El espectáculo, dirigido por Tomás Soko, mezcla lenguaje audiovisual, teatro físico, con objetos y música. Se presenta en el Café Artigas, con entradas a la gorra.
Texto: Sandra Commisso. Fotos: gentileza VHS.
El tercer jueves de cada mes, a lo largo de todo el año, Nico Capristo tiene una cita casi religiosa: presentar su espectáculo VHS, en el Café Artigas, la sala del barrio de La Paternal, donde todas las propuestas que se presentan son a la gorra. La sala siempre está llena y el clima teatral, alejado de los circuitos más tradicionales, se mantiene igual de vivo y con mucha mística. En VHS, un unipersonal que su autor e intérprete describe como grotesco, el público asiste a un ritual la memoria por parte del personaje que interpreta Capristo. Con dirección de Tomás Soko, la obra propone unos cuantos interrogantes: ¿cómo se guardan en el cuerpo los recuerdos?, ¿cómo transformamos los recuerdos particulares en relatos colectivos? Sergio, el protagonista, solo, en su departamento heredado es atravesado por el mundo de las películas, gracias a las cuales despliega el aspecto onírico de los recuerdos y vuelve, con su memoria, a tiempos y lugares de los más variados.

-¿Cómo surge tu espectáculo?
–VHS surge en 2016, en el marco de un taller de creación coordinado por Diego Mauriño. Al finalizar el taller, di a luz a un material unipersonal en formato de número de Varieté de 20 minutos de duración que se llamaba Fruit Killer. Hasta el 2022, el número se presentó en otras varietés, ciclos, y demás eventos. Sobre finales del 2022, tomé la decisión de trabajar el material para llevarlo a un formato de obra, y de encarar la producción también. Conversé con Tomás Soko, a quien había visto actuar en Un Domingo, y quien también realizaba su propio unipersonal. Con él y con Malena Caporaletti, multiinstrumentista y compositora, con quién habíamos compartido un proyecto artístico, y nos embarcamos los tres a hacer crecer el espectáculo.
-¿Hubo muchos cambios de un formato a otro, más expandido?
-Hay una base estructural de lo nostálgico y melancólico, del trauma y los recuerdos que estaba presente en el número original, pero la inclusión del cine, las películas, los VHS, y las conversaciones con su psicoanálista Gustavo, fue en gran parte lo que se incluyó posteriormente.
-¿Qué es lo más interesante de hacer la obra una vez por mes, a lo largo de todo un año y sostener el entusiasmo?
-El desafío, por supuesto, es poder tener una constancia, en cuanto al público y propio de no alejarme del material, que «no se enfríe» por decirlo de alguna manera. A su vez creo que el formato novedoso que plantea Café Artigas, fuera de las lógicas de temporadas semanales, le da a su vez un aire al material. Y a mí mismo en relación a él, sobre todo cuando es un espectáculo que vengo haciendo desde el 2023. Creo que la clave es buscar la justa medida entre soltar, y mantenerlo cerquita. Un trabajo de hormiga, pero que me mantiene en estado de conexión emocional con el material que, de cualquier forma, se sostiene por ese puente empático que logra generar con el espectador, que es una de las potencias que logramos en VHS.

–En la obra conviven muchos lenguajes: lo audiovisual, los objetos, el teatro físico, la música. ¿Cómo se fue organizando todo?
-La mezcla de lenguajes fue algo absolutamente buscado. La idea de que Tomás Soko, alguien que viene del universo del circo, tome la dirección, que hayamos contado con la participación de Diego Mauriño, desde la asesoría dramatúrgica, fue el punto de partida inicial. Después se fueron sumando los aportes que muchas personas en la etapa creativa, sumada a mi experiencia actoral, y del teatro físico, todo esto orquestado por una música que marca el ritmo del espectáculo. La idea original siempre fue crear un espectáculo interdisciplinario. Aquí buscamos un diálogo entre distintos lenguajes, propuestas, en dónde personas muy talentosas acercaron sus conocimientos en función de lograr esta idea de que la obra tenga sostenes y diálogos diversos. Al ser un unipersonal, trabajamos mucho la idea sobre cómo los distintos elementos (incluído el intérprete) van tomando el foco. Desde muñecos, la música, videos en formato VHS que reproducimos en vivo, o trucos analógicos que traen ternura, juego y mucha presencia al mundo profundo sensible y torpe que construye VHS.
-Como parte de una generación que está comenzando a abrirse paso en el medio teatral, ¿qué opinás del panorama actual?
-Veo un panorama difícil tanto social, como cultural, y el teatro no es una excepción.
Hay menos apoyo del Estado, las universidades públicas están desfinanciadas y esto se siente y duele que así sea. Como graduado de la Universidad Nacional de las Artes, sé en carne propia lo que estos apoyos significan para nosotros. Pero por supuesto, cómo dijo Osqui Guzmán, el teatro nacional se seguirá haciendo, sin importar la coyuntura. Será con menos luces, con menos escenografía, pero no se va a detener nunca. La calidad teatral que hay en este país es alucinante, la creatividad, el talento, hacen que uno sienta que está donde tiene que estar, para quienes respiramos teatro. Ojalá podamos vivir pronto tiempos mejores, en donde la creación y la cultura tomen la relevancia que merecen, porque como trabajadores de este sector, sabemos del valor que tenemos. Lo sentimos en cada encuentro con colegas y con los espectadores. Este año, participé de la Asamblea Entrá, una organización apartidaria e independiente creada por artistas de las artes escénicas, y juntos pudimos, entre otras cosas, ser punta de lanza para la lucha que finalmente logró que cayera el decreto 345, Me parece que eso da la pauta de que la escena nacional está más viva que nunca.
VHS se presenta los terceros jueves de cada mes, en Café Artigas, Artigas 1850. Entradas a la gorra. Se reserva desde el Instagram de Café Artigas: @cafe.artigas.
