Marco Antonio Caponi interpreta este unipersonal escrito por Gonzalo Demaría, con una dramaturgia en verso y una puesta en escena donde brilla el absurdo y el humor. Se puede ver en el Centro Cultural Borges, con entrada gratuita.
Texto: Sandra Commisso. Fotos: Gentileza Prensa.
El unipersonal Romance del Baco y la Vaca protagonizado por Marco Antonio Caponi es un de las perlitas de la cartelera, ideal para cerrar el año. Se trata de una obra escrita por Gonzalo Demaría y dirigida por el propio actor y Mónica Antonópulos, con funciones en el Centro Cultural Borges. en donde se cruzan la literatura gauchesca con una estética de road movie y roncarol, ambientada en la pampa húmeda.

Gracias a una meticulosa e impresionante caracterización de Agustina Luque, Caponi se transforma físicamente como máscara fundamental para dar vida a su personaje, un gaucho huérfano criado por una vaca. Con un ojo de vidrio, dientes podridos y botas texanas, sumado a una considerable capa de mugre, el actor interpreta a este hombre en las antípodas de los galanes de sus inicios.
La química entre la puesta en escena, el texto (realizado como es habitual en Demaría con dramaturgia en verso) y la interpretación de Caponi dan como resultado un espectáculo imperdible. Con trazos que lo acercan al realismo mágico pero con aristas locales, un humor ácido y una trama atrapante, el público asiste a una historia de amor inédita. El amor de Baco Pavia, por Blanquita, un ejemplar de charolesa que lo alimentó en sus primeros años terminará convirtiéndose en obsesión y desborde delirante.
Baco es un personaje que no deja indiferente a nadie: despierta tanto desconcierto como horror pero también genera ternura y compasión. En ese complejo entramado de su personalidad reside gran parte de su peculiar encanto.

Como heredero bastardo y divergente del clásico gaucho, Baco también tiene rasgos de cowboy en lo que podría ser la versión más degradada del estereotipo, siempre sobrepasado por su apetito voraz y siempre insatisfecho por la leche vacuna. Ese es su punto débil y lo que lo lleva a transgredir límites, reglas y leyes.
Así, no le queda otra que ser un prófugo de la justicia y manejarse siempre en los márgenes, como un auténtico depredador, un hombre salvaje que es víctima de su propia historia, trágica, de la que pareciera no poder escapar.
Su nombre, como marca de nacimiento tiene mucho que ver con esa tragedia, trasladada de Grecia a la llanura pampeana pero más allá de la geografía, igualmente desdichada. El humor, negro, que caracteriza al personaje y a la historia lo reivindican y lo vuelven empático para el público.

En su demencial derrotero, Baco no duda en enfrentarse a un toro, semental japonés, para ganarse el amor de Blanquita. Fuera de los límites de la civilización, el gaucho/cowboy que compone Caponi hace cómplice a cada espectador con su verborragia y su insólita filosofía. La sangre, la leche, el cuerpo sometido por los deseos más bajos e instintivos condenan a este hombre al dolor y la soledad, al descarte y la humillación.
Con un gran manejo del lenguaje poético, la historia de amor entre Baco y Blanquita pone en jaque al patriarcado, la masculinidad y la fragilidad de la psiquis humana. Descubre la bestialidad por debajo de la humanidad y traslada al público a un viaje tan absurdo como divertido.
Romance del Baco y la Vaca: Viernes 29 de noviembre, 6 y 13 de diciembre, a las 19, en el Centro Cultural Borges, Viamonte 525. Entrada gratuita, se retira una hora antes del espectáculo.
