El punto de costura, de la dramaturga y directora propone un recorrido muy particular por el mundo de la actividad textil, la inmigración, la herencia familiar y el origen de la palabra.
Texto: Redacción Todo Teatro. Fotos: Bruno Szister y gentileza prensa.
A partir de su propia historia familiar, Cynthia Edul creó El punto de costura, un trazado que parte de lo familiar, abuelos inmigrantes sirios y llega a lo universal con una de las actividades fundantes de la civilización humana: la textil. La actriz y directora junto a Guillermina Etkin, a cargo de la música original e interpretación en vivo, despliegan una trama escénica que va enhebrando texto con imagen, textura y sonoridad y por donde pasa la historia del universo textil en la Argentina, las labores femeninas y la historia de la palabra. La obra se presenta los viernes de marzo en El Galpón de Guevara.

-¿Cuáles son los disparadores que te llevaron a escribir «El punto de costura»?
-El primer disparador fue una invitación de Mauro Libertella durante la pandemia para la revista La perla del oeste, para escribir sobre los escritores y la pandemia. Yo en ese momento había tenido que hacerme forzosamente cargo del negocio familiar que es una pequeña empresa textil y, después de haber negado esa posibilidad durante décadas, me encontraba finalmente cara a cara con mi legado. Entonces le conté a Mauro esto y me sugirió que escribiera el relato. Ese fue un primer punto, de un relato breve, que sin duda sentí contenía mucho más. Al tiempo, Paloma Vidal, la escritora brasileña me invita a desarrollar una lectura performática para un ciclo en San Pablo que tenía un tema: las mujeres y el trabajo. Ahí sentí que tenía que volver a ese relato que había escrito dos años atrás y empezar a tirar del hilo de los oficios familiares, del lugar de las mujeres en el textil, de mi relación con los textiles y empezar a integrar vida, trabajo y escritura.
-¿Qué procesos atravesaste al momento de escribir la obra partiendo desde tu propia historia como nieta de inmigrantes dedicados a la actividad textil?
-Un proceso fue la investigación sobre la inmigración árabe en Argentina, sobre todo la de Siria y el Líbano y las primeras experiencias de mis abuelos en lo que iba a ser su nueva tierra. Recuperar todas esas historias orales que había escuchado en mi infancia, anotarlas y empezar a cotejarlas con los materiales históricos. Otro gran y placentero proceso estuvo ligado a la investigación de cómo los textiles le dieron forma a la civilización, como en el textil está la base del mundo.

-¿Cómo es eso?
-El textil fue previo a la palabra: porque se pudo hilar se pudo hablar. El textil es la base de la arquitectura, porque fue la primera delimitación de un interior con el exterior, el nudo permitió el desarrollo de la estructura psíquica, el nudo fue el primer símbolo de la historia. Nudo y trama fueron la primera gramática de la historia. Pero también un textil, cobija o puede ser un elemento de resistencia, un textil puede denunciar la opresión. Y, además, los textiles se utilizaron para narrar. Y del tejido deviene el texto. Todo ese proceso fue un largo proceso de investigación y de anotación que está contenido en la obra como un entramado de nuestra historia colectiva como humanidad. Y también el proceso de investigación de las diferentes escenas artísticas que utilizan el textil como material de expresión. Luego hubo un largo proceso de trenzado, de ir ligando las historias, hacer que se escuchen, que se hablen entre ellas, que se respondan. El punto de costura es una trenza, que liga hilos narrativos distintos, pero que juntos arman un entramado que si sacás uno de esos hilos, se pierde el sentido.
-¿Cómo funcionan los mandatos a partir del legado familiar vinculado al mundo del trabajo?
-El mandato familiar es categórico, más en contextos fuertes de inmigración, en el que esos trabajos fueron la forma de sobrevivir y construir una vida en un nuevo lugar. Yo me sitúo en la forma en la que mis abuelos emigraron: con hambruna y sequía. No había una posibilidad de hacer una vida allá. Nosotros no tenemos registro de una experiencia tan extrema. Ni siquiera es, como se decía, venir con una mano atrás y otra adelante, fue venir con las dos manos atadas, jóvenes, pobres, sin conocer la lengua. Y vinieron a hacer una vida acá, lo lograron, construyeron. Decir que no a eso, que contiene toda esa experiencia de vida, disociarse de ese medio que les generó tanto arraigo, te deja con un peso, te deja también con preguntas. Indagar en esas preguntas y en ese peso a través de la escritura, de la performance y de la comunicación con la audiencia, es un trabajo que para mí generó una apertura llena de lindas respuestas.

-¿Qué expectativas te genera esta nueva temporada de la obra en El Galpón de Guevara?
-Que la vea mucha gente, que muchas personas vinculadas a historias parecidas la puedan ver y encontrar sentido. Que este trabajo nos ayude a dar sentido a nuestra vida, al sentido de nuestras vidas y nuestros legados. Que espero que muchas personas que en algún lugar tienen escenas que se pueden espejar en los relatos de la obra, la puedan ver y puedan sumarse a esta trama. Esa es mi mayor expectativa. Poner en valor el legado de nuestra ancestralidad. La obra construye un imaginario comunitario que solo deseo que se comparta más y más.
El punto de costura tiene funciones los viernes de marzo a las 20 en El Galpón de Guevara, Guevara 326.
