Entrevistas

Tomás Soko: «Es arriesgado llevar a escena un mundo que tiende a ser invisibilizado»

Tres malabaristas de semáforo están en el centro de “Amista’” creación de Tomás Soko que ya transita su segunda temporada. Desde Todo Teatro dialogamos con el realizador que se encuentra en Francia para conocer un poco más del proceso de la propuesta que se presenta en El Galpón de Guevara.

Texto: Redacción Todo Teatro. Fotos: Maca De Noia.

Amista’, lo invisible también brilla es una ventana a la intimidad de estos artistas callejeros y a todo aquello que los automovilistas y peatones nunca llegarán a ver en la senda peatonal: la lucha por la supervivencia, la obsesión por el juego, la angustia de no ser y el miedo al fracaso. “Nos dimos el tiempo de trabajar el detalle, de tomarnos realmente el tiempo para encontrar un recorrido orgánico y no apresurarnos en cerrar para llegar al estreno. Al fin de cuentas, veo todo lo que descartamos y eso me da la noción de que la búsqueda, técnica, expresiva y coreográfica fue súper amplia”, asegura el director Tomás Soko, quien creó el espectáculo junto a los tres performers: Facundo Muñoz Trovo, Blas Nielsen y Diego González.

-¿Cómo fue esa inmersión total que describís en la realización del proyecto y qué recuerdos tenés de ese proceso creativo?
-Se trató de periodos intensivos fuera de la ciudad, en dos salas diferentes del partido de Escobar, en medio del campo. Primero, nos internamos un mes entero para crear las bases del espectáculo. Y luego en cuatro periodos más, de dos semanas cada uno, trabajamos entre 6 y 7 horas por día. Luego de cada residencia realizamos una presentación a modo de work in progress para testear el material, confrontarlo con el público y sacar nuevas conclusiones sobre la estructura dramática y la sensación de los intérpretes en escena. Todo esto sucedió durante 2021 en plena pandemia. Me resulta fundamental para un proceso creativo poder darse el espacio de perderse, de armar, desarmar, testear hipótesis de trabajo y abrir el material todo lo posible. Eso me da la sensación de que fue una creación donde fuimos bien profundo. 

Tomás es intérprete, director, productor y docente, y su primer unipersonal, “La Ceremonia”, el cual dirigió junto a Gabriel Páez, realizó temporadas en Buenos Aires y giras por América Latina y Europa entre 2016 y 2019. Se formó también en Francia durante tres años en el Centre Des Arts du Cirque Le Lido de Toulouse. Por su parte, Facundo, Diego y Blas son malabaristas de toda la vida y tal como sus personajes, comenzaron en los semáforos y a partir de allí desarrollaron su carrera artística. Facundo es egresado de la Licenciatura de Circo de la UNSAM, Diego se formó en la Escuela Municipal de Artes Urbanas de Rosario y Blas en el laboratorio de Circo Contemporáneo Eureka. Realizar esta obra, significa para ellos poner sobre la escena sus vivencias, sueños y contradicciones de lo que implica trabajar en la calle. El semáforo sigue en sus vidas siempre que la economía lo llame. 

-¿Cómo fue la relación con los intérpretes a la hora de llevar a escena una profesión que en lo concreto ellos desarrollan?
-En un principio, si bien la idea era este escenario de casa okupa con malabaristas de semáforo, yo quería realizar una puesta que esté más emparentada con el movimiento y la danza, no quería ser tan concreto. Luego durante las convivencias empecé a observar cómo se relacionaban, había un juego constante y un vocabulario específico se plasmaba. Vi que había mucha vida ahí, que ellos tenían que ser los personajes. No podía pretender otra cosa, porque el vínculo ya estaba dado de forma orgánica, sólo hacía falta pulirlo y definir las intenciones para llevarlo a escena. Su entrega fue total en todo momento. La emoción que tenían de llevar sus historias al teatro era muy conmovedora, algo así como una necesidad urgente, algo que necesitaba ser contado, vivencias muy extremas a veces, y también de mucha fraternidad. Las dos caras de la moneda nos daban un panorama de múltiples colores que fueron enriqueciendo la pieza. Siempre hubo mucha predisposición para abrir su vida personal, y aportaron un mundo simbólico que terminó engordando el escenario que yo traía. 

-¿Qué pensás de la actualidad teatral porteña?
-Observo que estamos en un momento de transición. Los grandes referentes de la danza y el teatro siguen produciendo cosas maravillosas, y al mismo tiempo las nuevas generaciones, de los 30 años para arriba, comenzamos a plantear nuevas cruces entre los lenguajes. Veo varios colegas en el circuito que están reflexionando desde una nueva base de acción, nos planteamos nuevos abordajes de la escena, nuevos cruces y diálogos entre diferentes lenguajes expresivos. Particularmente, a mí me interesa lo híbrido, cuando la técnica se pone al servicio de una narrativa o de un contexto, desde el movimiento, el texto, la proeza, la música. Veo que hay una indagación cada vez mayor en este arte de frontera, donde necesitamos hablar de diferentes problemáticas y la palabra sola ya no alcanza. Del mundo del que vengo, el circo, siento que hemos avanzado mucho. Un Domingo, el espectáculo del cual formo parte, este año realizó una temporada de seis meses, con funciones sábados y domingos y un promedio de 110 espectadores por función, eso habla de que el lenguaje del circo de autor, contemporáneo, tiene un peso en la escena porteña. El Cervantes abrió por primera vez una convocatoria orientada a todos los lenguajes escénicos, ya no solamente de teatro. 

-¿Qué particularidad creés que tiene esta puesta? 
-Amista’ presenta un universo singular porque justamente se trata de una obra híbrida, el circo, el teatro y el movimiento, se ponen al servicio de un escenario, que tranquilamente podría ser contado desde el texto, pero nosotros quisimos ir más lejos y proponer una vivencia al espectador que le impacte desde múltiples puntos de vista y sentidos: la proeza, la imagen, el texto y fisicalidad. También siento que hay algo muy arriesgado en llevar a escena un mundo que tiende a ser invisibilizado en la calle, que no forma parte del interés cotidiano, pues es algo que se impone en la calle. Pero eso, en esta obra, es la excusa para hablar de un tema mucho más amplio que es la amistad, en todo su abanico de colores. El subtítulo de la búsqueda, «lo invisible también brilla”, forma parte de una reflexión que siento que se instala hoy en día, donde todo lo que durante años ha sido invisibilizado, sobre todo las minorías, hoy tiende a ocupar un lugar en la agenda cultural porque hemos avanzado como sociedad y entendemos que la diversidad es una condición fundamental para integrarnos y avanzar en conjunto. 

«Amista’, lo invisible también brilla» se presenta los domingos de octubre y noviembre a las 20 horas en El Galpón de Guevara, Guevara 326. Entradas en venta por Alternativa Teatral.

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