Entrevistas

Cristian Drut: «Es muy importante dejar hacer a los demás»

El director tiene en cartel «Los gestos bárbaros», una obra de Juan Ignacio Fernández que realiza funciones en el Picadero. En noviembre, estrena en el Cervantes «Las manos de Eduviges al momento de nacer», escrita por Wajdi Mouawad.

Por Muriel Mahdjoubian Fotos: Prensa

“Son dos proyectos muy diferentes. Las manos de Eduviges al momento de nacer es una obra acabada, terminada, una pieza de un autor extranjero. Y Los gestos bárbaros es de un dramaturgo argentino, Juan Ignacio Fernández», cuenta Cristian Drut, director de ambas piezas. «En el caso de Los gestos bárbaros, Juan escribe sobre los cuerpos de los actores y sobre lo que ellos le devuelven se empieza armar una dramaturgia a partir de nuestro trabajo en escena».

Los gestos bárbaros es una variación sobre los vínculos familiares, un intento de entender el amor y el horror de ser familia. Emilia vuelve a su casa familiar después de muchos años a partir de un inexplicable accidente que le dejó algunas secuelas y no puede recordar.

Según cuenta Drut, «Juan escribe en base a un documental catalán, Más allá del espejo, de Joaquim Jordá, que me pasó Valentina Bassi, pero se dispara para otro lado. Va para el costado que él habitualmente trabaja en sus obras y que tiene que ver con los vínculos familiares. Hubo como un mecanismo de retroalimentación entre lo que él escribía y lo que nosotros ensayábamos. Fue un proceso de mucho intercambio y nos nutrimos de ambos lados”, explica.

«Los gestos bárbaros», la obra que Drut dirige en El Picadero.

Por otra parte, acerca de la otra obra, describe: “Mouawad es un autor que yo vengo siguiendo desde hace muchos años y me encanta. Tiene otra obra que me gusta mucho que se llama Litoral, que es parte de la tetralogía de La sangre de las promesas (Litoral, Incendios, Bosques y Cielos) y, por esas cuestiones de la vida, nunca encontraba el marco para poder estrenar obras de él. Siempre me pareció que la cartelera porteña tiene un porcentaje de autores contemporáneos argentinos muchísimo más alta que de extranjeros”, cuenta el director de Tu amor será refugio, La semilla y Quemar el Picadero, entre otras.

¿Cómo descubrís a estos autores?
-A veces tiene que ver con mi posibilidad de poder acceder a materiales en francés. En el caso del proyecto de Mouawad viene por el lado de su película Incendios. Yo la había visto y me interesaba mucho como él toma la tragedia. Hay una versión de teatro de Incendios, que la dirigió Sergio Renán. En el caso de Mouawad hay algo que a mí me atrae mucho que tiene que ver con la idea de la niebla. Plantea un mundo adolescente, joven, como un momento de niebla donde las cosas no están claras, donde uno no puede ver con nitidez. Es como una idea poética en relación a la juventud y adolescencia que me interesa y resulta muy atractiva.

¿Son procesos largos en general?
-Uno a veces tiene muchas ganas de hacer algo y las cosas no son automáticas. Hay una gran cantidad de obras que hice, que tardé tiempo en llevarlas a cabo por diferentes razones. Cada vez más quiero realizar proyectos sin apuro. No los quiero hacer a cualquier precio ni de cualquier modo. Hasta que no encuentro las condiciones no avanzo.

«Tu amor será refugio», otra de las obras que Drut dirigió.

¿De qué se trata la obra «Las manos de Eduviges al momento de nacer,» que harás en el Teatro Cervantes?
-La obra gira en torno a una familia que arma una especie de entierro falso de una de sus hijas para juntar plata y Eduviges, que es otra de sus hijas, plantea que su hermana no está muerta. Ella decide no sumarse a ese velatorio falso. Además, Eduviges tiene un don: cuando reza, un agua pura sale de sus manos. Su familia organiza una ceremonia haciéndole pagar al pueblo para que vean este milagro. Eduviges se niega pero los padres insisten y el pueblo está cada vez más impaciente.

¿Qué expectativas tenés?
-Es la primera vez en el Cervantes y esta buenísimo para mí poder trabajar en un teatro público. Hay toda una situación que esta dada que tiene que ver con el compromiso de la gente que trabaja ahí y cierto marco que da el teatro público que no lo tenés en el independiente. Tengo mucha expectativa y muy positiva.

¿Vivís del teatro?
-Yo vivo de mi actividad pobremente. Vivo del trabajo docente y después, cada tanto, tengo oportunidades en los teatros públicos. También trabajo en San Antonio de Areco con La Zalzera , que es un grupo referente de allá, en donde el año pasado estrené una obra que se llama Mouseland, tierra de ratones. Fue un trabajo de director por encargo y es un espectáculo de creación colectiva muy distinto a los otros trabajos. Básicamente yo vivo de mi trabajo como docente y después de mis proyectos como director. Me siento un privilegiado de poder trabajar de lo mío y no sé si quiero grandes cosas .

¿Cómo ves el teatro independiente hoy?
-Creo que ahora muchos desean vivir del teatro independiente, pero me parece que todo era más claro cuando uno no le pedía al teatro independiente que fuera una industria o que se disfrazara como tal, que es un poco lo que me parece que pasa desde los 90 para acá. Yo que doy clases; me doy cuenta que la gente más joven quiere vivir rápidamente de la profesión y no sé si está mal igual, pero se pierden cosas.

¿Qué cosas se pierden?
-Probablamente la relación con uno. No tener tan claro si eso que uno produce lo hace porque quiere, porque cree que quiere o porque lo convencieron. Como pasa con los teléfonos: hablás de algo y te aparecen las cosas. Ya no sabés si de verdad querías las zapatillas o es el aparato que muestra la publicidad.

Drut es docente en UNA.

¿Cómo definirías tu trabajo como director?
-Estoy en una etapa que me desconozco un poco, porque estoy en un momento de mucha tranquilidad. Evito situaciones de conflicto y prefiero el diálogo tratando de entender un poco lo que necesita el otro. En una obra cuando armás un equipo se generan relaciones de mucha intensidad y el director en un momento se queda un poco afuera. Los actores tiene un mundo propio, una realidad propia que yo ya no controlo. Me sucedió a partir de Tu amor será refugio, que es un proyecto que a mi me permitió estar ahora en estos otros que estoy. Y tiene que ver con comprender algo de lo colectivo, del arte colaborativo, del trabajo con los actores, con escenógrafos y con todo el equipo artístico. Se llega a eso cuando te das cuenta que no sabes de quién es qué, quién había pensado qué cosas. Me gusta pensar los proyectos desde esa génesis. Es muy importante dejar hacer a los demás.

¿Cómo sos en tu rol de docente?
-La Universidad Nacional de las Artes (UNA) es un esapcio de mucha libertad para mí. No hay algo de lo privado introducido ahí. No entra la lógica de mercado. Mi sueldo no depende de la cuota del alumno. Hay algo de eso que genera mucha libertad trabajando en espacios públicos.Yo creo en la educación pública. Tanto en la UNA como en la EMAD, la mayoría de los docentes son gente que está produciendo en el campo de las artes escénicas en Buenos Aires. Me parece que te vas a encontrar con gente muy interesante sí o sí. Me gusta mucho transmitir. Así como me interesa mucho el laburo docente en relación a la transmisión, también me gusta estar pasando por este momento en el que estoy dirigiendo dos obras y tengo muchas ganas de seguir proyectando cosas.

«Los gestos bárbaros» esta interpretada por Valentina Bassi, Laura Novoa, Silvina Sabater, Francisco Bertin e Ignacio Rodríguez de Anca. Daniel Melero está a cargo de la música. Se presenta los jueves 20 en el Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857). Entradas por Plateanet o en la boletería de la sala.

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