Performance, site specific y película, todo en una misma propuesta es lo que salió de la mente creativa del director Diego Stickar, miembro del equipo de audiovisuales del Complejo Teatral de Buenos Aires. En esta charla con Todo Teatro, nos cuenta sobre «Ruge».
Texto: Redacción Todo Teatro. Fotos: gentileza prensa.
Protagonizada por Florencia Bergallo, Mónica Raiola, Miranda de la Serna y Margarita Molfino, Ruge es, por un lado, una película de cine expandido y, por el otro, una performance donde cada función es única ya que el montaje lo realiza el mismo director en vivo y en directo, manipulando imágenes grabadas y otras generadas in situ con un conjunto de elementos dispuestos en su mesa de trabajo. El elenco de esta original experiencia, que se realiza en el predio donde funcionara un molino harinero en pleno barrio de Balvanera, lo completan Maruja Bustamante, Lali Álvarez, Matías Dinardo, Lucía Raz, Silvina Katz, William Prociuk, Juan Cruz Gallego, Mariana Bianchini y Ariadna Prime.
En un mundo post-apocalíptico, tres generaciones de mujeres artistas (Ángela, Carola, Olga y Fedora) junto a sus amigas crean «el nuevo cine», un movimiento contracultural que les brinda herramientas para enfrentar la hostilidad del entorno. La experiencia explora cómo el arte y la creación se convierten en actos de resistencia y conexión humana en tiempos difíciles. Cada función cuenta con un invitado y un moderador para la charla posterior. En el estreno fueron Mariana Bianchini y Silvio Lang, este domingo harán lo propio Marcos Zoppi y Alejandro Tantanian, y en la función del 24 de agosto estará Sergio Álvarez más un moderador sorpresa.

-¿Cómo surge la idea de «Ruge» y qué te motivó a trabajar desde el formato de cine expandido en lugar del lenguaje cinematográfico tradicional?
-Surge desde la necesidad de salir del marco de la pantalla. El cine reúne muchas artes que están todo el tiempo dialogando entre sí, pero necesitaba sumarle el riesgo del vivo y el directo. Que la peli sea un espectáculo performativo, que cada función tenga su particularidad y que nunca se repita, eso es lo que me motivó a pensar este formato. Para mi es como un recital de rock. Cada función siento que salgo a tocar. Tocar (literalmente) la película, porque la edito en vivo con equipos de video analógicos, y esa magia de generar atmósferas y efectos visuales y sonoros hace que la propuesta sea inmersiva, que vaya más allá de una imagen “bien filmada”.
-¿Cuánto de teatral tiene la propuesta considerando que hay algo de site specific, performance e intervenciones en vivo?
-Lo teatral está muy presente. Hace 10 años que trabajo filmando obras en el Teatro San Martín, y eso me ha influenciado mucho. Si bien a los directores de cine nos cuesta (por lo general) exponernos, ésta es para mí la oportunidad de ponerme en ese lugar incómodo. Para eso me armé un personaje, estoy en escena al costado de la pantalla interactuando con los materiales, hay un vestuario que es coherente con la estética de Ruge, me convierto en un integrante más de esa comunidad gótica-punk que se ve en la película. La puesta teatral le aporta a la experiencia algo que me parece hermoso y es ese elemento del vértigo, porque todo puede “fallar”, un cable que no funciona, una luz que no encienda, un sonido que no suene… todo eso en vez de considerarlo un error lo tomo como parte de la narrativa y lo incorporo al espectáculo.
-En «Ruge» hay una reivindicación explícita del uso de tecnologías obsoletas y elementos fuera del mercado mainstream. ¿Qué te interesa de estos dispositivos y qué tipo de estética creés que generan?
-Desde 2011 trabajo con tecnología obsoleta, muchos de mis videos, performances e instalaciones tienen eso como característico. Hay un lado un poco nerd que hace que me involucre con lo tecnológico y hay otro lado más melancólico que me hace recordar a cuando tenía 10 años y vivía en La Pampa, jugaba a filmar películas con una cámara hogareña y ahora me parece que estoy haciendo lo mismo. La actitud de juego es lo que me saca del mercado mainstream. Esos objetos olvidados que quizás muchas personas descartan por su calidad de imagen, por formatos que ya no sirven o porque no “funcionan como deberían”, todo eso me interesa rescatar. Encuentro belleza, encuentro historias, texturas, hay vida en eso que para otros ya es basura. Políticamente es coherente con lo que plantea Ruge: no es necesario una cámara carísima para hacer tu película, no es necesario seguir reproduciendo un sistema estandarizado para hacer una peli. En cierto modo es encontrar la propia forma de hacer cine, sin tanto condicionamiento de lo que pide el mercado. Ir por otro camino hace que lleguemos a otros resultados, eso lo vuelve particular y personal.

-La historia se sitúa en un mundo post-apocalíptico donde el arte aparece como forma de resistencia. ¿Sentís que eso refleja tu propia mirada sobre el rol del arte hoy?
-“Resistir es insistir” eso es lo que se dice en Ruge. Más que mi mirada diría que es una actitud, no la pienso mucho, es algo que nace, es un impulso de vida. El arte que me interesa y los artistas que son mis referentes siempre están inconformes, hay una rebeldía ahí, unas ganas de luchar por lo que creemos que es justo para el mundo, para la vida. El rock tiene eso también, Ruge tiene esa fuerza de hacer, de comunicar, de no tenerle miedo al cambio y esas características hacen que sea disruptiva. Es una película que se ríe de sí misma, que se permite todo sin juzgarse, eso me fascina. Estamos en un momento en el que el mundo cambia minuto a minuto de modo acelerado y drástico, y el aprendizaje es re-armarse, juntarnos, hacer comunidad, y seguir.
-¿Cómo es para vos la experiencia de manipular en vivo las imágenes, siendo a la vez director y performer? ¿Qué te aporta este montaje performático respecto al montaje tradicional?
-Ya he tenido otras experiencias en las que manipulo imágenes en vivo y en directo, pero eran proyectos en los que los materiales se sostenían desde lo conceptual, o lo visual. Acá es otra la dinámica porque me interesa lo narrativo, y no me refiero a la historia sino a narrar desde el uso de esos recursos, desde los estímulos que generamos. Esto lo vuelve más abierto al montaje, es una película que nunca está acabada, por lo tanto es una película abierta. El cine tradicional intenta ocultar cómo se hacen los efectos o sus defectos: Ruge no le teme a eso, de hecho expone cómo se hace todo. Es una invitación a la cocina, a ver cómo se empieza a armar y a desarrollar las tramas. Hay momentos en los que no me siento el director, sino un instrumento más de todo ese engranaje. Uno de los diálogos me suena con esto que digo: «¿Somos nosotras las que creamos ésta película? ¿O es ella la que nos crea a nosotras?»

-¿Cómo conociste la sala Oasis y que le aportó la locación tan inusual de un molino abandonado en pleno barrio de Balvanera a la concepción de la historia?
-Conocí el molino el año pasado porque mi productora Andy Invernazzi me llevó ahí y cuando lo recorrí dije: “acá hay una película”. Fue un momento en el que salía mucho a las manifestaciones y volvía a mi casa prendido fuego, me sentaba y escribía manifiestos, me preguntaba por qué es importante estar vivo en este momento. ¿Por qué es importante luchar? ¿Por qué es importante la cultura? Y todo eso se transformó en Ruge. Escribí el guión pensando ya en hacerlo íntegramente en esa locación (que es inmensa). Sabemos que ya estamos en un colapso que avanza cada vez más, entonces me imaginé un mundo bastante idealista en el que me gustaría vivir. ¿Qué pasaría si ya no podemos pagar más alquileres porque están demasiado caros? ¿Y si nos juntamos con mis amigos artistas y nos vamos a vivir a una fábrica? ¿Cómo sería nuestra comunidad? ¿Cómo seríamos conviviendo y haciendo cine a pesar de todo? Recuperar ese espacio fabril abandonado fue otro de los motores para el proyecto. Y a partir de ahí armamos “Sala Oasis”, le dimos identidad y movimiento. Por eso estas primeras funciones quisimos que sean ahí, en los escenarios donde se filmó la peli, es un modo de agradecimiento al espacio.
-En cada función hay un artista invitado interviniendo y luego un conversatorio. ¿Qué lugar ocupa la colaboración y el debate de ideas con el público en tu propuesta artística?
-La actitud de tener invitados en cada función es seguir abriendo capas y capas de la peli. Son todos artistas a quienes admiro y resulta hermoso que puedan aportar y ser parte de Ruge. También contribuye a la idea de lo único de cada función. La peli nunca se ve igual, nunca suena igual y nunca es contada en el mismo orden cronológico. Por lo tanto es un sistema permeable a aportes. La decisión de los conversatorios va por el mismo lado: ¿es necesario hablar de lo que presenciamos? Sí. Es muy necesario ese intercambio con el público, para mí el cine es eso. Ese diálogo. La peli es una excusa para luego poder comunicarnos, intercambiar ideas, experiencias. Y cada devolución me queda resonando para probar cosas en la próxima función. Todos son aportes, todo es nutrición para Ruge.
Ruge se presenta los domingos de agosto a las 19 horas en Sala Oasis, Gral. Urquiza 343. Entradas en venta por Alternativa Teatral.
