Entrevistas

Carolina Liponetzky: pegar el salto de la crítica a la dramaturgia

La periodista especializada en teatro, luego de 23 años de trabajo, debutó como autora con «Ensayo sobre nosotros», una obra que indaga sobre el devenir de una pareja y que se presenta en el Cultural San Martín. Aquí cuenta, en primera persona, cómo fue pasar a contar una historia desde el otro lado del escenario.

Texto: Carolina Liponetzky. Fotos: Prensa

Ensayo sobre nosotros es un sueño hecho realidad, o un guión escrito hace tres años de pie sobre el escenario. Es la materialización de un proceso que comenzó con la semilla de una idea vaga, avanzó en párrafos y diálogos de manera paulatina pero certera, sin imaginar un horizonte en la historia, y justamente es ahí donde radica siempre el desafío. En el dejarse llevar por el instinto y lo que dispara desde las entrañas, permitirse crear mundos, personajes y situaciones sin otro límite que las palabras. No hubo aquí escritura a pedido y por lo tanto no hay reglas, sólo salto al vacío. No hay extensión determinada ni cantidad de caracteres, tipografía o interlineado doble o sencillo. Simplemente fluir sobre el teclado atenta a los pensamientos de los personajes y trazando paisajes e imágenes.

Quería escribir sobre una pareja y los estragos del tiempo, y aquello derivó en correcciones, reescrituras y devoluciones en el taller de dramaturgia de Javier Daulte hasta que al cabo de varios meses la obra estuvo terminada. Lo curioso es que aquello que imaginamos en la escritura se transforma cuando un director como Nacho de Santis se apropia del material y lo resignifica. ¿Por qué no dirigirlo yo? Porque todavía no soy actriz y no me creí capaz. Porque admiro a Nacho como para no entusiasmarme con su propuesta cuando me ofreció dirigirlo.

Es ahí cuando se pone en juego el proceso creativo de imaginar cuerpos para esos personajes y el marco para esta historia. Nacho convocó a dos actores como Valeria Giorcelli y Pablo Chao, que lo dieron todo por el proyecto desde el primer día y lo siguen haciendo en cada función. El gran constructor de mundos que es Gonzalo Córdoba Estévez ideó la escenografía para la historia, que difiere de manera abismal a lo que yo había imaginado en el guión. En aquellas didascalias yo describía un jardín, una hamaca paraguaya, una parrilla y grillos. Había escenas en una habitación, en un living, en una cocina, en un hospital, y en tantos lugares que para nuestra forma de producción independiente era imposible abarcar. No podíamos hacer la casa de Agosto, por sólo nombrar una emblemática, ni la de Los años de Mariano Pensotti, que se mandó no una sino dos casas de doble piso.

Fue así como Gonzalo ideó una casita con varios sectores donde transcurren las escenas: el living, la parrilla, el baño, y se añadió una pantalla de fondo para proyectar imágenes audiovisuales (cuando no las hay, la pantalla es un ciclorama que tiñe el ambiente de los colores más bellos). Las escenas audiovisuales corresponden a la película que escribe la protagonista, retazos de su propia historia con un tamiz idealizado y romántico, almibarado y contrastante con un presente que está lejos de ese ensueño.

No me pierdo una función en El Cultural San Martín y disfruto de la afluencia de público, ese insondable enigma, al que es tan hermoso descubrir cada noche de sábado y domingo. Más lindo aún es recibir los comentarios que destacan la coctelera de emociones que invita a atravesar la obra, la valentía y la honestidad, con cuestiones tan comunes en la vida como poco representadas en teatro, por caso, la búsqueda de un hijo y los tratamientos cuando la cosa se complica, la desilusión y el dolor, pero también el sueño de formar una familia y los proyectos profesionales de cada uno.

Desde que pusimos en marcha el proyecto conviven en mi la periodista, la autora y la productora (hasta me ocupo de hacer las luces si es necesario). Hace 23 años escribo en Cultura de Ámbito Financiero (fui columnista de varios programas de radio) y en la última década el teatro se convirtió en mi pasión. Me dediqué a entrevistar autores, directores, actores, productores y a ver todo el teatro que me sea posible abarcar, hábito que tengo desde mi adolescencia. Tengo varias obras escritas previas y posteriores a esta, de modo que este presente no es mera contingencia sino que lo percibo como un camino a seguir.

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