En diálogo con Todo Teatro, el dramaturgo, actor y director, repasa la historia de su obra «Hotel Roma» que se presenta los viernes en Abasto Social Club. Una composición que habla del amor, de su hostilidad, desesperación y, sobre todo, de la masculinidad.
Por Redacción Todo Teatro. Fotos: Gustavo Reverdito.
Formado en actuación y en dramaturgia, la última obra de Marcelo Saltal gira en torno a la hostilidad del amor, aquello no dicho que puede llegar a romper el propio cuerpo. «Hotel Roma» propone intensidad física y pregnancia de los cuerpos, sin dejar de buscar yreflexionar acerca de la sensibilidad. Está protagonizada por Nico Ancarola, Jerónimo Cordero, Gustavo Firpo, Jonás Labarriel, Guillermo Romano y el propio Saltal.
-¿Cómo fue el proceso creativo de la obra?
-La obra se estrenó en 2019 antes de la pandemia, pero yo había comenzado a vislumbrarla dos o tres años antes. Desde que comenzó a macerar seriamente en mi cabeza, primero me surgieron algunas imágenes y luego el tema. ¿Qué hacemos los varones con el amor romántico? ¿Cómo nos llevamos con él? Indagar sobre eso. En el momento en que me nació todo esto yo estaba en pareja, pero cuando arranqué con los primeros ensayos ya no. Esa ruptura influyó mucho en la génesis de la obra. ¿Qué pasa, o mejor dicho, qué nos pasa a los tipos con el amor de pareja cuando la cosa no va, cuando no tiene un happy end? Sería el lado B del amor. ¿Se puede estar roto y seguir apostando aunque sepamos que el amor es vida, la luz misma y todo eso? ¿Realmente es posible? Así arranqué, con todas estas cuestiones que hacen a Hotel Roma pero en carne viva. Esta obra la hice con las tripas. En un comienzo, pensé que iba a ir por el lado del biodrama, partiendo de las experiencias de los actores pero luego la cosa viró hacia otro lado. Esta obra no fue concebida desde el escritorio a la escena, todo lo contrario. Yo tenía el tema, comencé a bosquejar los perfiles de los personajes y sabía muy bien qué mundo quería contar, y de qué manera. Pero el tema era cómo llegar a él. Así que realicé el camino inverso, partí entonces de la escena al papel. Esta obra fue compuesta a partir de la dramaturgia del actor. Y eso estuvo muy bien porque la tornó más vital, visceral. Hay mucha testosterona: son seis tipos los que están actuando todo el tiempo, en escena, al palo. No quise ocultar nada. No poner ningún dispositivo que pretendiera hacer pasar lo que no es por lo que es. La mascarada teatral. No me gusta eso. Al menos no para este proyecto. Así que todo se cocina en la escena misma, bajo el cuentito que contamos y bajo la mirada del espectador. Todo al desnudo. Hay mucho teatro físico. La preponderancia de los cuerpos es más grande que la palabra misma por la virulencia del tema que elegí contar. El amor puede ser un territorio muy hostil, al menos, como nos ha sido enseñado. Entonces esa hostilidad, esa violencia, esa exasperación que tiene la concepción del amor romántico con la que fuimos educados y nos ha puesto tanto en crisis tenía que tomar carnadura en los cuerpos de los actores. Eso fue lo que pasó: llevó a que estos mismos cuerpos, en más de una ocasión, estallen con virulencia.

-¿Cómo fue el armado del elenco?
-El elenco se fue armando a medida que lo iba consumiendo la misma génesis del espectáculo. Fueron un par de años de investigación, de ensayo. Para los tiempos actuales en cómo se concibe, hoy por hoy, una obra en el teatro independiente porteño muchos actores se iban, pasaban dejando su estela y todo eso fue sumando también. El elenco actual se armó en base a ex alumnos míos, castings que hice y compañeros actores con los que he actuado, como es el caso de Guillermo Romano, que suele ser elenco fijo en las películas de este artista maravilloso que es César González.
-¿Qué tipo de exploración propone la obra sobre la masculinidad y las emociones? ¿Hay otras producciones culturales que motorizaron esa búsqueda?
–Hotel Roma hace mella en lo que nos pasa como hombres cuando lo aprendido en torno del amor romántico no sirve, no va. Entonces, pese a la desesperación de como continuar con mi vida cuando algo tan esencial, vital, como es el hecho de poder amar y ser amado no me funciona de acuerdo a como lo fuimos internalizando, qué hacemos entonces para seguir con esos pedazos rotos. ¿Podemos volver a construirnos? Eso es lo que más se desea, claro. Pero qué hacemos con todo el bazar interno que quedó destruido. Intento hacer foco en esta sensibilidad masculina, en ese lado frágil del amor; todo lo opuesto a esa concepción machista, arcaica y tan tanguera del “hombre macho no debe llorar”. Acá mostramos a estos seis tipos sobre el carbón caliente de sus corazones rotos, viejos, andando encima pese a las llamas que aún lastiman, y tan desencajados con eso que los rodea. En crisis. Mostramos el sangrado de la herida. No hubo producciones culturales concretas que me llevaran a que Hotel Roma sea la obra que es, en términos plásticos, estéticos. Sí influencias varias: desde el cine de Leonardo Favio y David Lynch, hasta algunas puestas que he visto en teatro años atrás que tenían que ver con cosas más físicas a la hora de ver sus montajes.

-¿Cómo ves la escena independiente porteña?
-Muy nutrida, y eso está bueno. En la variedad está el gusto, dicen. Y coincido con eso. Tenemos grandes hacedores del quehacer teatral en esta ciudad, desde directores/as, dramaturgos, actores, actrices. Algunos, inclusive, artistas enormes, maestros, con palabras mayúsculas, como es el caso de Kartun. U otros como es el caso de Spregelburd, Daulte; y otros muchísimos más cercanos, más jóvenes donde ver sus trabajos siempre es inspirador. No sé, a veces, ves algunos despliegues en escena o ciertos actores y actrices que te dejan con la boca abierta por la belleza, profundidad y contundencia con la que pelan en lo que están haciendo. Somos afortunados, pese a muchísimas cosas que no están bien, de poder hacer teatro en una ciudad como esta.
-¿Cómo definirías esté momento de tu carrera y qué desafíos están por delante?
-Creo que estoy atravesando un momento de crecimiento, búsqueda y quiebre. Planteándome, en lo más íntimo, de qué modo quiero seguir haciendo teatro. Necesito ponerme a prueba. El actor que hay en mí lo necesita y, por añadidura, el teatrista, director, dramaturgo que soy y que aparecieron gracias al actor. Por lo pronto, lo más inminente que tengo por delante y que está insumiendo lógicamente toda mi atención y energía es Hotel Roma. En breve retomo una gira con «Vil metal» de Maxi Rofrano, una comedia dramática deliciosa que vengo haciendo hace ya un par de años como actor. Al mismo tiempo, se están comenzando a gestar un par de proyectos cinematográficos que me tienen allí. Eso me entusiasma mucho. El cine es mi próximo destino. También tengo en puerta la edición de un par de libros de mí autoría. Todo eso me está esperando en breve, es hermoso… Poder hacer bien todo esto que genero de la forma más honesta y profunda en su realización, es mi gran desafío. En eso ando…
«Hotel Roma» se presenta los viernes a las 22 horas en Abasto Social Club, Yatay 666. Entradas en venta por Alternativa Teatral.