El actor, que forma parte de los elencos de Othelo y Medida por Medida, cuenta cómo es la experiencia de interpretar Shakespeare en modo clown, unir la tragedia y la comedia y entrenar el cuerpo con mucha exigencia.
Texto: Muriel Mahdjoubian/ Fotos: gentileza prensa.
“Mi papá era mimo en los años ochenta y su trabajo fue una de las primeras cosas que yo vi de chico. Mi hermano y yo lo acompañábamos un montón, a mis 9 años estaba haciendo la técnica de espectáculos de él. Mis viejos se separaron cuando tenía seis, y en esa época lo veía solamente los fines de semana que eran los días que él actuaba”, recuerda el actor y director Matías Bassi.
Heredero de una prolífica formación en clown, mimo, circo y actuación Bassi viene trabajando desde hace más de diez años en Othelo, Termina mal, una pieza que ya es un clásico de la escena argentina y desde el año pasado en Medida por medida (la culpa es tuya) ambas bajo la dirección de Gabriel Chamé Buendía.

Matías Bassi junto con Nicolás Gentile, Elvira Gómez, Agustín Soler y Marilyn Petito son los intérpretes de Medida por Medida. Ellos cinco representan los trece personajes que tiene la obra de Shakespeare. Y casi con un idéntico elenco, Bassi interpreta en el otro clásico del autor inglés. En las dos obras el código clownesco explota en toda su potencialidad. Los artistas tienen una gran destreza física que les permite resbalar, golpearse, hacer trucos de magia, actuar como muñecos, y hacer acrobacias.
-¿Cómo es la experiencia de interpretar a Shakespeare y hacer clown a la vez?
-Es buenísimo. Con Medida….nos está yendo muy bien, la sala está siempre llena y es muy importante tener el apoyo del teatro San Martín. Es una joyita que tiene muy buena repercusión y le queda aún mucho camino por recorrer. Y también seguimos con Othelo, que también lleva su recorrido desde hace 10 años. Comenzamos en un teatro independiente como La Carpintería, de cien localidades y ahora pasamos a estar en el Metropolitan Sura en calle Corrientes. Hicimos un gran camino por el circuito independiente y fue creciendo, recorrimos festivales nacionales e internacionales y empezamos a viajar. Othelo es alucinante, como experiencia de vida y como escuela de trabajo .
-¿Con quién te formaste?
-Empecé a estudiar a los quince en el conurbano bonaerense con distintos profesores. No había muchas opciones. Luego estudié con Pompeyo Audivert y Ricardo Bartís. Mi formación tiene que ver más con el teatro físico. Mi papá era mimo en los ochenta y su trabajo es una de las primeras cosas que yo vi de chico. Además, tengo un hermano actor, Mariano, un año más chico, y él es un gran compañero mío de la vida. Juntos formamos grupos independientes de teatro. El primero que logró insertarse fue él en De la Guarda y después en Fuerza Bruta. Siempre fuimos muy compañeros e hicimos muchos proyectos juntos en nuestros primeros años de trabajo. Cuando vine a vivir a Capital, estudié con Toto Castiñeiras, nosotros veníamos del circo y del teatro independiente y el circo nos permitió viajar por todas partes. Mi carrera siempre fue más práctica que teórica. Estoy mucho más tiempo en el escenario haciendo cosas, fabricando espacios o montando que estudiando.

-¿Compartiste trabajos con tu papá?
-Mi viejo falleció en el 2001, él pudo ver nuestros inicios y nosotros lo acompañábamos un montón a él. Yo ya a los nueve años estaba haciendo la técnica en sus espectáculos. Mis viejos se separaron cuando yo tenía seis años. Y en esa época lo veía solamente los fines de semana, que eran los días que él actuaba. Había armado un grupo de teatro infantil y al mismo tiempo uno para adultos. Durante un tiempo trabajó muy bien y tuvieron varios espectáculos en la sala Enrique Muiño del San Martín, era un grupo de clown y mimo. También hizo espectáculos infantiles en distintos hospitales de niños porque uno de sus compañeros era médico. Eso fue una de las cosas más impactantes para mí.
-¿Qué recuerdo tenés de ese momento?
-Tenía nueve y era muy fuerte ver el armado, el momento en que entraban los chicos que estaban hospitalizados, y después el cierre del espectáculo todos yéndose y nosotros limpiando el escenario, luego de esa avalancha energética. Me quedaba una sensación de despojo, de ¿qué paso acá? Eso me parecía increíble. Enseguida me pusieron a laburar, hacia la técnica de luces y sonido y ya a los diez estaba arriba del escenario. Otros de los recuerdos que guardo es cuando fui a ver al gran Marcel Marceau, al teatro San Martín, recuerdo que me alucinó ver a un viejito, con su cuerpito , haciéndonos soñar a todos, una locura total.
-¿Cuándo terminaste la escuela tuviste muchas dudas sobre qué estudiar?
-No, no dudé nunca. Con mi hermano estábamos trabajando ya a los 16 años. Teníamos un grupo, siempre creímos en la autogestión. Armábamos distintos espectáculos. Además, en aquel momento hubo una suerte de furor del circo, y eso nos permitió viajar mucho, armar espectáculos en la calle, participar de festivales y hacer cosas para chicos.
-¿Qué es lo mejor de trabajar en Othelo?
-Cuando entré a formar parte de Othelo, yo venía con todo un bagaje, con dos líneas de teatro: la dramática y la del comediante clown. A Chamé se le presentó esta situación, que tenía actores de formación dramática y de clown y así pudo meterse de lleno en la obra como tragedia y llevarla en paralelo con la comedia. Ese invento es lo revolucionario. Al mismo tiempo que se lleva la tragedia, se lleva la comedia. La comedia no compite y no se ríe de la tragedia, sino que puede hacer que los espectadores estén en un entrar y salir de lo trágico a lo cómico y hacer que eso traccione a favor. Al comienzo fue muy duro, porque siempre había hecho comedia o tragedia pero no esta unión. Últimamente hacía más comedia así que tenía que dejar eso de lado y trabajar en función de la tragedia.

-La obra logró imponerse en la cartelera, casi como un fenómeno de públio. ¿Por qué creés que sucede esto?
-A la obra la eligen mucho para estudiar en carreras como Filosofía, Artes Combinadas y grupos de espectadores de teatro. Para mí está buenísimo todos los lugares donde rebota y todo lo que va pasando. Es una obra que tiene mucha vigencia.
-Y luego llegó otro Shakespeare, ¿cómo fue encarar Medida por Medida?
-Los dos procesos de ensayos fueron muy similares porque es un método de trabajo de teatro físico. Y son ensayos de mucha exigencia. Trabajamos con un sistema muy antiguo que es el de partituras. Hacemos varias cosas al mismo tiempo. Son cinco partituras en simultáneo, una es la palabra, la otra es la intención que es una suerte de investigación del contenido de lo que se está diciendo, como el subtexto. Después está la otra que es el desplazamiento físico, y también está la de los objetos. Y por último es lo grupal. La letra se incorpora en el cuerpo y es en última instancia.
-Todo muy metódico.
-Todo es con una intención, por ejemplo ponemos cosas en el espacio, empezamos a probar, cada uno con su universo, a mí me encanta jugar y meterme con los objetos que tenemos. Hay varias capas de investigación. El tema es cómo lo hacemos y qué elementos utilizamos. También trabajamos con ideas preconcebidas del director, que es el que más experiencia tiene, y con mucho respeto a su sabiduría y trayectoria porque tiene mucho camino recorrido por todo el mundo.
-¿Cómo es Chamé como director?
-Es muy exigente y muy estricto. En Media por Medida, por ejemplo, ensayamos siete meses de martes a domingo seis horas por día.
-¿Cuál es tu experiencia como docente de teatro?
-Hace tres años que doy clases y me encanta. En mis clases hago una fusión entre las máquinas de Pompeyo Audivert y las máquinas de Chamé. Ahora estoy haciendo un puente también entre las clases y la dirección. Me gusta mucho crear y dirigir, estoy armando grupos en donde doy clases y luego hacemos un montaje. Y también doy seminarios intensivos. Con mis alumnos armamos máquinas que luego dirijo. La idea es que puedan tener la experiencia de manejar los elementos propios de la escena. Cuando llegan al taller les enseño un juego, un sistema mecánico, de máquina y una vez que lo incorporan ya están en la escena generando un material físico.

-¿Qué significa el teatro en tu vida?
-Mi casa. En terapia descubrí que el teatro es mi casa. Es una sensación que estuve buscando hace mucho tiempo, ese sentimiento de hogar, de pertenecer a un lugar donde volvés y sentís que es tu casa. Yo pertenezco al teatro, lo resignifiqué sobre todo en la pandemia, cuando todo esto se disolvió y sentí que quedé como en un lugar huérfano de sentido.
-¿Cuáles son tus proyectos para este año?
-Tengo un par de obras por delante, estoy armando mi camino por la docencia y la dirección. Tengo un viaje a Madrid con Othelo y también voy a estar dando clases allá con estos proyectos, así que si la idea es ampliar, viajar y que se expanda todo un poco más. Además voy a dirigir un unipersonal de un material mío y estoy armando un equipo donde me va a tener a mí como intérprete. Es un proyecto de teatro físico y trabajo de alto rendimiento. Por otra parte, hasta hace muy poco estuve haciendo mi unipersonal El Oso.
-¿Cómo se trabaja con el humor?
-A mí me gusta el humor refinado, creo que todo tiene muchas capas y el humor es una de esas cosas que se puede profundizar mucho y una vez que empezás a abrir, entendés un poco más. Podes hacer humor desde un lugar superficial o más refinado, en el sentido de poder estudiar y entender qué es el humor absurdo o negro. Tengo amigos que son comediantes físicos que son una locura porque entienden de ritmo, de golpe, de caídas, de efectos, estudian otras disciplinas para poder tener una definición del tiempo, de la coma, del punto y aparte, de la repetición. Yo toda mi vida hice humor y obviamente es de las cosas que más me gusta, y lo respeto mucho.
-Las obras de las que participás tienen mucha exigencia corporal, ¿cómo te preparás físicamente?
-Estoy una hora y media mínimo antes de la función, a veces dos. Trabajo mucho la voz vocalizando porque nosotros no usamos micrófonos. No podemos tener objetos, porque hay mucho laburo físico. No lo utilizamos en ninguna parte del mundo y trabajamos con una proyección gigante. Siempre ponemos la voz y el cuerpo al máximo.
Othelo se presenta los miércoles a las 22.30 en el Teatro Metropolitan y Medida por medida lo hace de jueves a domingos a las 20 en el Teatro Sarmiento.
