Detrás de escena

Amanda Bond, Julieta Correa Saffi y Nadia Fürst, las actrices al frente de «Tres mujeres audaces»

La obra de Mario Diament que se presenta los viernes en el teatro El Tinglado pone en escena a tres personajes femeninos clásicos que continúan sus historias más allá del final de las obras que protagonizaron. Dialogamos con ellas antes de la función de esta semana.

Texto: Redacción Todo Teatro. Fotos: gentileza prensa.

Casa de muñecas, de Henrik Ibsen (1879), La señorita Julia, de August Strindberg (1888) y El tío Vanya, de Antón Chejov (1898), son tres de las obras que definieron el teatro contemporáneo. Las tres tienen fuertes personajes femeninos, cuyo comportamiento adelantó algunos de los temas fundamentales de la revolución feminista que comenzó a gestarse a comienzos del siglo 20. Los momentos finales de estas tres obras proponen inquietantes preguntas. ¿Qué pasó con Nora después de su partida? ¿Qué sucedió con Julia, que se marcha con una navaja con la que propone quitarse la vida? ¿Qué pasó con Elena, que sacrifica su juventud y su belleza para irse con un viejo que se lamenta permanentemente con sus achaques? Estas cuestiones constituyen la premisa de Tres mujeres audaces, texto de Mario Diament que cuenta con la dirección de Mauro J. Pérez y las actuaciones de Amanda Bond, Julieta Correa Saffi y Nadia Fürst.

La obra nos lleva hasta 1899, cuando el viejo siglo está a punto de terminar, las tres coinciden en un barco que viaja de Hamburgo a Buenos Aires. «En lo personal, siempre me atrajo el personaje de Elena de Chejov. Esa mujer que es deseada por todos, alrededor de quién giran los demás personajes. Sin embargo, nunca sabemos qué desea ella, es arrastrada por la inercia de su vida, se deja llevar y así languidece. Creo que Mario Diament captó muy bien la esencia contradictoria, nebulosa, de Elena. Al mismo tiempo, le construyó un desarrollo de gran dramatismo y le dio la posibilidad, al final de la obra, de entender algo sobre sí misma. El viaje hacia Buenos Aires termina siendo un viaje hacia adentro de sí misma: al encuentro de sus deseos, de sus traiciones, de sus renuncias, de sus miedos», analiza la actriz que le pone el cuerpo a Elena, Amanda Bond. «Por las situaciones que le toca atravesar, es sin duda un personaje que me sensibiliza mucho y que me exige mucha concentración y presencia. Siento una gran responsabilidad también, porque muchas mujeres han pasado y siguen pasando por situaciones como las que sufre Elena. Para mí fue un desafío construir un personaje alejado en el tiempo, donde las mujeres teníamos muchas menos oportunidades que ahora. Construirlo sin juzgar sus decisiones ni acciones, que por momentos pueden ser incómodas o inentendibles desde una mirada actual. Construirlo desde una mirada sensible, dando lugar a esas contradicciones en el cuerpo, en la forma de hablar, en la forma de moverse. Siento que es un personaje de gran intensidad y complejidad, por lo que sigue siendo un desafío ir cada viernes a su encuentro».

Nora, Julia y Elena viajan solas hacia la «Reina del Plata» como la llama Johny Morton, encarnado por Miguel Sorrentino. Johny, un bailarín de tango y el único hombre que vemos en escena, representará para cada una de ellas algo distinto: la lucha de clases, un amante, un marido que quedó en el olvido… pero jamás un igual. «Mario escribe un encuentro entre estos tres personajes maravillosos que deja ver la sensibilidad y el espíritu solidario que hay entre ellas. Es una reunión que cobra un valor y una fuerza que, desde la primera lectura, me emocionó. La incorporación de Nora en ese imaginario la muestra con su valor, con su necesidad de búsqueda interna a flor de piel, pero también haciéndose cargo de sus contradicciones y dejando entrever las decisiones que tomó y sus consecuencias. Es muy interesante descubrirla habiendo logrado entender ciertas cosas: sobre el mundo, sobre sus deseos y sobre su sed de seguir el camino hacia su felicidad. Es una mujer audaz, como bien lo dice el título de la obra, que está aprendiendo y viviendo, y es hermoso poder contarla de esa manera», analiza Julieta Correa Saffi. A lo que Nadia Fürst, suma: «La incorporación de la Señorita Julia en este plan imaginario funciona como un catalizador de tensión y deseo. A diferencia de Nora y Elena, que quizás están más contenidas en sus modos; Julia es pasional, impulsiva y se mueve al borde del colapso emocional. Su ingreso en este espacio compartido le aporta a la obra una energía más salvaje, sexual y conflictiva. Julia simboliza el choque entre los impulsos personales y las estructuras sociales opresivas. Ella encarna la dimensión más cruda de la lucha de clases y del deseo de transgresión. Su presencia dramatiza y potencia los contrastes con Nora y Elena. Aunque estas mujeres provienen de mundos distintos, todas enfrentan la misma pregunta central también: ¿cómo ser libres en un mundo que las define por su rol social, su género y sus vínculos con los hombres? Creo que Julia al ser la más impulsiva las pone en jaque y tensiona».

Con escenografía de Héctor Calmet y vestuario de Paula Molina durante setenta minutos viajamos a la Belle Époque en la proa de un barco de fines del siglo XIX. La música de Pablo Viotti y la iluminación de Manuel Mazza hacen sus aportes a las escenas cargadas de intensidad emocional donde estas tres mujeres nos preguntan: ¿cuál es el límite entre el deseo y la perversión? ¿Se puede malinterpretar el deseo? «Siento que Nora es un personaje que me enseña mucho, que me pone en juego como actriz y como mujer. Desde el primer ensayo, y hoy con el correr de las funciones, me invita a reflexionar profundamente sobre nuestro género. Hablar constantemente de la libertad, la autovaloración, la valentía y las contradicciones humanas hace que, como actriz, transite una búsqueda por lugares muy profundos. Particularmente, siento que estos temas resuenan y se arrastran en mi día a día, en mi propia cotidianeidad. ⁠Si bien nuestras realidades son muy distintas, muchas veces me encuentro pensando en las preguntas que Nora se hace en la obra: ¿Quién soy? ¿Qué lugar ocupamos nosotras en el mundo? Preguntas que, en los últimos tiempos, hemos abordado con fuerza desde nuestros movimientos, pero que la genialidad de Ibsen ya ponía en tela de juicio. Creo que ese sentimiento es símbolo de la movilización interna que este personaje causó en mí, sobre todo teniendo en cuenta la humanidad con la que Mario Diament la escribe», puntualiza Julieta. «⁠Nora es un personaje clásico, emblemático, muy conocido por los lectores. Fue un gran desafío, junto a mi director, encontrar una voz propia para esta Nora, nuestra versión. Trabajamos desde la ingenuidad, buscando descubrir qué pasó con ella luego de su partida. También fue un desafío mirar a estos personajes con los ojos de aquel tiempo, y no desde la mirada actual. Si bien hoy hemos avanzado mucho como mujeres en relación a nuestros derechos, lo increíble es ver la vigencia de estos personajes y su búsqueda de respuestas ante cuestiones por las que aún seguimos luchando».

Para muchos, el pasado de Nora, Julia y Elena es conocido. Para otros, será la primera vez que se acerquen a estos clásicos del teatro universal, treshistorias que nos irán contando sus protagonistas. Porque Mario Diament dialoga con Ibsen, Strindberg y Chejov, a través de las conversaciones que entablan las protagonistas, tanto de lo que dicen como de lo que callan. «Julia cambia de estado constantemente, pasa del deseo a la humillación, de la seducción al colapso. Eso me exigió estar disponible emocionalmente todo el tiempo, sin juzgarla, principalmente, pero sí entendiendo su contexto y su desesperación por romper con lo que la oprime. El desafío de composición más grande fue lograr que esos contrastes no se volvieran exagerados o caricaturescos. Tenía que construir una lógica interna para sus cambios, para que no fueran impulsivos porque sí y quedé como una nena caprichosa sino que tuvieran raíces en su historia familiar, la relación con el poder, la tensión de clase, el lugar de la mujer en su tiempo. Y la rivalidad que ella siente con los hombres también», recuerda Nadia. «Además, al estar en diálogo con Nora y Elena, el reto fue no competir con ellas, sino encontrar qué aporta Julia al entramado colectivo. Cómo su energía disruptiva complejiza el grupo, cómo su intensidad desenmascara a las otras, y también cómo se espeja en ellas. Creo que la sororidad entre ellas se ve y es de lo más lindo de la obra. El vínculo que pudimos construir entre nosotras, de unión. De no juzgarse y acompañarse. Porque en definitiva están las tres en la misma».

Tres mujeres audaces tiene funciones los viernes a las 20 horas en El Tinglado, Mario Bravo 948. Entradas a la venta por Alternativa Teatral y en la boletería del teatro.

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