La prolífica dramaturga presentó semanas atrás en el Teatro Nacional Cervantes su nuevo trabajo, «Flores muertas», donde además oficia de directora. Hablamos con ella de esta novedad, de su acercamiento a la escritura y de los procesos creativos.
Texto: Damián Serviddio. Fotos: gentileza prensa.
«Mi profesión de psicóloga influye muchísimo en la creación de los universos y de los personajes a nivel dramatúrgico. Sobre todo en la impronta vincular que tienen mis obras. Me gusta sondear imaginariamente en personajes que sufren y que por momentos no encuentran la manera de salir adelante, pero lo intentan», analiza Natalia Villamil al comienzo de esta charla, cuando le consultamos cómo su formación como psicóloga influye en la creación y puesta en escena de sus obras teatrales. «Lo que influye también es ser consciente (a modo de mantra) que todo el reservorio creativo parte de la infancia. Eso me lo enseñó el psicoanálisis como terapéutica y lógica de vida, pero también para bucear allí y ver los paisajes más inspiradores de cualquier mundo».
Oriunda de Lobos, Natalia comenzó su formación académica en la capital bonaerense donde se recibió de Licenciada en Psicología en la Universidad Nacional de La Plata. Luego realizó una Maestría en Dramaturgia en la Universidad Nacional de las Artes y estudió con diversos docentes como por ejemplo Ricardo Monti, Lautaro Vilo, Ariel Barchilón, Susana Torres Molina, Laura Yusem, Fernanda Cano, Patricia Digilio, además de estudiar narrativa con Leonardo Oyola. Su madre es una gran inspiración en sus obras y su relación con ella influye en el enfoque artístico y en la construcción de personajes: «Mi madre me contaba historias cuando yo era chica. A veces eran espeluznantes. Ella se crió en un campo, rodeada de cinco hermanos. Eran muy muy humildes. La historia tan clásica como efectiva de la lucha entre ricos y pobres siempre estaba presente. Pero también contaba historias llenas de realismo mágico. No porque ella fuera una madre que te contaba el cuentito así como la abuela de la que habla García Marquez. No, ella te decía: ‘yo no creo, pero por las dudas, nunca se sabe’. Las historias siempre fueron muy creativas. Ella es una mujer creativa. Algún día voy a contar todo sobre mi madre».

-En “Flores muertas” rendís homenaje al universo de Pedro Almodóvar. ¿Qué elementos de su estilo y narrativa te inspiraron para incorporarlos en tu trabajo?
-Quiero decir que fue casi inconsciente la influencia, los guiños, el homenaje y todo lo que la gente recibe e interpreta de la obra. Supongo que por eso es tan genuina, no intenta copiar nada, no intenta homenajear (sin embargo lo hace), no pretende ser algo que no se le despegue a la referencia. Entonces como todo lo que se aborda de manera poco pretenciosa y especulativa, funciona. Luego cuando el universo se empieza a teñir de un autor de referencia o en diálogo con su poética, reconozco y me apropio de a poco, pero como decía muy inconscientemente. Me gusta la fortaleza de las mujeres que a pesar de estar dolidas, desmembradas y desabrochadas del deseo, intentan una y otra vez sobreponerse al dolor, como sea, a veces siendo crueles; otras siendo irónicas. Lo descarnado de los vínculos, a veces endogámicos. También me interesa con relación a los personajes masculinos poder sondear otros universos posibles de varones. Nuevas masculinidades que también sufren, que no se sobreponen con valores masculinos obsoletos y de maltrato. Se sobreponen sufriendo también. El humor trágico me inspiró para abordar la tragedia. El melodrama y lo exacerbado de las actuaciones. La música sobrevolando las escenas y remarcando la atmósfera y los estados.
Con platea completa desde su estreno en la sala Orestes Caviglia, suceso que llevó a la extensión de la temporada en el hermoso teatro nacional de la calle Libertad al 800, esta puesta cuenta con las destacadas actuaciones de Matilde Campilongo, Yanina Gruden, Aldana Illán, Sergio Mayorquin, Juan Tupac Soler y Liliana Weimer. Además de la publicación de su primera novela, Malnacidos, Natalia viene de unos últimos años de intensa actividad teatral -tanto como autora y/o directora- con los estrenos de la ya mencionada Flores muertas, a los que se suman Clandestina, Reina en el Gondo, su versión libre de El Malentendido, Rota, Como vaca mirando un tren y un listado que podríamos seguir detallando un buen rato.

-“Rota” y “Clandestina” abordan temas complejos como la maternidad, la violencia y la marginalidad. ¿Qué te motiva a explorar estas temáticas?
-Siempre me interesa escribir sobre lo que me convoca y de alguna manera me satisface. No sé muy bien por qué me interesan esos mundos y esas temáticas. Si me pongo en modo “escritora” esos universos los siento cercanos, a mano, entro y enseguida encuentro el verosímil. Y si me pongo en modo psicóloga, han sido universos que en la infancia me resultaron movilizadores.
-En la obra “Clandestina” adaptaste una parte de tu novela “Malnacidos”. ¿Cómo fue el proceso para realizar esa transposición?
-Fue complejo porque el monólogo tuvo que recorrer y recortar todo un arco que estaba en una novela. Rodeada de otros personajes y otro mundo. Entonces fue un trabajo medio quirúrgico. Luego, para la puesta en escena, fue otro trabajo para que Belén Blanco tuviera más a mano la forma de decir del personaje. Porque cuando un personaje, viene de la narrativa pierde coloquialidad, hay que ablandarlo y que sea posible de ser dicho. Hacer adaptaciones y versiones es algo que me gusta mucho.
Flores muertas se presenta de jueves a domingos a las 21 horas en el Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815. Entradas por Alternativa Teatral.
