Uno de los proyectos más esperados de los últimos años se presenta en el Gran Rex durante junio y julio, generando una verdadera «matildamanía» entre grandes y chicos.
Texto: Sandra Commisso. Fotos: gentileza prensa.
Niños y niñas en escena, música, baile, canciones conocidas, efectos especiales y un grupo de villanos ridículamente malvados hacen de Matilda, el musical, uno de los fenómenos teatrales de esta temporada. Con miles de entradas vendidas con anticipación y un teatro colmado en cada función, el furor que genera esta historia no es nuevo. Sí lo es la puesta que dirige Ariel Del Mastro y del que participan varios de los productores más reconocidos del medio, con tres elencos infantiles rotativos junto a Laurita Fernández, José María Listorti, Agustín «Soy Rada» Aristarán y Fernanda Metilli, entre los adultos.

La trama creada por el británico Roald Dahl, nació como novela antes de convertirse en una exitosa película y también en musical en Broadway y Londres. La niña que es ninguneada y despreciada por sus padres y maltratada por la directora de su escuela, la nefasta señorita Tronchatoro, logra sobreponerse a ese contexto gracias a su inteligencia, su pasión por los libros, sumadas a su fuerza de voluntad, su convicción indestructible por la justicia y también, a algunos toques mágicos que son parte de su poder y encanto.
Gracias a la ayuda de la amorosa Señorita Miel (quien debe enfrentar sus propios miedos), Matilda y todos los niños y niñas, como el entrañable Bruce, que se sublevan ante el maltrato, se convierten en tempranos y necesarios héroes infantiles.

La oscura historia que rodea a la protagonista está suavizada por el humor que aportan los malos de turno: nada menos que sus propios padres, interpretados por Listorti y Metilli y por la despreciable y desopilante criatura que encarna Soy Rada como Tronchatoro. Sus niveles de maldad no se soportarían de otra manera y el humor, como siempre, ayuda a poner en foco una realidad que, para muchas infancias, está lejos de ser solo ficción.
Mientras tanto, en escena, la puesta aprovecha todos los recursos visuales que le permite la sala, tan esperados por los asistentes, en su enorme mayoría, fans de Matilda: vuelan los objetos y las personas, vuelan avioncitos de papel, y se cumple la magia del cuento con la rebelión de los revoltosos y la reivindicación de la luz sobre la oscuridad.

Un elenco multitudinario muy parejo, encabezado por las tres nenas que interpretan a Matilda (intercaladamente en la semana), Catalina Picone, Isabella Sorrentino y Victoria Vidal, junto a los pequeños protagonistas seleccionados en un exigente casting están a la altura de esta producción. Los tres villanos se lucen, como suele pasar con este tipo de personajes, con sus interpretaciones al borde la caricatura.
Mientras en el escenario suenan las canciones que muchos entre el público se conocen de memoria, en la platea miles de pequeñas Matildas y también unos cuantos Bruce, festejan a la nena resiliente que sabe sobreponerse a la adversidad tan temprano en su vida. La fantasía hace el resto.
