La actriz forma parte del elenco de «La función que sale mal» en el Multiteatro mientras que «La fragilidad de las casas», la obra que escribió y dirige se presenta en el Teatro Armenia.
Texto: Sandra Commisso. Fotos: gentileza prensa.
Actriz de mucho recorrido, Victoria Almeida le está dando cada vez más espacio a su faceta como dramaturga y directora. Ahora, además de ser parte del elenco de la comedia La función que sale mal, en el Multiteatro, es autora y directora de La fragilidad de las casas, que se presenta los sábados y domingos en el reinaugurado Teatro Armenia, en Palermo.
En La fragilidad… actúan Guadalupe Docampo, Facundo Mejías, Julián Rodríguez Rona e Irene Vivanco. Y en La función… que dirige Manuel González Gil, el elenco lo completan Diego Reinhold, Héctor Díaz, Fredy Villarreal, Dan Breitman, Gonzalo Suárez, Maida Andrenacci y Federico Ottone.
Los programadores de la nueva sala de Palermo, Marcelo Melingo y Horacio David, la contactaron para abrir el espacio al público. «Ellos habían visto una obra mía de 2015 y me convocaron. Es una apuesta fuerte del circuito independiente y una gran responsabilidad y honor para mí», dice Victoria. «Pero como somos seres muy mutantes, esa obra ya no me representa así que les propuse La fragilidad de las casas, en donde hay cuatro personajes en escena y pasan muchas cosas todo el tiempo».

-En la obra los personajes están constantemente en acción, se involucran mucho en lo corporal, tocan música en vivo, hay material audiovisual y también hay una acróbata. ¿Cómo fue coordinar todo eso en escena?
-Si, hay muchos mecanismos funcionando a la vez, incluso máscaras, y mucho de lo que sucede terminó de tomar forma mientras lo ensayábamos. Por ejemplo, Julían sumó la música post punk. Y lo de las casas de papel fue saliendo mientras lo preparábamos porque fue un proyecto de un año. A veces las mejores ideas surgen de la necesidad económica. Para esta obra, junté muebles de la calle, usé objetos que me prestaron amigos. Hacer teatro independiente requiere de mucha energía y ganas. pero es lo que hago desde adolescente y es lo que amo.
-¿Qué es lo más atractivo de escribir y dirigir?
-Para mí lo más lindo de dirigir es abrir el juego y que cada uno aporte algo al proyecto. El rol de actriz, sin dudas, es mucho más cómodo. Con la escritura y la dirección me siento más expuesta y paso más nervios que cuando actúo. Y siempre busco ver algo que me guste ver a mí como espectadora, algo que implique un viaje, menos intelectual.
-La obra tiene un ritmo impresionante que requiera de enorme coordinación, sobre todo porque es comedia y el humor es implacable con el tempo, ¿es así?
-Tal cual, yo traté de no solemnizar la historia que habla de la dificultad de los vínculos hoy en día, desde el punto de vista del personaje femenino que hace Guadalupe. Y frente al posible golpe bajo, aparece el chiste. Ese fue el gran desafío: no victimizar. Y por eso hay mucha metáfora, y un clima onírico y poético.

-¿Cuánto de experiencia propia hay en lo que muestra el personaje?
-Lo de las casas y las mudanzas es bastante personal y resultó el disparador para relacionarlo con los vínculos que ella va desarrollando en cada casa a la que se muda. Cada mudanza es como un capítulo nuevo para ver qué entiendo, qué aprendí y qué observé desde mi infancia hasta hoy sobre el tema. Cómo pensamos las parejas hoy en día, la dificultad para encontrarse en una sociedad donde todo parece descartable. Pero a partir de ahí, es ficción, lo propio está borroneado, no es autobiográfico.
-Hay muchas situaciones, como las del personaje de la madre, que vuelta por el escenario, ¿las pensaste con la premisa de que fuera una acróbata quien lo interpretara?
-Sí, trato de tener mucha precisión en la puesta aunque muchas veces después me sorprendo con lo que surge en el escenario. En el caso de la acróbata lo pensé así desde el inicio, no fue fácil resolverlo y recién pude juntar todo en escena una semana antes.
-Una apuesta bien arriesgada.
-Un vértigo total, los nervios de punta. Pero el resultado y la respuesta del público es tan hermoso que todo se acomoda. El teatro es ir viendo qué pasa cuando salís del texto y lo llevás al escenario, cuando se pone el cuerpo.
-¿El público se siente identificado?
-Los comentarios son increíbles, sobre todo porque son de distintas generaciones y no sólo con el público femenino. Muchos varones se acercaron para decirme que les pasaba lo mismo. Evidentemente, el tema de vincularnos hoy en día, es una dificultad para todos por igual.

-¿Qué experiencia nueva te aporta el hecho de escribir y dirigir además de actuar?
-Escribir es algo que yo pensaba que no podía hacer. Hace como 8 años me inscribí en la EMAD para Dramaturgia y ahí se abrió un mundo maravilloso, y ahora es un goce escribir. Pero siempre estoy buscando cosas nuevas para sumar. Ahora estoy aprendiendo violín, toco pésimo pero no me importa porque lo disfruto. Tengo baja la vara de la frustración y le estoy perdiendo el miedo al ridículo fuera del escenario. En cuanto a dirigir, lo vivo muy intensamente, sufro mucho. Pero me encanta, significa que estamos vivos.
-Mientras tu obra está en escena, los fines de semana en la sala de Palermo, vos estás en otro escenario en la calle Corrientes. ¿Cómo lo vivis?
-Lo llevo bien. Me graban una función por semana para poder verla y seguir ajustando cosas. Y con La función que sale mal, la paso genial. Es un laburo grupal muy lindo, con un sentido del humor típico inglés, infalible y con lo físico todo el tiempo en acción. Es una obra muy divertida y reír en estos momentos viene muy bien.
La fragilidad de las casas tiene funciones los sábados a las 21.30 y los domingos a las 20 en el Teatro Armenia, Armenia 1366. Entradas por la web de la sala o por Alternativa teatral.
La función que sale mal va de miércoles a domingo en el Multiteatro, Av. Corrientes 1283. Entradas por la web del teatro.
