Entrevistas

Gastón Cocchiarale: «No entiendo cómo puede ser que sigan sonando teléfonos en el teatro»

El actor protagoniza «La gran renuncia», una versión libre sobre «La fiaca», de Ricardo Talesnik. Una mirada al mundo del trabajo y al uso de la tecnología.

Por Diego Jemio. Fotos: Carlos Furman.

El dato está en el programa de mano de La gran renuncia. Y dice lo siguiente: “En 2022, lo usuarios de pantallas pasaron frente a sus aparatitos un promedio de casi siete horas al día (más de tres meses)”.

La obra, una versión libre de La fiaca, de Ricardo Talesnik, se plantea una pregunta como guía: ¿qué pasaría si un día dejaras de atender el celular? La adaptación y dirección de Lisandro Fiks trajo la obra estrenada en 1967 a nuestros días, en los que el trabajo y la hipercomunicación están chupando nuestras vidas. Gastón Cocchiarale interpreta a un ejecutivo de publicidad que está quemado. Y un día decide, simplemente, desconectarse.

El actor habla de la actualidad de la obra y de por qué quiere llevarla a un escenario desde que era un adolescente.

Leí que siempre quisiste hacer esta obra. ¿Qué te llamó la atención de “La fiaca”?
-Yo no había nacido cuando La fiaca se estrenó, pero tiene ese condimento de las grandes obras: no importa el tiempo ni el contexto porque hablan de algo humano. Me conmovió cuando la conocí, a los 18 o 19 años, trabajando con Agustín Alezzo. Quizás porque el protagonista es un tipo que se rebela frente a lo impuesto pero también frente a sí mismo. Trata de romper con ese mundo que nos dicen que es de tal forma. Eso me pareció conmovedor.

¿Te movió a vos algo personal?
-Quizá yo me debatía internamente si quería ser actor o no. Y veía como utópica a la chances de vivir del arte. Tiene que ver con mis raíces. La obra tiene ese detonante que es fácilmente reconocible. Me refiero a decir: “No tengo una mierda de ganas de hacer esto”. ¿Quién no puede empatizar con eso? Incluso si hacés lo que amás, algo que está idealizado.

¿Cómo cambió la obra a partir de su adaptación? El mundo laboral de los 60 es bien diferente al de ahora.
-Claro que cambió. Fue modificado e intervenido por muchos factores, principalmente el de la tecnología con el mail, el home office y, principalmente, el teléfono. En la vida laboral de los 60, faltar o llegar tarde era lo revolucionario. La idea era buscar algo que generara el mismo efecto ahora. Lisandro (Fiks) tuvo la buena idea de que hoy sería revolucionario apagar el celular y mandar a todos a la mierda. El tipo se cansa y dice: “No atiendo más el teléfono”.

Supongo que la obra no provoca el mismo impacto en pibes de 20 que en personas de 60 o 70, que incorporaron tardíamente las nuevas tecnologías. ¿Qué reciben en las devoluciones?
-Lo veo en el saludo final: la obra llega a todos los públicos porque habla de nuestro vínculo con los tiempos veloces que estamos viviendo. Y retrata una época y una situación que nos interpela a todos. Por un lado, los teléfonos son una cagada, que nos quitan estado presente y foco. Pero también tienen un lado positivo. La obra busca exponer el tema sin bajar líneas. Cada uno hará su debate interno y reflexionará sobre su vínculo con estos aparatos.

Supongo que en estos meses de funciones -no sucedió en la que yo fui-, habrán sonado celulares durante la función. ¿Qué ocurre ahí en escena cuando eso pasa? Porque la obra justamente habla de eso.
-Nos pasó. En general, en otras obras, la gente se enoja. Pero acá se ríe y lo toman ya con ironía. Incluso te diría que termina siendo agradable para la obra. Yo no entiendo cómo puede ser que sigan sonando teléfonos en el teatro.

¿En qué otros proyectos estás trabajando además de “La gran renuncia”?
-Estoy dirigiendo Amantes, casados y desconocidos, una divertida comedia norteamericana sobre el amor visto desde distintos vínculos. La hago junto a un grupo de alumnos. En octubre estrena la miniserie Nada, de Mariano Cohn y Gastón Duprat, en la que participé. Y estoy filmando la tercera temporada de El encargado. Soy un poco pulpo, siempre con varias cosas a la vez.

«La gran renuncia» protagonizada por Gastón Cocchiarale, Laura Cymer, Abian Vainstein, Romina Fernandes, Lisandro Fiks y una participación virtual de Luis Brandoni, se puede ver los viernes, a las 22, en el Teatro Picadero (Enrique Santos Discépolo 1857). Entradas en venta por Plateanet y en la boletería de la sala.

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