Entrevistas

Luciano Castro: «La emoción es lo que me conecta con la gente»

El actor continúa de gira con el unipersonal Caer y Levantarse, en el que encarna a un boxeador, en una historia ficticia basada en una idea del propio intérprete.

Texto: Maxi Curcio. Fotos: Gentileza Productora Team 22

En el premiado unipersonal Caer y Levantarse, Luciano Castro sabe que no es posible fingir: estás o no estás. Solo sobre el escenario, asume el mayor desafío de una carrera que comenzó casi por casualidad, para luego descubrir un deseo inexplicable por expresarse. Poniéndole el cuerpo y la voz al reto artístico que le presentara Mey Scápola, también directora del unipersonal escrito por Patricio Abadi y Nacho Ciatti, el intérprete sabe cómo fundir técnica y emoción en busca de lo real: la conexión.

La obra goza de un gran éxito de crítica y público aunque no fue sencillo obtener el óptimo resultado, confiesa Luciano; el aprendizaje fue brutal, pero valió la pena. Consumando un ritual personal y colectivo, da vida a un personaje honesto, hacedor de esas historias de resiliencia real que, en palabras del protagonista, tanta falta le hace a nuestra escena.

-¿Recordás qué fue lo que te impulsó a actuar por primera vez? ¿Hubo un momento revelador en tu juventud o alguien que marcó especialmente tu camino en los inicios?
-Me acuerdo del programa Jugate Conmigo, cuando tenía diecisiete o dieciocho años. Entré casi por casualidad, a ese mundo que no conocía: cámaras, ensayos, ritmo. Ahí descubrí que subirme a un escenario me daba algo visceral, un deseo inexplicable de expresarme. Después, cuando me ofrecieron roles más formales, alguien como Cris Morena me puso el pie en el acelerador. Ella creyó en mí y me enseñó que esto no era un juego: era un oficio. Ahí entendí que podía construir un camino, y sin querer, me enganché para siempre. Raúl Serrano también fue fundamental para mi vocación y mi carrera, durante el tiempo en que estuve en su estudio, como alumno, pero también como asistente.

-¿Existe algún papel u obra que puedas identificar como un punto de inflexión en tu carrera? ¿Hay alguna obra o personaje que te gustaría volver a interpretar?
-Sí. Uno de esos puntos de inflexión fue Lalola. Fue la primera vez que un rol me exigió versatilidad, comedia, química… y gracias a él gané el Martín Fierro. Me abrió puertas internacionales. Además, siempre hubo personajes que me gustaron más que otros. Hoy me encantaría revisitar a Leo en Valientes, pero con la madurez de hoy, ver qué le puedo aportar desde otra mirada. Pero creo que el trabajo que más me marcó hasta ahora es el que hago hoy en Caer y Levantarse, interpretando a Junior. Creo –sin exagerar– que es el trabajo más importante de mi carrera.

-Caer y Levantarse representa tu debut en formato unipersonal. ¿Cómo fue tu proceso de preparación previo al estreno? ¿Qué papel jugó la intuición a la hora de aceptar este proyecto?
-La idea surgió con Mey Scápola, que me propuso animarme con un unipersonal. Fue un impulso muy intuitivo: supe enseguida que quería ese desafío. El proceso fue intenso: sesiones hombro con hombro con Mey, Nacho y Pato, los autores. Me grababan, desgranaba recuerdos, vivencias mías. Y el aprendizaje fue brutal: entrenar, repasar mil veces, obsesionarme con los detalles para que el texto fluyera y se llenara de cuerpo.

-¿Cómo equilibrás la técnica con la emoción, especialmente en un texto teatral de estas características?
-La técnica la uso como sostén: entrenamiento corporal, vocal, dominio del ritmo. Pero la emoción es lo que me conecta con la gente. En Caer… no podés fingir: estás o no estás. Practico para poder entregarme, estar presente, y dejar que el cuerpo y la voz aparezcan con sinceridad. Ahí es donde se funde técnica y emoción, para que el público lo sienta real.

-¿A qué herramientas recurrís para construir tu personaje? ¿Trabajás más desde la psicología, el cuerpo o el texto?
-Junior es una mezcla de las tres. El cuerpo porque hay que sentir lo que vive un boxeador y estar creíble en el escenario. La psicología porque necesito entrar en su mente, imaginar sus traumas, sus fantasmas. Y el texto me permite atravesar todo eso. Es una construcción corporal, emocional y mental, que es lo más desafiante y lo más lindo del rol.

-¿Qué te atrae particularmente del ámbito boxístico?
-Todo, es algo que mamé de chico: con mi viejo y con mi abuelo, los sábados en el Luna Park. El boxeo me dio disciplina, control emocional, me transformó desde adentro hacia afuera. Me reconectó con un lugar físico, corporal, íntimo. Es una metáfora potente: caer, recibir golpes, volverme a levantar. Y hoy, en el escenario, eso me llega como un ritual personal y colectivo.

-¿Qué lugar ocupa la formación constante en tu carrera, incluso con tantos años de experiencia?
-La formación es el motor que mantuvo todo vivo. Más allá de la experiencia, cada proyecto me desafía: aprender algo nuevo, probar en otro formato, en otro género. Nunca creí que estaba ‘graduado’. Cada desafío me exige volver a estudiarme, formarme, entrenarme. Si dejás de aprender, dejás de crecer.

-¿Qué historias creés que todavía faltan contar en la escena argentina?
-Me parece que hay mucho para explorar en la voz de quienes no tienen voz: trabajadores, migrantes, personajes de la periferia, historias urbanas. Hay dramas cotidianos profundos. Me gustaría ver más dramaturgias sobre resiliencia real, las que te atraviesan, aunque no sean grandes producciones ni tengan grandes elencos, las que tratan sobre vidas que no son épicas pero que son honestas, como la de Caer y Levantarse.

Las próximas funciones de Caer y Levantarse serán en el Teatro Picadero el 30 de julio a las 20; Teatro Maipú de Banfield el 8 de agosto a las 21; Teatro Municipal Coliseo Podestá de La Plata el 22 de agosto a las 20.

Deja un comentario