En diálogo con Todo Teatro, el director cuenta cómo fue trabajar en «Los amigos de las películas», el nuevo proyecto de e interpretado por Carlos Diviesti, que acaba de estrenarse en La Gloria Espacio Teatral.
Por Redacción Todo Teatro. Fotos de Carlos Diviesti.
A partir de un seminario de Dramaturgia Biodramática dictado por Vivi Tellas en la UNA, y del desarrollo del proyecto en el taller de Puesta en Escena de Rubén Szuchmacher y Graciela Schuster, Carlos Diviesti escribió Los amigos de las películas. El desafío que asumió Pehuén Gutiérrez fue dirigir al autor y performer en esta pieza cuyo vínculo biodramático se relaciona directamente con la actividad profesional de Diviesti en sus años como docente en el área de cine y video del Programa Cultural en Barrios del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
-¿Qué fue lo que más te interesó en tu primer acercamiento con el material?
-Fueron varios los aspectos que me interesaron en una primera instancia. Tengo la suerte de conocer obras previas de Carlos y Los amigos de las películas marca un quiebre con respecto a ellas. Rápidamente noté que los procedimientos formales ya no eran los mismos, porque si bien algunos aspectos temáticos sí están relacionados con sus trabajos anteriores, Los amigos… inaugura una nueva etapa en su trabajo dramatúrgico. Entonces, el lugar que la pieza ocupa en la obra del autor, sin dudas, fue un elemento que me atrajo. Por otra parte, los procedimientos captaron mi atención enseguida: que la representación planteada sea una clase, de alguna manera, incorpora a los espectadores a la ficción, les demanda ser los alumnos de este profesor. En definitiva, los interpela directamente en relación a lo que están observando y escuchando. Y esta característica despertó el enigma. Lo primero que me pregunté es cómo se monta esta obra. Y una vez que me hice la pregunta no pude dejar de buscar la respuesta. Otra arista que me interesó desde un comienzo tiene que ver con el universo poético y el drama propiamente dicho que atraviesa Carlos Diviesti a la hora de enfrentarse a sus alumnos. Su pasado, o mejor dicho sus ilusiones del pasado, no lo dejan dictar su seminario de películas Pre Code con total normalidad, pero a pesar de todo, él resiste estoicamente ante el auditorio para compartir sus conocimientos.

-Se trata de una obra de carácter biodramático, ¿qué particularidades presenta esa característica en términos de dirección?
-El hecho de que sea un material de características biográficas, sin duda, le imprime particularidades al trabajo de la dirección. En mi caso, intentaba charlar mucho con Carlos, tanto antes como después de los ensayos, para buscar esos rastros de su biografía que puedan aportar o potenciar mi trabajo. A veces, me encontraba con datos que no tenían una incidencia directa en la obra, pero que me servían para comprender los mecanismos de creación. Y, por otro lado, todo biodrama tiene su cuota de ficción, por lo tanto, hubo una parte del trabajo que no me resultaba del todo novedoso, a pesar de ser la primera vez que me enfrentaba a una pieza de dichas características. En ningún momento se me ocurrió pensar que no debería haber una construcción ficcional por ser un biodrama, más bien todo lo contrario. Es una pieza que exigió construir su forma de actuación, y esa forma de actuación debía incluir la proyección de los fragmentos de las películas, y la característica, muy particular, de que el personaje se llama exactamente igual que el actor y el autor de la pieza.

-¿Qué descubriste del texto durante el trabajo en los ensayos?
-A la hora de enfrentar los ensayos descubrí que estaba ante un texto más complejo de lo que me había figurado con las lecturas. Me refiero a la complejidad del imaginario que despliega. En este aspecto, lo que a la lectura era una pieza de una única dirección, al comenzar los ensayos, se reveló como una obra que se despliega hacia tres lugares distintos. La voz del profesor en un tiempo presente; las proyecciones de las películas (que fueron filmadas hace casi cien años); y los recuerdos de Diviesti que, como todos los recuerdos, tienen sus propias reglas temporales. Entonces, gran parte de la tarea de dirección se trató de, primero, diferenciar las distintas aristas de la pieza, para luego unificarlas en un único discurso escénico que incluya todos los elementos presentes en la obra. Recuerdo particularmente el ensayo en el que, al finalizar, nos miramos y dijimos: “Esta es la obra”. Habíamos alcanzado la forma que buscábamos. Lo que siguió a ese ensayo tuvo que ver con lograr los matices necesarios para que no quedara toda la puesta en un mismo tono.
«Los amigos de las películas» se presenta los sábados a las 16 horas en La Gloria Espacio Teatral, Yatay 890. Las entradas pueden comprarse en Alternativa teatral.