La compañia La Gaviota, de Uruguay trae a Buenos Aires su particular visión del clásico de Shakespeare, donde la tragedia se cruza con el humor, el poder y las debilidades humanas. Las funciones serán el 4 y 5 de diciembre en El Tinglado.
Texto: Sandra Commisso. Fotos: gentileza prensa.
La propuesta se presenta como una «versión insolente de Hamlet», de William Shakespeare, una nueva forma de confrontar con las paradojas del poder, la codicia y la fragilidad humana. Los sepultureros, de la compañía uruguaya La Gaviota, sumerge a sus personas en un mundo post-trágico en el que pasado y presente se cruzan, en una suerte de “spin-off” de la tragedia shakespearena, donde se muestra una vez más lo necesario que resulta desenterrar los errores del pasado para evitar repetirlos.
Con dramaturgia y dirección de Rodrigo Spagnuolo, basada en Hamlet de William Shakespeare y protagonizada por Sebastián Silvera Perdomo y Daniel Plada, Los sepultureros tendrá dos funciones el 4 y 5 de diciembre en el teatro El Tinglado.

-¿Cómo y por qué surge la idea de la obra?
–Marisa Spera (gestora y productora): La elección de la obra no es arbitraria. Es una comedia negra de acuerdo a la concepción de Rodrigo Spagnuolo, porque apela al humor, pero también reflexiona sobre el poder, la ambición y la lealtad. Nos encontramos pues con dos personajes «menores» que pueden hablar del poder desde un ángulo subterráneo. Spagnuolo, describe la obra como un spin off, no es solo una adaptación de Hamlet sino algo que sucede después de la tragedia, la idea surge desde otro lado, él quiere mostrar qué pasa con «los fiambres», y qué sucede con esos sepultureros. Es una lectura post trágica con tono grotesco y descarnado. Definitivamente, lo que evidencia la obra es dejar ver qué hacen estos dos miserables pero humanos personajes. ¿Qué es mejor? ¿Salvar la patria o caer en la codicia que hundió al reino? En este punto me encuentro con la frase reveladora del director y dramaturgo de esta entrañable obra: No van a ver solamente a dos personas cavando tumbas, no, ellos son sin lugar a dudas dos verdaderos actores políticos del poder. Van a ver a los que limpian la tragedia política de Hamlet. Y esa es la intención más profunda de hacer esta obra. El director la eligió como punto de partida literario porque esos personajes realizan una mirada crítica, desde abajo tienen el verdadero poder, y es allí donde se manifiesta la intención de la obra. Él la llama «insolente», no la reverencia, el diálogo es de otra forma, habla de lo grotesco, denuncia, interpela. Es un spin-off que mira a Hamlet, no sólo como un drama sino como un legado, lo resucita para pensar el presente.
-De todos los clásicos teatrales, ¿Hamlet es el más clásicos de todos? ¿Cuál es la clave de su vigencia?
–M. S.: De todos los clásicos de Shakespeare, Hamlet es el clásico por excelencia. El más estudiado, versionado, interrogado por filósofos y artistas. ¿Qué es Hamlet? ¿Es una historia de príncipes y reyes? No. Es la historia que nos habla sobre la duda existencial. Tan actual, tan de hoy porque de 400 años atrás a hoy, Hamlet habla del duelo, la muerte, el poder que corrompe, la mentira institucional, habla de lo frágil que son nuestras creencias, de lo que damos por falso y damos por verdadero. Pero también habla de lealtad y del amor como valor primigenio. Si será actual… Hamlet es un clásico vivo y late, y la vigencia de este spin off la encontramos en la genialidad de Rodrigo que no mira a la cara a Hamlet. Él toma a Hamlet para desde allí hacer renacer otra voz: los que limpian. Él mira a los sepultureros, los que juntan los pedazos, los que entierran lo que otros rompieron, los que cargan los muertos de decisiones ajenas, y eso acaso, ¿no es actual? Estamos rodeados de sepultureros, he allí la metáfora de esta historia, estamos rodeados de gente que trabaja con lo que el poder deja roto.Mientras el clásico habla desde arriba, los sepultureros lo hacen desde el barro, y ese es otro látigo contemporáneo, todos queremos saber qué pasa con los sin voz. Porque lo marginal, lo insolente, lo incomodo es necesario, nos esclarece.
-¿Cómo se inscribe Los sepultureros en relación al teatro actual en Uruguay?
–Rodrigo Spagnuolo: Creo que el teatro uruguayo actual vive un momento especialmente saludable: amplio en propuestas, con riesgo e independiente. Y tengo la noción de que la originalidad es un rasgo distintivo en un núcleo muy amplio. Lo cual es coherente con su historia de resistencia, de reivindicación del teatro como espacio de libertad, de conquista expresiva y política. En esa línea, el aporte a las reglas del lenguaje teatral, tiene un valor en sí mismo, al ensanchar la libertad misma del teatro y su público. Y con esa visión Los sepultureros es coherente. De ahí incluso la «insolencia» deliberada a la que hace referencia el título, la utilización de lo antiguo, de lo aparentemente «muerto» para hacer un teatro vivo, que habla del presente. Y de ahí también lo ecléctico, tan rioplatense, que permite atravesar con naturalidad a Shakespeare con el grotesco criollo, la Commedia dell’Arte o la técnica del bufón.

-¿Qué conocen del teatro argentino?
–R.S: Creo que conocemos bastante del teatro argentino. Y en general, el teatrero uruguayo (artistas y público), una de las cosas fundamentales que aprovecha para hacer en una venida a Buenos Aires es ver teatro. Pero también se ve mucho teatro argentino en Montevideo. Alejandro Tantanian, Daniel Veronese, Mauricio Kartun, que va mucho, también a dar charlas, y es muy querido por nosotros (La Vis Cómica la hicimos en nuestro teatro, por nuestra compañia y con dirección de Sebastián -uno de protas de Los sepultureros-). Y nuestra casa, el Teatro Stella, recibe constantemente propuestas argentinas. La última hace unos días, El hombre inesperado, con Germán Palacios.
–¿Qué expectativas tienen con esta obra en Buenos Aires?
-En cuanto a las expectativas que tenemos con la obra en Argentina, primero que nada está la curiosidad, porque pasa un poco como con Suecia y Noruega, como Canadá y Estados Unidos, como Alicia y el espejo, que uno crea también para esa mirada fraterna, partiendo de la idea que las realidades del otro son las mismas que las de uno, con variaciones en el contexto, pero no en lo esencial. Y hay también un acto de dedicatoria, que nos hace anhelar en particular la risa y la emoción del público argentino. Una dedicatoria, digo, porque la obra nace también en gran parte de investigar y observar «con el corazón en un puño» (como decía mi abuela), el presente social y político argentino, así como la locura de esta suerte de clímax de la post verdad y exacerbación de personajes en la que parece inmersa la humanidad. Este momento tan cambalache del siglo, capaz de hacer levantar de la tumba a los mismísimos Julio Sosa y Goyeneche sólo para reversionar juntos aquel tango.
Los Sepultureros tienen dos únicas funciones, el jueves 4 y el viernes 5 de diciembre, a las 21.30, en El Tinglado, Mario Bravo 948. Entradas por Alternativa teatral o la web del teatro.
