La actriz forma parte del elenco de «La fuerza del cariño» junto a Soledad Silveyra y Osvaldo Laport, en el Multiteatro. Su personaje es el de una mujer con un vínculo complejo y profundo con su madre.
Texto: Meli Cuitiño. Fotos: gentileza prensa.
En la oferta teatral porteña de calle Corrientes hay un título que, a algunos les resonará: La fuerza del cariño, una comedia dramática cargada de sensibilidad y humor que se presenta en el Multiteatro. Se trata de la adaptación de la novela escrita por Larry McMurtry y llevada al cine por James L. Brooks en 1983. Entonces fue premiada con el Oscar como mejor película, director y guión adaptado, además de mejor actriz por la interpretación de Shirley MacLaine y mejor actor de reparto para Jack Nicholson.
En esta oportunidad, y con un elenco encabezado por Soledad Silveyra y Osvaldo Laport, la versión teatral es de Federico Gonzalez del Pino y Fernando Masllorens bajo la dirección de Corina Fiorillo. Se trata de una obra que habla de los vínculos familiares con diálogos que trascienden al texto tradicional para llegar al público, logra conmover a través de la emoción sin perder la pizca de humor que caracteriza a nuestros famosos íconos de la pantalla nacional. Además de la maravillosa interpretación de Julieta Ortega, al elenco lo completan Dolores Ocampo y Damián Iglesias.

-«Mi vida es un cliché», dice Emma, tu personaje en una de las escenas, angustiada porque las decisiones que tomó para su vida no fueron de las mejores, además de tener a una madre que le pide mirarse al espejo, porque está hecha un horror según ella, que siempre dice la verdad. ¿A qué se refiere Emma con esa frase?
-La madre le tiró su matrimonio abajo desde el principio, decía que el marido era un pobre maestro, qué cuánto iba a ganar, que deje de tener tantos hijos con él… Yo creo que se refiere, ante la presunta infidelidad del marido, a que es la típica ama de casa llena de hijos con un marido que no solamente tiene problemas económicos sino que además la engaña. Siempre teniendo en cuenta el contexto de la obra, de 1983 a su vez basada en el libro de 1975. La novela es vieja, la obra está plagada de referencias a cosas que ya no serían conflicto, al menos de esta manera. Pero siempre en una adaptación tenés que ser fiel a eso. Lo más hermoso que tiene la historia es lo que pasa entre esa madre y esa hija, su historia de amor. Después está plagada de referencias de una época en particular, y la verdad que el mundo ya es otro, algunas cosas quedan antiguas en este contexto.
-La obra muestra los lazos de sangre y los mandatos familiares compuestos de pequeñas rupturas que la hacen más real, como la vida misma. Pero también habla del sentido del amor de una madre por su hija, de la libertad, los deseos, la vejez, del control y la mirada de un otro, así como también de cierta identificación sobre los ideales en las relaciones familiares. ¿Qué pensás en referencia al presente de ese vínculo profundo entre madre e hija?, ¿creés que parte de esos mandatos se sostienen o la madre moderna ya no es así?
-Lo que pasa es que la madre moderna… yo no sé qué madre es, por ahí son las madres de mi generación para abajo, ¿no? la que me tocó a mí tiene más de Aurora (el personaje de Soledad Silveyra), o las de mis amigas tienen más de ella que lo que vemos ahora con las de mi generación. Yo no tengo una hija mujer, pero lo único que hace falta es entrar a un negocio de ropa y escuchar las conversaciones en los vestidores cuando llega una adolescente acompañada por su mamá. Los comentarios sobre el cuerpo, por ejemplo. Hoy lo que me parece que cambia es que una hija adolescente te para, la manda a la mierda a la madre o le dice que no opine sobre su cuerpo, o le dicen que no quieren opiniones sobre su cuerpo aunque la realidad es que está lleno de madres que siguen hablando y opinando sobre el cuerpos de sus hijas, las llenan de inseguridades.
-O sea que muchas madres e hijas se podrían identificar con lo que sucede en el escenario.
-En ese sentido me parece que provoca mucha incomodidad, y risas por partes iguales porque muchas madres se ven identificadas y si no lo dicen es porque saben que no corresponde decirlo, pero lo piensan. Entonces, es una madre que el público no termina de condenar, porque además la quiere a la hija, mucho, pero pasa que la quiere mal.

-¿Cómo es Emma? ¿Qué te identifica a vos de ella, qué te gusta y qué criticás?
-Yo quería hacer la obra porque soy fan de la película desde chica. Aunque nunca me vi parecida a ella, sin embargo ví que era una chica mucho más libre que yo con su cuerpo y mucho más liviana en relación al vínculo con su marido, o con su madre. Fíjate que en la versión teatral, en la obra, tiene otro dramatismo la relación con su marido. En la peli no está ni siquiera cuando ella lo ve con una estudiante.. es casi graciosa la escena, él va con la hijita en brazos y ella lo espía de atrás de un árbol y le grita cosas, persigue a la amante con su bebita en el carrito. Es un personaje adorable porque en ningún momento pierde la alegría, y aún siendo muy mal querida por su madre ella quiere bien, sabe querer a sus hijos y a su marido también, no lo castiga ni lo manipula porque un poco lo entiende.
–Tiene un costado de mucha ternura, ¿no?
-Al hijo más grande, lo quiere dejar tranquilo y eso me resultó muy conmovedor del personaje, porque ella podría especular como hizo su madre toda la vida con ella, con ese chiquito que la hizo sufrir tanto y que se quede con la culpa, sin embargo le dice: yo sé que estás enojado conmigo y que algún día te vas a arrepentir y me vas a querer decir que me querías y no vas a poder porque yo no voy a estar. Y quiero que sepas desde ahora que yo sé que me querés… Y eso me parece tan bello y tan desgarrador, porque lo quiere hacer zafar de la culpa, lo quiere liberar, entonces ese personaje siempre me fascinó.
-¿Aceptaste enseguida ser parte del elenco?
-Yo no sabía que había una versión teatral, ya se hizo en España y en Broadway en el off, así que cuando me llamaron dije ¡sí, claro! y cuando la leí me pareció ver la peli de nuevo, me emocioné en el mismo lugar, en las mismas escenas. Obviamente hay diferencias, los chicos no están en escena, entonces eso que ella le dice a sus hijos, se torna más dramático porque ella frente a sus hijos no llora, sino que se lo dice de una manera más casual y se quiebra cuando los chicos cierran la puerta. Acá se lo dicta a la madre, entonces tiene otro peso ese monólogo y otra emoción, pero me pareció muy conmovedor en el mismo momento que la película.

-Tu personaje tiene mucha frescura todo el tiempo, ella es libre con su amiga, fuma porro, ríe, pero a la vez la obra trata sobre mandatos culturales, el deber ser, esto de tener pareja, casarse, tener hijos, ¿a esos mandatos los mantiene muy firmes la obra?
-Sí, pero me parece que es por esa misma cuestión de la época más que de querer meterse con esos mandatos, los da como un hecho, esa chica no puede irse de casa si no es por el casamiento, no había otra manera. En la película hay escenas que en la obra no están porque no entran, como cuando la amiga le presenta a sus amigas modernas neoyorquinas y ella se horroriza que hablen tan livianamente sobre el aborto. Eso es algo que hoy no pasaría, lo muestra como un signo de la época.
-La construcción de la identidad, es a partir de la mirada de la madre o de la mirada del otro, ¿cómo ves la construcción de la propia identidad de Emma?
-Yo no creo que ella cargue con el peso de la mirada de la madre. De hecho nunca se llega a enojar, no lo hace. Ayer vino mi hijo por primera vez a ver la obra porque estaba de vacaciones, entonces yo le conté que estaba basada en una película y cuando llegamos a casa le mostré la escena del hospital, desde que Emma se enferma para que vea las similitudes, y las diferencias. En el diálogo entre ellas, Emma le aclara que por su situación, al menos ya no pelean. Pero la madre le dice: ¿cuando peleamos nosotras? Entonces Emma responde con una frase que me parece buenísima: no es que peleamos sino que vos no nunca estás satisfecha conmigo. Eso pasa mucho en la mirada materna, hay algo de lo que la madre espera de la hija mujer o el padre espera del hijo varón, algo de lo que no se puede zafar. Tal vez sea una presión que, aunque no lo digas, hoy como madre o padre, porque tenés más tacto o porque sos de otra época, lo pensás y el hijo lo debe percibir.
-Emma no se enoja a pesar de que la madre tiene una mirada bastante controladora, como cuando le critica el pelo, le dice que está gorda…
-Sí, la madre es severa con todo el mundo, de hecho alrededor suyo no la quieren mucho, ni el marido, ni la amiga, Emma querría tener una madre que a la gente le gustara. Sabe que su madre es imbancable, la única que la banca es ella. La historia es hermosa porque habla sobre los vínculos filiales, algo que fue bastante común en las películas yanquis de la década del 80. Hubo dos que a mí me marcaron mucho, una fue esta y la otra que es Gente como uno, sobre la relación de una madre con su hijo en un intento de suicidio. A mí me parece que son relaciones en las que es muy lindo bucear, y más como actriz. Yo venía de hacer una obra en la que mi personaje era la hija de la protagonista también, y todo giraba alrededor de lo filial.

-¿Pensás que deberían haber más obras de teatro que hablen de estos vínculos familiares, de madre e hija.. por ejemplo?
-No sé si debería haber más, me parece que hay mucho de lo otro, mucha obra o peli dedicada al amor romántico, creo que hay amores en donde hay todavía mucha tela para cortar, porque los conflictos de las parejas son todos más o menos iguales o ya los conocemos, pero me parece que los vínculos filiales todavía son insondables. Todo lo que anda ahí nadando en esas aguas es todavía más rico. Y marca a fuego a las personas, eso creo, la infancia de la gente por ejemplo, los padres o las madres que te tocaron tiene mucho más que ver con la identidad y con la personalidad de una persona que lo que la persona cree cuando está creciendo. Uno cree que nada en un mar de posibilidades, pero en realidad la infancia de las personas cercan una especie de caminito por donde podés circular, entonces eso me parece interesante. Si bien esta chica se rebela, la perdona, va por otro lado, se ríe de la madre, no le importa, igual está marcada a fuego por esa mamá.
-¿Hay una mirada crítica sobre el resto de los vínculos que cuenta esta historia?
-No lo veo, el marido de Emma es un personaje bastante querible, es un tipo que hace lo que puede. No hay nadie que esté haciendo el mal, ni el astronauta que no sabe querer a Aurora, y se lo dice de entrada, que él es así, es eso. Todos los personajes te muestran lo que son. Y en la vida es así, pasa eso, a veces la gente te dice una cosa y luego hace otra, si sos más o menos intuitiva, leés rápido lo que una persona tiene para ofrecerte o lo que no tiene.
-La ternura se muestra claramente, en eso pasa de todo, Aurora le dice que quiere lo mejor para ella y le pide que no se case porque va a ser un fracaso.
-Lo peor es que tiene razón, muchas madres tienen razón al final. Ella ve algo que la chica todavía no pudo ver, pero nadie está haciendo el mal, no de manera intencional. La vida misma…

-Contame de los otros proyectos en los que estás participando ahora, además de esta obra. ¿Te gustaría dirigir?
-Aparte de esto, hice un podcast con mi hermana, mi ex cuñada y una de mis mejores amigas el año pasado que se llama Las cosas que no salieron como querías, que salió por Blender y este año está en marcha la segunda temporada, A mí me gustan mucho las conversaciones, también hice un programa de entrevistas, un proyecto que me ofreció Canal A que fue entrevistar a 10 personas distintas sobre 10 temas relacionados al arte, al cine, al teatro, la literatura, el humor, el amor, el deseo. Entrevisté a 10 personas que me dejaron elegir conjuntamente con la producción y fue muy lindo, pero eso se une a lo que hice con las chicas en el podcast. Por otra parte, me veo más escribiendo que dirigiendo creo.
-¿Escribís habitualmente?
-Leo mucho, tengo cosas escritas cortas y los capítulos del podcast que hicimos el año pasado, que empezaban con monólogos en primera persona, yo escribí uno y esta temporada escribí dos. Además, funcioné de curadora de los de mis amigas que estaban menos acostumbradas a escribir que yo. Y después escribí un cuento para niñas que editó la editorial Orsai, he escrito cositas pero nunca soñé con escribir una novela o una obra de teatro. Casi que me veo mucho haciendo eso, y me gusta mucho la producción, acá me cargan a veces porque los llamo a mis compañeros con ideas que tienen más que ver con la producción que con el rol de la actriz arriba del escenario, me termino metiendo un poco en todo y cuando me dejan, avanzo..
-¿Cómo es trabajar con Solita y Osvaldo?
-Es bárbaro, yo siempre digo que el teatro, mucho más que la tele, tiene una convivencia y otra intensidad que no tiene el set de televisión, ni la del cine, donde por alguna razón vas, filmás y te vas a tu casa, o grabás y te volves a tu casa. Acá hay una especie de ceremonia, que tiene el vivo que hace que llegues dos horas antes y te metas en el camarín de tus compañeros, que pasen por el tuyo y luego subas al escenario a contar una historia en comunión con tus compañeros para un público. Y te despedís hasta el día siguiente, todo eso hace que armes una especie de familia por un tiempo en el que dura la obra.
-¿Tenés algún ritual?
-Pongo siempre música en el camarín, ese es mi ritual.
-Yendo a la actualidad, ¿qué podes decir de la situación que atraviesa el teatro y la cultura en general en este momento?
-Estoy muy atenta a lo que se está debatiendo, y como la mayoría de mis compañeros y compañeras estoy muy preocupada. La cultura es la identidad de un país, y no alcanzo a entender este proyecto de ley. Algo pasa ahí que les genera incomodidad. Y si querés sacar la palabra cultura y hablar de industria en el caso del cine o de la tele o las plataformas, también va a terminar dañada con este proyecto tal cual pretenden sancionarlo. Me da mucha pena la situación de Sagai, de Argentores, pienso en todo. Sagai es algo que se logró hace unos años la Asociación Argentina de Actores que existe hace mucho más tiempo. Sagai es más nuevo y protege el derecho del intérprete, entonces me da pena que se disuelva porque llevó muchos años conseguirlo. El derecho de intérprete es algo que existe en otros países del mundo y acá, antes teníamos el canal Volver que se dedicaba exclusivamente a pasar programas repetidos y como actor no percibías un peso, y Sagai logró proteger ese derecho. Me da pena el ataque a esas instituciones. Lo lamento mucho y no hay mucho para decir porque cuando uno no vota un gobierno que gobierna, parece que te la tenés que bancar.
-El teatro también se ve afectado por esta política.
-La situación del teatro es preocupante, la gente no tiene plata, y somos uno de los más sectores más dañados en cuanto a las cosas que se van a recortar, pero bueno, el público va al teatro a Buenos Aires. El año pasado, en el verano, le fue bien a todas las obras, no es el caso de este verano pero así y todo el público sigue yendo al teatro. Ve obras como ésta que tiene un precio congelado que, al lado de otros gastos, ya no es tan alto, y el público también va a ver obras que salen más baratas, en salas de 50 personas, obras espectaculares con actuaciones geniales, y se llenan. Creo que es la ciudad de Latinoamérica que más movimiento tiene en materia cultural y sería bueno no perderlo.
