Invitamos a la directora Valeria Camino a que nos contara el proceso creativo de la nueva versión de «Verona», la obra de la escritora Claudia Piñeiro que actualmente se presenta los viernes en El Método Kairós y cuya puesta surgió en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático.
Texto: Valeria Camino. Fotos: gentileza prensa.
Verona nace como proyecto final de la carrera de Puesta en Escena de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, EMAD, en el año 2022, siendo el resultado de la conjunción de todos los años de estudio e investigación que he transitado a lo largo de mi camino, tanto académico como profesional. Aparte de la carrera de Puesta en Escena, soy egresada de la carrera de Formación del actor/actriz de la EMAD en 2007 y soy profesora de teatro. Paralelamente, mi experiencia laboral y de formación con directores reconocidos, como Ciro Zorzoli, Ricardo Bartis y Andrea Garrote, me permitió incorporar muchos conocimientos y aprendizajes al proceso de creación de Verona, sobre todo en la dirección de actores. También trabajar actualmente en tres obras como asistente de dirección de Javier Daulte, me permite enriquecer mi formación a la vez que mi propio y personal desarrollo profesional, dando lugar al crecimiento de Verona.

Dos paneles, una bacha, una bañera, un inodoro y un bidet. Un baño anticuado es todo el espacio que se necesita para contar este relato que dura aproximadamente treinta minutos. La casa de Amanda, la madre enferma de Parkinson, de la que sus hijas no quieren hacerse cargo, está tan deteriorada como ella misma. Este baño color magenta, para remarcar el estereotipo mujer, y los azulejos setentosos, en conjunto con el diseño lumínico, producen la intimidad en la que los personajes femeninos se encuentran. Adriana, Gabriela y Cruz, son mujeres realistas pero intensas, marcadas por la dirección de actores en el dinamismo y la fuerza vocal. Cada una es muy distinta de la otra, desde los colores y las texturas de sus vestuarios, hasta sus gestos y sus formas de interpretación.
Verona es una comedia dramática, intimista, sobre la vida de estas mujeres en la que sólo queda lugar para el código de hermandad. Ese diálogo en el que todo está permitido, desde secretos hasta gritos. Es interesante el suceso de Adriana, la protagonista, como mujer que tira el tablero, que se cansa del rol de hija/mujer/madre perfecta: conoce a otro tipo y desea largarlo todo. Ése es el punto de partida que me convoca y saco a relucir, para que todo lo que viene luego se desarrolle a partir de, en contraste y relación con esa situación particular del personaje y su epifanía. Todo es caos, embrollo y desborde emocional, en el que se ven involucradas las tres hermanas de la familia, inclusive el hermano menor, que nunca ingresa al espacio: ya dicho, dominio particular del microcosmos femenino que resalta la obra.

Siempre en mis trabajos aparecen las temáticas de los vínculos familiares, el amor en sus diversas expresiones y formas, la figura de la madre y lo que implica dentro de un esquema familiar determinado, los roles de las feminidades y estereotipos, etc. Estos temas me interpelan a un nivel personal y por eso los elijo como eje de mi trabajo profesional, para mostrar, quizás, todos los matices que podemos encontrar en este no tan acotado mundo de subjetividades frente a temas complejos relacionados, entre otras cosas, a la familia y la identidad personal. Me interesa particularmente trabajar con la diferenciación de personajes y hacer hincapié en el detalle de cada uno, algo que pude desarrollar con satisfacción con los personajes de Verona.
Como en toda intimidad, hay diálogos internos, formas abrumadoras de comunicar, miedos en el decir, opiniones no pedidas, respuestas contundentes. Todo eso está en Verona. Es parte de lo que sucede en ese baño en el que transcurre ésta obra arrolladora. Diálogos con velocidad y silencios incómodos, también acompañan a estos personajes que tratarán de estar lo menos posible en ese baño, para no perderse, tal vez el último, cumpleaños de su mamá.

El dinamismo del texto hace que la comedia aparezca desde el comienzo y se vuelva todo divertido dentro de la miseria humana. Esas hermanas no quieren cuidar de la madre enferma, y tampoco quieren dejar sus rutinas y sus quehaceres. Adriana sale del rol que siempre interpretó como hija/mujer/hermana, para ocuparse de ella misma. Sólo hay excusas y más excusas para no hacerse cargo de “la carga”. ¿Es amor propio o egoísmo? Lo femenino, el patriarcado, la sangre, los taconazos, las lágrimas, y los diálogos pisados, son parte de la puesta. Adriana se está buscando y pide a gritos ayuda a sus hermanas. El poder de esa mujer está visible en la obra y los cambios bruscos que realiza también. Por eso Gabriela y Cruz, sorprendidas de esa nueva mujer que se les presenta, la contienen por momentos y por otros la dejan sola.
Verona habla del amor. Del amor en todas sus formas. Del amor entre hermanxs, del amor de mamá, del amor de pareja y sobre todo del amor hacia una misma. ¿Qué sucede cuando un miembro de la familia no desempeña bien su rol? ¿Qué pasa cuando se rompe con los patrones familiares?
