El director eligió debutar en el teatro comercial con una propuesta arriesgada sobre el mundo de la virtualidad y el metaverso y con un elenco que encabeza Carla Peterson en el Paseo La Plaza.
Texto: Sandra Commisso. Fotos: gentileza prensa.
La realidad y la virtualidad conviven, codo a codo, en Reverso, la obra de Matías Feldman que se presenta en el Paseo La Plaza, y está protagonizada por Carla Peterson, Marco Antonio Caponi, Diego Cremonesi, Nicolás García Hume, Emilia Claudeville y Juan Isola. El director asumió el riesgo de debutar en el teatro comercial (luego de una intensa trayectoria en los circuitos oficial e independiente) y relatar una historia en la que la tecnología se cruza con lo corporal y permite así que lo irreal, las plataformas y el metaverso suban a escena.

La anécdota nos habla de una mujer que recibe la inesperada visita de los ex socios de su galería de arte. Mientras se ponen al día recordando anécdotas e intentan ocultar algunos amores prohibidos, la realidad se vuelve confusa. El tiempo parece detenerse para volver hacía atrás y recordar las mismas anécdotas pero de un modo diferente. Pero ahí es donde el mundo real y el mundo virtual se superponen y cuestionan todo lo que sucedió en el pasado, transforman lo que pasa en el presente y lo que podría acontecer en el futuro.
En Reverso están presentes las nuevas tecnologías, el metaverso y los multiuniversos para hablar de algo muy real: los duelos, las pérdidas, el dolor y el paso del tiempo. Matías Feldman apostó fuerte en su debut en plena calle Corrientes y apeló a estos nuevos recursos para hablar de todo lo humano que tenemos, aún en medio del inevitable tsunami de la virtualidad.
-¿Cómo surgió la idea de Reverso?
-Surge por el deseo de hacer una obra en el circuito comercial, donde yo nunca había trabajado hasta ahora. Entonces, a través del director y productor Pierpaolo Olcese, nos conocimos con Carla Peterson y hubo como un match de querer trabajar juntos. Y me puse a escribir. Vengo hace mucho reflexionando sobre lo que generan perceptivamente las nuevas tecnologías y todo el tema del metaverso me parecía muy atractivo. Y a través del teatro que es pura materia, puro cuerpo, pura presencia, representar algo que justamente todo lo opuesto. Eso fue el puntapié para esta historia.
-El programa de mano de la obra incluye un glosario informal con algunos términos tecnológicos. ¿Porqué decidiste incluirlo?
-Lo pensamos bastante y creemos que hay espectadores que pueden quedar afuera de ciertas terminologías y por eso nos pareció importante incluirlo para ayudar a la comprensión y para que nadie se quede afuera.

-La obra se sale bastante de los códigos a los que está habituado el teatro comercial, al menos hasta ahora, ¿te desafió asumir ese riesgo?
-En un punto es cierto que la obra no encaja en el circuito comercial. Al menos, creíamos eso. Sin embargo, la experiencia está demostrando lo contrario. La obra está funcionando muy bien y la idea de hacerla en el circuito comercial implicaba justamente tender puentes con el tipo de materiales que yo vengo trabajando habitualmente en el teatro independiente y en el teatro público y unirlas a ciertas convenciones del teatro comercial. Es un intento de generar esa accesibilidad de los espectadores para luego aceptar, disfrutar y experimentar otro tipo de teatralidad a la que no están tan acostumbrados simplemente porque no suele haber oferta de ese tipo de teatro.
-Gran parte del público no conocía tu recorrido teatral previo.
-Tenía ese reto previamente, de llegar bien a otro tipo de espectadores y la verdad es que está funcionando de maravillas. En general lo que pasa es que, al principio de la obra, hay algo como de no entender muy bien qué pasa pero luego, entender y disfrutar. Pero en realidad creo que ese no entendimiento está más vinculado con la experiencia de encontrarse con algo que en los circuitos comerciales no se suele dar. La obra es un cimbronazo muy bien recibido. Es paradójico pero es así.

-El tema de mezclar en el escenario el mundo real y el mundo virtual también es un desafío, sobre todo para las generaciones un poco más grandes.
-La competencia entre realidad y virtualidad que está muy presente, creo que es algo más presente en cierta generación, o en algunas más grandes pero en las más jóvenes, me parece que esa tensión no existe, si no más bien, todo lo contrario, empiezan a ser parte de una misma cosa, de la misma experiencia. En ese sentido creo que lo más interesante tanto para generaciones más grandes como para las más jóvenes es poder poner en crisis, poder reflexionar sobre las distintas aristas que tienen estas experiencias virtuales, La intención es mostrar que la virtualidad es válida pero ocurre dentro de plataformas que son corporaciones del tecno capitalismo donde hay un negocio detrás. Todo lo que son plataformas, el lugar donde ocurren otras cosas, tienden a invisibilizarse y eso puede ser peligroso, entonces creo que está bueno ponerlo en evidencia y pensar sobre eso. Y para los más grandes, se trata de entender un poco esas vivencias.
-Qué bueno es poder contar todo eso desde el mundo del teatro que, de alguna manera, representa justamente todo lo contrario: es el cuerpo, la presencia, lo real tangible.
-El teatro es grandioso porque puede representar y jugar con esos mundos a través de la presencia de los cuerpos, los actores lo dan todo: terminan transpirados porque se mueven, corren, saltan, dialogan, van de acá para allá, tienen emociones y generan una experiencia que representa el mundo virtual pero con mucho cuerpo. Y eso me parece una interesante reflexión sobre el tema que plantea la obra.
