Entrevistas

Sebastián Berenguer: «El teatro es con actores y espectadores de carne y hueso en un mismo sitio»

El director y productor habló con Todo Teatro sobre la actividad en tiempos de pandemia y contó los desafíos de dirigir “Scalabrini Ortiz”, una obra de teatro político que regresa al Teatro Picadero en marzo luego de su temporada en Mar del Plata.

Por Nahuel Roldán. Fotos: Patricio Vegezzi y prensa.

Hace tiempo, Scalabrini Ortiz escribió en su libro «Tierra sin nada» un poema que dice: “Destrucción de vida / quietud de muerte la sostiene / elástico brote de tiempo / la conquista”. El tiempo como un elástico que nos envuelve, que regresa para conquistar el presente. Una historia que no deja de repetirse. Scalabrini lo sabía y ahora también lo sabe el director y productor Sebastián Berenguer, quien asegura: “Sus ideas son actualidad pura. A veces duele, porque te preguntas cómo cometer los mismos errores con los mismos opresores. Pero evidentemente el mundo real es una cinta de Moebius, donde lo bueno y lo malo se repite”. Scalabrini Ortiz es una obra con identidad argentina, que posibilita visualizar el por qué se repite todo.

Alejandra Darín y Pablo Razuk como Mercedes Comaleras y Raúl Scalabrini Ortiz.

¿Cómo nació tu interés por el teatro político?
Tato Pavlovsky y Tadeus Kantor. La lectura de sus textos fueron mi primer acercamiento con el teatro político: El Sr. Galindez, Potestad, La Mueca, Tercero incluido, La Clase Muerta y Wielopole, por nombrar algunas lecturas allá por 1999. Por esos años estudiaba el Profesorado de Artes en Teatro y era parte de un grupo de teatro independiente en Bahía Blanca. Es ahí donde empieza a interesarme lo teatral político histórico y agrego esta palabra “histórico” porque de alguna manera creo que todo teatro es político, pero lo histórico nos permite resucitar, recordar, personajes y momentos trascendentales, imprescindibles, de nuestra propia historia, nos da la posibilidad de interpelarnos.

¿Cómo surgió la idea de dirigir «Scalabrini Ortiz» y qué desafío representó el trabajo con Alejandra Darín y Pablo Razuk?
La idea es de Pablo Razuk. El venía investigando la historia de Raúl Scalabrini Ortiz, conocía alguna que otra anécdota y le resultó muy rico el personaje y todo lo que lo rodeaba. En una primera instancia convoca a Florencia Aroldi para la dramaturgia, quien acepta y empieza a trabajar. Luego me propone la dirección. Yo sin leer el material acepté de antemano, ya que viniendo de Pablo (habíamos trabajado hacia poco en la creación de Germán, una obra inspirada en Germán Abdala) sabía que nos iba a traer grandes emociones. Después conocí a Flor, un encanto de persona, y cuando nos entregó el texto dramático nos voló la cabeza. Teníamos entre manos una obra hermosa. Sumar a Ale Darín fue una pegada enorme, una actriz del carajo, talentosa y excelente compañera. Aportó muchísimas ideas y su experiencia para la creación del espectáculo fue muy importante. Los primeros encuentros fueron al comienzo del 2020, estábamos motivados con el proyecto y enseguida se nos vino la pandemia encima. Nos reinventamos un poco y seguimos conectados por la virtualidad. Luego, en mayo de ese año, fui papá y nos tomamos un tiempo. Al tiempo retomamos el contacto, con lecturas, análisis, todo un trabajo de mesa virtual y ni bien tuvimos la oportunidad de poder vernos presencialmente comenzamos a ensayar. La verdad es que todo el proceso de ensayos fue muy hermoso, con un clima muy bueno, conociéndonos como grupo y enamorándonos de Raúl y Mecha. Hoy te puedo decir que el equipo de trabajo es ideal: Ale, Pablo, Florencia, Caro Peralta (asistente), Chino Novelle (iluminador), Ale Mateo (escenógrafo y vestuarista), Sergio Vainikoff (músico), Pato Vegezzi (diseñador), Mutuverria PR (comunicación)… Con este equipo jugás un mundial.

«Scalabrini Ortiz» de Florencia Aroldi con dirección de Sebastián Berenguer.

¿Considerás actuales las ideas de Scalabrini Ortiz? ¿Con qué nociones te sentís
identificado?

Totalmente. Actualidad pura. A veces duele, porque decís ¿no aprendimos nada en este tiempo? Por eso el teatro es el modo que tiene la historia de tomar conciencia de sí misma. Scalabrini era un imprescindible. Un pensador de esos que andan por la historia dejando huella. Es sencillo sentirse identificado con lo que planteaba porque es básicamente todo lo que está bien para la sociedad argentina. Lo difícil es llevarlo a cabo, ya que vivimos en un país complejo, con personas, personalidades y clases sociales muy distantes. Entonces tratar de vivir como se piensa (como hacia Scalabrini) cuesta mucho. Pero la lucha evolutiva está por allí: en la educación, en la empatía, en tratar de vivir como pensás, en ser solidario y en alejarse de lo destructivo y los detractores.

Sebastián Berenguer se especializa en el teatro político.

¿Qué mirada tenés sobre la reactivación del mundo teatral pospandemia? ¿Creés que cambiaron las lógicas de consumo?
Mientras haya mundo habrá teatro. Porque el teatro es un mundo dentro del propio mundo. Por supuesto que si el mundo se enferma el teatro tiene que descansar, pensarse y reponerse para luego volver resiliente, enérgico, multifacético. La espera fue larga, durante la pandemia se crearon nuevos métodos de comunicación, y lo teatral también fue parte de esto. Lo teatral como acción, como necesidad de teatrar. Los teatristas somos trabajadores del arte con necesidades económicas como todos, pero nos diferenciamos, de algunos trabajos, porque esa necesidad va mas allá a veces de lo económico; es una forma de vida, es una pulsión de vida, de bienestar psíquico. Con respecto a las lógicas de consumo, si, claro que cambiaron, todo el tiempo van cambiando: Zoom, Twitch, Instagram y las que van a venir… Pero el teatro es el teatro y es con actores y espectadores de carne y hueso en un mismo sitio. Esa atmósfera se produce por única vez un día a tal hora y en tal lugar. Es irrepetible. Eso es teatro, todo lo demás, es otra cosa.

La segunda temporada de «Scalabrini Ortiz» se presenta desde el 5 de marzo los sábados a las 17:30 horas en el Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857. Entradas en venta en boletería y Plateanet.

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