El autor y director, con varias obras en cartel y otros tantos proyectos en marcha, reflexiona sobre su trabajo y recuerda sus comienzos en la escritura.
Texto: Muriel Mahdjoubian. Fotos: gentileza prensa.
Graduado como licenciado en marketing, Mariano Tenconi Blanco trabajó en comercialización varios años hasta que encontró refugio en el arte. “Era el típico vendedor que trabajaba para distintas empresas. Me sentía bastante infeliz en ese laburo y no me gustaba nada. Tenía un empleo donde ganaba muy bien, pero al tiempo renuncié”, cuenta el escritor y director.
Su vida dio un golpe de timón y comenzó a estudiar teatro con Raúl Serrano y dramaturgia con Alejandro Tantanian. Luego siguió Ricardo Bartís, mientras estudiaba Letras en la UBA, en la sede de Puán. “Rápido me di cuenta que a mí no me gustaba tanto actuar, sino mirar, me fascinaba lo que Bartís hacía en la clase. Ese fenómeno me parecía increíble. Me encantaba lo que hacían mis compañeros, pero no quería hacerlo, me interesaba lo que podía hacer él con eso”, explica el director de La Saga Europea, cuatro obras ambientadas en el siglo XIX que exploran la relación entre Latinoamérica y Europa.

Antes que nada ser verídico para contigo mismo. Y así tan cierto como que la noche sigue al día, hallarás que no puedes mentir a nadie, escribió Shakespeare en Hamlet, uno de los autores favoritos de Mariano que lee y relee más de una vez,. Frases como estas ayudan a repensar decisiones así como lo hizo Mariano. “Ahora me dedico a algo que me encanta había algo que no me gustaba y descubrí que escribiendo puedo hacer lo que deseo. Para mí era inimaginable todo esto, yo trabajaba nueve horas por día en un lugar que detestaba”, expresa el director de La vida extraordinaria, Lima Japón Bonsai, Quiero decir te amo y Las Cautivas, entre otras.
Artista relevante de la escena porteña si los hay tiene un año a pleno trabajo junto a su compañía Teatro Futuro, con el músico Ian Shifres y la productora Carolina Castro. Hay tres obras suya en cartel, Las Cautivas, La vida extraordinaria y Las ciencias naturales, y varios entrenos por delante en Buenos Aires, Chile y España. El 29 de abril su compañía estrena Las Moiras, de Tamara Tenebaum con dirección de Mariana Chaud en el Galpón de Guevara.
-¿Cómo les está yendo con «Las ciencias naturales»?
-Muy bien, estamos muy contentos. Fue muy gozoso todo el proceso de ensayos porque es un grupo muy divertido. Tienen una vis cómica muy poderosa y es algo que también me gustó fomentárselos desde el comienzo. Nos reímos mucho todos juntos, explotábamos de risa. Siento que esa buena onda y ese disfrute que hubo durante los ensayos está presente en las funciones y en los camarines.
–La obra pasa en el cuerpo de los actores y las actrices para que suceda en la cabeza del espectador y la complete. ¿Cómo trabajaste los personajes y lo vocal?
-Yo tenía muy claro que quería ver, y sabía que ellos lo podían hacer. No es que hubo un trabajo específico sobre lo vocal. Intento estar lo menos encima posible porque si yo quiero hacer que el otro vuele su imaginación tengo que alimentarlo para que lo haga, no coartarlo con indicaciones, o encorsetarlo. Creo que esa fue la manera para que propongan cosas delirantes o inesperadas. Tenía clara las normas del juego, quería que aparecían las voces y los tonos y cuando veía que una me gustaba les sugería que nos peguemos más a esa. Soy muy del diálogo y de fomentar la impronta e imaginación de los actores.

–¿Tuviste algún temor en excederte en lo delirante?
-No, no le tuve miedo porque fue un poco el eje de la búsqueda. Busco que la obra tenga su propia impronta. Una de las cosas que más me importa es darle a las obras el arte de los actores y las actrices. Como director soy más conceptual y me gusta ser el que predispone una hipótesis de estética. Si vamos a jugar , jugamos todos.
–Y en «Las ciencias naturales», ¿cuál fue tu propuesta?
-Ir a fondo, con toda la imaginación, intensidad y delirio posible. No teníamos que quedarnos solo con lo que decía la letra. Queríamos armar algo fuerte desde lo escénico y que tuviera la misma fuerza que el material escrito.
–¿Ensayaron con la letra sabida?
-Si, con toda la letra incorporada. Siempre trabajo con letra sabida y voy directo a la acción. Me armo todo lo que quiero y pruebo, tengo pensado dónde, cómo, y voy jugando en torno a lo que llevo, sumado a lo que me proponen. Me permito probar y jugar bastante.
–¿Cómo sigue La saga europea?
-Quedan dos más, Las invasiones inglesas, un actor inglés viene a poner un teatro en Buenos Aires y se desatan las invasiones inglesas y él queda en el medio. Y la última, gira en torno a las traducciones de La divina comedia.
–En todas tus obras siempre hay música en vivo, ¿por qué?
-Si, en la compañía Teatro Futuro hay primacía de la música, me gusta mucho y nunca estudié. Me encanta escucharla y lo hago todo el día, y escribo siempre con música. Es muy variado todo lo que escucho. Hubo algunas obras que las escribí con canciones que tenían que ver con ese mundo.

–En «La vida extraordinaria» utilizas distintos géneros, cartas, diarios íntimos, poemas ¿Cómo los trabajas?
-A mí me gusta tomar bastante recursos de literatura porque siento que permite contar cosas que a priori no podría decir en el teatro, como por ejemplo el paso del tiempo. Cómo contarte una escena en la que la protagonista tiene cinco y en la siguiente tiene 40. Siento que tomar recursos de la literatura me permite producir otra relación con el tiempo.
–¿Cómo te definís como director?
-Me gusta tener claro qué propuesta estética voy a usar para cada obra. Después trato de convocar a la gente indicada y darles espacio para el diálogo. Muchos de los actores los conozco de antes, me gustan y tenemos un código común. Con el equipo artístico es lo mismo, y además venimos trabajando hace muchos años juntos, con Rodrigo González, el escenógrafo, Jazmín Titunik, la coreógrafa, y con Ian Shifres y Carolina Castro ellos son mis compañeros hace diez años. Me conocen muy bien y saben lo que me gusta, de todas maneras cada obra nueva implica desafíos distintos. Una de las cosas que más disfruto de dirigir es el trabajo grupal, en términos de que cada artista pueda firmar su propio trabajo. Después yo soy el director y me toca tomar decisiones, pero me gusta mucho que el equipo proponga, se sienta escuchado y feliz de que pudo plasmar su idea sobre la obra.
–¿Cómo selecciona a los actores para tus obras?
-Voy mucho al teatro y los veo ahí. En el caso de Juan Isola lo vi actuar muchas veces con su grupo y me gustó. Con Marcos Ferrante yo ya tenía muchas ganas de trabajar con él y sentí que en esta obra había un personaje y él era el actor indicado.
–¿Desde cuándo escribís?
-Empecé cuando estaba en cuarto grado, escribía cuentos y poemas. Después dejé un tiempo y a los quince retomé y nunca más dejé. De todas maneras, nunca había ido a ningún taller hasta que me anoté con Alejandro Tantanian. A mí escribir me ayudó en todo. No me gustaba mucho el mundo real y de esta manera me podía ir a vivir a la ficción, me podía encerrar en lo que yo escribía. Hizo que mi vida cambiara, la primera vez que fui a Europa fue por el teatro. Para mí era imaginable todo esto, yo trabajaba nueve horas por día en un lugar que detestaba y ahora hago lo que me gusta.

–¿Cómo y cuándo escribís?
-Cambia mucho y depende mucho de cada proyecto. La parte que odio es la de corregir, pero es muy importante entonces la hago muchas veces. En Las cautivas me habían convocado para un festival de teatro en Ecuador y tenía que estar un mes dando clases de lunes a viernes tres horas por día y luego tenía el resto del día libre. Armé todo antes de viajar, investigué, leí y me preparé para ir con la cabeza con ese material porque era un mes clave para escribir y lo hice en quince días, pero no pude conocer nada. Mientras los demás disfrutaban de paisajes bellísimos, yo estaba encerrado. Lo mismo me pasó en China en una residencia de escritores, me quedé también encerrado escribiendo sin poder conocer, soy así.
–¿Cuál es tu método para escribir?
-Leo mucha ficción y tomó nota de ideas, citas , frases, subrayo los libros. Tengo cuadernos en donde escribo de todo. La vida extraordinaria la escribí mucho en un cuaderno en el bar Varela y Varelita.
–¿Continuas con las clases de dramaturgia?
-Si, hace once años que las doy junto con Nacho Bartolone. Tenemos dos grupos de 28 personas, presenciales y virtuales. Lo lindo de las virtuales es que tenemos gente de todas partes, Miami, España, Perú, México, Venezuela, Rosario, Jujuy y Córdoba y la verdad es que enriquece un montón el trabajo, tener sus miradas.
–¿Cuáles son tus proyectos?
-Estoy escribiendo una obra, La Mujer Fantasma, para una compañía catalana que se llama, T de teatre, tiene más de 30 años y son cuatro actrices catalanas. Nos vamos a Barcelona en Junio con y Ian y Caro para montar la obra y estrenarla en octubre. El año nos vamos a Chile a montar una obra que se llama, La gran novela americana, con elenco chileno y después haremos algunas funciones acá. Y después vamos a hacer una obra con la comedia nacional de Montevideo en Uruguay. Continúan las funciones de Una casa llena de agua de Tamara Tenenbaum. El 29 de abril estrenamos en el Galpón de Guevara, Las Moiras, también de Tamara con dirección de Mariana Chaud y las actuaciones de Analía Couceyro, Luciana Mastromauro, Florencia Piterman y Fiamma Carranza Macchi.