Directora y bailarina, Mercedes Speroni acaba de estrenar -por únicos cuatro domingos- su espectáculo «Por suerte me tengo a mi» en El excéntrico de la 18º. Propone un performance entre «su monstruo y ella», en un encuentro entre la danza contemporánea y la danza Butoh.
Texto: Redacción Todo Teatro. Fotos: gentileza prensa.
Por suerte me tengo a mi es un continuo intento, no de superar el dolor sino de mirar el miedo y el rechazo a estar solos con nuestros fantasmas. Un rechazo que opaca nuestra confianza, nuestra autoestima y debilita nuestros cuerpos. La obra de Speroni, que está acompañada en escena por Silvina Tenenbaum, trata de esos abusos que quedan en el cuerpo, de un cuerpo tratando de callar sus voces y su sexualidad, de esas voces que en realidad no están para debilitarla sino para permitirle abrazar sus contradicciones.
-En «Por suerte me tengo a mí», el cuerpo es escenario y protagonista del relato. ¿Cómo fue el proceso de pasar por estos dos cuerpos las memorias y resistencias del relato?
-Justamente por estas contradicciones que transita el propio cuerpo como ser humano complejo es que el proceso se vivió con resistencia y al mismo tiempo con alivio de darle lugar a las memorias y a las viejas creencias para que vayan perdiendo su peso. El proceso fue y es una mirada constante a lo que fácilmente se puede rechazar. Una mirada hacia una realidad sensitiva que necesita de menos distracciones.

-La obra plantea un diálogo entre la danza contemporánea y la danza Butoh. ¿Qué te aportó esta fusión a nivel expresivo y qué desafíos encontraste en ese cruce?
-Me aportó y nos sugirió trabajar con otros tonos del propio cuerpo. Estos tonos nos traen distintos estados y emociones. El desafío es escuchar y decidir en ese momento qué mirada, qué imágen le voy a devolver a la piel, a los huesos, a los músculos. La danza Butoh me hace recordar, bailar lo ausente y que los bordes entre mi cuerpo y el cuerpo espacial se vayan despejando, se perciban con menos distancia. El desafío de estos cruces es estar presente con todo lo que aparezca y recordarnos qué el cuerpo ya es historia en sí mismo, ya es expresivo, por eso intentar no imponer que cuente, que haga o que diga, sino ir a favor de lo que aparezca, y como todo es una práctica.
-¿Cómo fue el proceso de creación y de trabajo conjunto con Silvina Tenenbaum?
-El proceso fue dedicado. Nos importó darle el tiempo necesario para que el movimiento honesto surgiera y ponerlo al servicio de la escena. El proceso es comunicación, confianza una en la otra, desafíos constantes, dudas. La creación por algunos momentos se sintió con mayor horizonte y por otros con preguntas interrumpidas. Creo que es ahí donde tuvimos la capacidad de navegar con menos imposiciones de una única forma. Todo es danza, ceder a la danza, a la voz sin descartar ningún movimiento desde el control.
-El monstruo, el miedo y la culpa son figuras clave en la obra. ¿Cómo fue tu proceso personal de enfrentarte a esos temas desde la creación artística?
-Mi proceso personal fue y es una invitación a escuchar que hay debajo de esos monstruos, miedos, culpa. Detectar a qué creerle y a que no, que esos pensamientos no crezcan tanto deformando la realidad. Mirar, observar, escuchar es el principio de cada proceso y es ahí donde tuve que poner el foco y como desafío permanecer, sostener esas esquinas de mi cuerpo que margino. El proceso sigue siendo querer la que hoy soy, con la que a cada rato me veo y recordarme que por suerte me tengo a mí.

-Además de performer, sos directora, bailarina y productora de cine. ¿Cómo conviven todas esas distintas formas de narrar en tu búsqueda artística?
-Creo que conviven con entusiasmo, con ansiedad, en comunión, con sentimientos… y eso me hace sentir viva. En todas trato de que mi intuición no se duerma. Con el tiempo voy conquistando mayor seguridad y es justamente esta seguridad la que me trae libertad. Y con libertad me refiero a creer que ningún estado es permanente ni infinito. Artísticamente me interesa poder jugar y comunicar estas expresiones partiendo desde lo profundamente lúdico, moldeable.
-Por lo que comentaste anteriormente, la obra pone en escena el abrazo de las contradicciones, la aceptación de lo que somos hoy. ¿Qué le dirías a quienes sienten que su historia, su cuerpo o su voz no tienen lugar en el escenario?
-Les diría que entiendo lo que sienten, que busquemos nuevos escenarios, comenzando por el de la imaginación. Les diría que no estamos solxs en esa sensación, que dejémonos encontrar por alguna red de miradas igual de vulnerables, fuertes y capaces que nosotrxs. Les diría que si quieren pueden partir de lo más cercano, próximo que es compartir ese dolor, frustración, deseo, etc. Desde ya si a alguien le interesa hablar conmigo de los caminos expresivos estoy disponible. Por suerte nos tenemos.
Por suerte me tengo a mi tiene funciones los domingos de septiembre a las 20 horas en El excéntrico de la 18º, Lerma 420. Entradas en venta en Alternativa Teatral.
