Norman Briski dirige esta pieza que indaga sobre una de las figuras más llamativas y misteriosas de la literatura argentina. Se presenta en el teatro Calibán.
Texto: Maxi Curcio/Fotos: Lucrezia Fiorito y Nazareno David.
Para Norman Briski, cada proyecto abordado indica una elección ética; su teatro es sinónimo de coherencia, revolución, ritualidad y hecho emancipatorio. Calibán, usina de intérpretes y estudiantes, gran familia artística fundada y concebida por el actor, director y dramaturgo, fue el lugar elegido para el estreno, luego de varios años de ensayos, de una de sus obras más esperadas: Maxidonio, el puchero misterioso. El sentido colectivo y popular se propaga dentro de las paredes de este auténtico espacio de resistencia, independencia y autogestión: la bella sala ubicada en calle México invita al público, una vez más, a formar parte de otra singular experiencia.
En colaboración con Vicente Muleiro, dramaturgo con quién ya trabajara previamente en La conducta de los pájaros, el director y actor da rienda suelta a su habitual juego extraordinario para llevar a escena un particular retrato de Macedonio Fernández (encarnado por el brillante Sergio Barattuci), testamentario referente de la literatura argentina vanguardista de los años XX, y quien inspirara a Jorge Luis Borges (en sobresaliente composición de Juan Washington Felice Astorga), suerte de discípulo y continuador de varias de sus ideas, heredando de su padre la admiración y el culto a un precursor e integrantes de la Generación del 900.

Maxidonio… indaga, en lo olvidado de un legado trascendental. Haciendo de lo imprevisible un sólido aliado, la flamante puesta lleva a cabo un interesante planteamiento desde el absurdo existencial, aquel que refiere a la carencia de sentido. Preguntándose por el origen de la tragedia, por lo escondido detrás de la figura, se aborda el mito de un auténtico trabajador de su propio misterio rumbo al hallazgo de posibilidades, en lugar de certezas. Y lo hace colocándonos en el contexto social, histórico y político que atraviesa a la Nación durante la existencia del escritor (1874-1952). Nos preguntamos, ¿quién fue, realmente, Macedonio?
Dicen que dijo Borges: ‘Definir a Macedonio Fernández parece ser una empresa imposible; es como definir el rojo en términos de otro color. Él perdurará en su obra como centro de una cariñosa mitología. Una de las felicidades de mi vida es haber sido amigo de Macedonio es haberlo visto vivir.’ Del autor de Museo de la Novela de la Eterna, habitante de una ciudad acechada por la fealdad y la vulgaridad, Borges afirmaba que vivía para pensar, y que, «cotidianamente se abandonaba a las vicisitudes y sorpresas del pensamiento, acaso una manera de pensar que se llame escribir». Inmerso en su soledad o en la agitación circundante, «colmaba páginas con la escritura perfilada de una época que desconocía la máquina de escribir y para la cual una clara caligrafía era parte de los buenos modales».
Interesado menos en la literatura que en el pensamiento y, a su vez, en la literatura menos que en la publicación, Macedonio constituye un impar integrante de la escena nacional. Según Borges, «sus relatos tienen el sabor de lo espontáneo, también la frescura y el descuido del artículo periodístico». Curioso resulta remarcar que Macedonio no le otorgaba el menor valor a su palabra escrita, extraviando, a menudo, manuscritos de índole literaria o metafísica. ¿Puede, acaso, el mero hecho de perder algo constituirse en un acto de soberbia? Tal vez, la mente humana esté condenada a redescubrir lo perdido, solía acotar ese hombre muy afín a ciertas adhesiones.
A partir de esa figura tan particular, Maxidonio… goza de una estética efectiva en plasmar la vida de un artista incomprendido, preso tanto de sus motivaciones como de sus frustraciones. Para ello, hurga en las grietas de un ser postergado, desnudando carencias, fallos y conflictos que validan su propia búsqueda intelectual. ¡Todo un caso Macedonio!, en el fondo siempre hablaba consigo mismo…aunque disimule. ¿Será que un poeta mareado vale por dos? Autor de los libros menos buscados antes de agotarse (y junto con ellos, sus lectores) fue quien pudo verse a sí mismo como un fracasado con aspiración a dejar de serlo.

Este gran texto firmado por Muleiro se vale de la perspectiva del director: apreciamos la particular injerencia de cada elemento dispuesto sobre el escenario, el uso del espacio teatral, la escenografía y el vestuario; ningún detalle queda librado al azar. En favor de identificar la geografía dramática de sus personajes, autor y director cuentan a su disposición con un talentoso elenco: acompañando a Barattucci y Felice Astorga se encuentran Cony Fernández, Lucrecia Fiorito, Lorena García y Ezequiel Martelliti.
Por momentos, los planos parecerían confundirse: lo exhibido podría concebirse como un estudio de conductas sobre dos figuras ilustres que parecieran complementarse, tal vez, porque las causalidades y laberintos del espacio-tiempo así lo disponen. Puede que uno no haya sido como tal sin el otro. Borges, el de la vida y no el de la ficción, intentó colocar en palabras la pertinencia de tamaño referente. A la memoria acudieron recuerdos de aquel café y punto de reunión, en la víspera de cada noche de sábado, propiciando diálogos que empezaban a las nueve y se dilataban hasta el alba.
Conformando un atractivo retrato, lo excepcional, lo distinto y lo inquietante brillan bajo la mirada del gestor de recientes piezas como Sexágono o Sobre el Hilo. Porque en sus manos el teatro es materia moldeable y universo de revelaciones. Válida exploración del deseo, la muerte, la escritura, el sexo y el poder, Maxidonio… se conforma, además como un atractivo ejercicio de teatro total que aúna realidad, fantasía y símbolo, permitiéndonos dimensionar la magnífica concepción de un incombustible Briski y su notable capacidad para observar el alma humana. En su ejercicio expresivo, la materia determina la forma y la estética; cada obra es un universo particular, conformado bajo sus propias reglas.
Maxidonio tiene funciones los viernes a las 21 en el teatro Calibán, México 1428 PB 5. Entradas por Alternativa teatral o la web de la sala.
