Entrevistas

Truman Capote revive en el escenario en el cuerpo y la voz de Gabriel Oliveri

«Queridisimo Truman» es una evocación al escritor estadounidense, con humor, poesía y música, encarnado por Oliveri, con dramaturgia y dirección de Florencia Bendersky y que agota funciones en la Sala Cunil Cabanellas del San Martín.

Texto: Sandra Commisso. Fotos: Carlos Furman/ Prensa CTBA.

Un hilo invisible unió la vida de uno de los escritores más importantes del siglo XX, Truman Capote, con la del relacionista público de un hotel cinco estrellas, panelista y ahora también actor, Gabriel Oliveri. Una infancia difícil marcada por los prejuicios y la discriminación en un paisaje de provincia con calor agobiante (el sur de los Estados Unidos para Capote y Concordia, en Entre Ríos, para Oliveri), y una vuelta del destino que los ligó, por distintas razones, a las celebridades de su época y sobre todo, a inventarse a sí mismos a partir de un sueño inclaudicable.

Queridísimo Truman los une en escena, con dramaturgia del propio Oliveri junto a la directora Florencia Bendersky, en una biografía musicalizada donde pasan, como cuadros de una galería, los amores, los éxitos, los miedos y fantasmas y las excentricidades del escritor. Evocadas por Oliveri que, desde su infancia encontró en él, un referente y una obsesión y ahora, le rinde homenaje, acompañado en escena por el actor y cantante Sergio Grimblat y el músico Cristóbal Barcesat.

-¿Como surgió la idea de la obra?
G.O: Flor me vio actuando en Microteatro, yo hacía de Hemingway, y me ofreció hacer de Truman Capote. En la charla me preguntó si yo lo conocía, y le dije que soy fan de él desde chico. Había leído su obra, visto las películas que se hicieron sobre él y sus libros, Y además había leído una biografía maravillosa de Gerald Clark. Asi que pusimos manos a la obra, y luego de un año y medio de trabajo, tres meses de ensayo, diez días en New York, para seguir sus circuitos, propusimos la obra al Teatro San Martín. El teatro dijo que sí apenas les presentamos el proyecto. Les pareció maravilloso revivir a Truman Capote, uno de los escritores con mejor «pluma» de la historia.

F.B: Mucho antes de conocerlo personalmente, yo quería trabajar con Gabriel. Lo había visto en entrevistas cuando presentaba su libro hace varios años y me pareció tan carismático e interesante que me generó mucha admiración. Soy amiga de Lili Popovich desde hace muchos años y cuando me contó que ella iba a hacer una obra con Gabriel, quise ir a verlo. Había empezado a mirar la serie Feud: Capote vs. The Swans, dirigida por Gus Van Sant y quedé alucinada con la propuesta y ese nuevo acercamiento a Capote, interpretado a la perfección por Tom Hollander. En general se lo ha mostrado desde la excentricidad o desde el policial y siempre me pareció que quedaba en el estereotipo y su sensibilidad y su profundidad desaparecían detrás de su «cancelación» en los círculos de la aristocracia americana. Cuando lo vi a Gabi actuando, automáticamente pensé que sería un Capote perfecto para mostrar ese otro lado de Truman. Fue amor a primera vista, lo saludé y le dije que tenía que hacer a Capote. A partir de ahí empezamos a trabajar el proyecto.

-¿Qué representa la figura de Capote?
G.O: Yo lo admiro a él como a todos los que se inventaron de la nada. En un mundo tan complicado para salir a flote, es un gran mérito escapar de un pequeño pueblo y hacerse un nombre en una gran ciudad, en un país, y lograr con talento destacarse en el rubro que uno elija. Eso es de un mérito admirable.

-¿Cómo fue el trabajo en conjunto para «Queridísimo Truman»?
F.B: A medida que lo iba conociendo, descubría que él y su historia personal eran tan rica como la de Capote y allí se armó esta biopic biodramatizada. Lo musical siempre está presente en mis obras. Sabía que la forma de amalgamar los mundos de Gabriel y de Capote era la música y convoqué a Sergio Grimblat (actor, cantante, regisser de ópera y director), con quien venimos trabajando juntos hace más de 20 años, para que fuera el partner perfecto y al pianista, arreglador y cantante Cristobal Barcesat, para que tocara en vivo, cantara y realizara los arreglos, las composiciones originales y cómo si esto fuera poco, le sumé el desafío de que actuara. Ya habíamos trabajado los tres juntos con Sergio y Cristóbal en el 2011 cuando dirigí y escribí Eli & Max; Norge; Liebe; Tango, así que los dos se sumaron muy rápidamente. El resto del equipo artístico es mi equipo de trabajo de siempre: Julio López, con quien trabamos juntos desde hace 30 años, para el diseño lumínico, Gustavo Acevedo (que hizo el diseño del espacio de mi anterior obra Limítrofe. La pastora del sol, del autor chileno Bosco Cayo) para la escenografía y el diseño multimedial, Nico Wolcoff en la asistencia (porque sin él no soy nada). La nueva incorporación al team, es el excepcional Julio Suárez (el ganador del premio Goya) en el diseño del vestuario. Ese lujo lo logró Gabriel y yo he sido extremadamente feliz con que tan generosamente se haya sumado.

G.O: Sobre todo fue eso, mucho trabajo. Buscar hacerlo de la mejor manera, y en mi caso no quedarme con nada, entrenar, ensayar, prepararse, darlo todo. Tener la tranquilidad de que cuando la obra se estrenara uno no se haya guardado nada.

-La obra estrenó con localidades agotadas en el San Martín, ¿lo vivieron como una presión extra? ¿Lo esperaban?
G.O: Flor me dijo desde el primer día que esto iba a suceder, yo no lo creía. Y felizmente sucedió. Yo lo viví como una responsabilidad de dar a la gente algo bello, que disfruten y que estéa la altura de sus expectativas. Yo no sentí presión, yo siento mucho amor de la gente que viene. Muchas de estas personas, sobre todo mis amadas señoras y amigas, las conozco de cuando empecé con el Dr. Amor en El Trece, me acompañan hace años y encontraron, encontramos juntos que, la manera de vernos y darnos un beso, es la obra.

F.B: Yo siempre supe que esta obra iba y va a agotar entradas por Gabriel, porque él despierta esas pasiones. Lo bueno es que, después que se estrenó la obra y empezó el boca en boca, también se siguen agotando las funciones que el teatro va sumando, lo que habla bien del trabajo que todos hacemos. El público que más me ha sorprendido es el joven, adolescentes que vienen en grupos grandes y quedan alucinados con la obra, con Capote, con Gabriel y con lo queer. Me gusta que, en un momento en dónde se ha pretendido desde el poder instalar la creencia homo-odiante, podamos hablar desde la ternura y llegar a otros públicos, dejar de hablarnos solo entre nosotros, para que nuestro mensaje amoroso penetre en esos lugares a los que, de otro modo, no llegaría. Creo que son estos los espacios a conquistar y nada mejor que el teatro para hacerlo.

Queridísimo Truman sumó funciones el 5, 6 y 7 de noviembre a las 19.30 y el 8 y 9 de noviembre a las 18.30, en la Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530.

Deja un comentario