendo). Por otra parte, los actores y actrices que le pusieron el cuerpo a los personajes (y la rompen), el tiempo, la entrega y el compromiso a la obra. También al dar su visión de las cosas, hicieron crecer mucho a Teshuvá. Pieza fundamental de este equipo es Nano, el asistente de dirección que aportó su mirada y que aparte fue y es un sostén en muchos sentidos, y se encarga de mil cosas. Y los rubros de vestuario, escenografía, diseño de luces, confección de elementos, música, diseño gráfico, que son los que terminan de contar la historia. Por último, muchos amigos que, aunque no forman parte estricta del equipo de Teshuvá, yo los siento parte porque estuvieron ahí al pie del cañón, siempre.
Teshuvá o el último día con dramaturgia y dirección de Maia Muravchik puede verse los viernes a las 22:30hs en el Espacio Callejón, Humahuaca 3759. Entradas a la venta en Alternativa Teatral.
