Entrevistas

Miguel Ángel Diani: «La voz del teatro argentino está en el circuito independiente»

El autor, actual presidente de Argentores, analiza la situación de los creadores teatrales en el contexto actual. Y cuenta cómo conjuga la tarea creativa con la gestión.

Texto: Sandra Commisso. Foto: Gentileza M.A.D.

«La recaudación creció, después de la pandemia, el 45 % de la recaudación de Argentores es del teatro (el otro 55 % es del sector audiovisual). En el circuito independiente hay más voces de autores locales pero menos recaudación por ser salas más chicas en cuanto a capacidad. Eso no tiene que ver con la cantidad de público. Es mucha afluencia pero al ser más barata la entrada, resulta esa paradoja», empieza diciendo Miguel Ángel Diani en conversación con Todo Teatro respecto al panorama actual de la cartelera y la afluencia de público.

-En ese contexto, ¿cómo ves la representación de los autores argentinos, clásicos y contemporáneos?
-El movimiento teatral independiente argentino es muy importante y sobre todo en Buenos Aires es gigantesco, único y envidiable en todo el mundo. Hay más de 300 salas funcionando, de distintos tamaños o estilos pero todo eso es gracias a la ayuda del Instituto Nacional de Teatro y de Proteatro, en la Ciudad, Hay como un off del off. La del teatro independiente es una voz libre. Recordemos lo emblemático que fue Teatro Abierto que también colaboró en la formación de esa voz que había estado acallada durante la dictadura. Hoy hay muchas propuestas, algunas muy interesantes. En cuanto al oficial todavía trabajan con lo programado el año pasado, como sucede habitualmente. Y en lo comercial, con capitales privados, hay más mezcla y mucho teatro internacional. Por eso, la voz del teatro argentino está en el circuito independiente, ahí están nuestros autores y autoras.

-Precisamente el sector que más vulnerable está en este momentos, por los recortes.
-Así es porque se lo ve como gasto y no como inversión, y no se termina de entender que lo que mueve un espectáculo es mucho más que una entrada, es todo lo que sucede alrededor: el sector gastronómico principalmente. Hay toda una economía paralela que no está tenida en cuenta cuando se habla de recortar desde el Estado los subsidios. Esto independientemente de lo que significa la cultura en sí misma. Lo mismo sucede con el cine, cuando hay una producción que durante una filmación invierte en hotelería, en comidas, en transporte y un montón de cosas más, Sumado a lo que sucede después como con el teatro. Siempre es una movida más allá del espectáculo. Además de que eso vuelve en impuestos al Estado.

Pero ese intento de quitar subsidios y apoyos, no se trata solo de una cuestión económica, ¿no?
-Yo creo que no, tengo mis serias sospechas que también está ligado a lo que el artista pueda decir arriba de un escenario. Porque la Cultura es contestataria siempre.

Claro, eso ha sido así, históricamente en todo el mundo
-Creo que hay dos cuestiones. Una es la cultura que refleja momentos históricos de un país, el grotesco argentino por ejemplo que es un gran reflejo de un momento histórico particular, muestra una idiosincracia. Pero además, está lo que el artista está diciendo en ese momento y la manera en que expone su mirada sobre ese momento. Y pareciera que hay miedo sobre esa mirada. Y recortar a la educación y cultura apunta a eso, a no querer escuchar.

Y a no aceptar posibles críticas.
-Tal cual. Hoy es la realidad que estamos viviendo. Este país es tan cambiante que yo confío en que va a pasar.

Está muy vinculado con políticas similares en otros lugares del mundo, como una tendencia muy de este presente.
-Así parece aunque acá estamos a la derecha de la derecha. Incluso mucha gente que apostó por un cambio, está arrepintiéndose porque se sintió perjudicada. Acá, en Argentores que nació como una mutual, nos está costando seguir bancando esa esencia, en la asistencia médica, en pensiones que benefician a los autores en sus distintos momentos de su vida. Esta es una entidad de 114 años de existencia y si nos pasa a nosotros, no me imagino a una familia de clase media que tiene que afrontar gastos impensados.

Viendo en perspectiva histórica, es en momentos críticos, justamente cuando la cultura adquiere más peso y relevancia por esa voz que muestra lo que está pasando y termina siendo un registro de época.
-Sin duda. Y eso despierta mayor avidez por leer, escuchar música, ir al teatro porque es donde uno siente que no está tan loco, es algo que está pasando realmente. Es donde se da la comunión.

Es cuando resulta más necesario es momento de encuentro, cuando más la gente se vuelca a lo cultural, a encontrar alguna respuesta o a hacer catarsis simplemente.
-Y por eso después de una función uno necesita comentarlo con alguien, siempre, intercambiar opiniones. Incluso cuando no te guste lo que viste. Es un cable a tierra muy necesario.

Es justamente lo contrario a lo que quieran que suceda: es
-Se ataca a las sociedades de gestión, precisamente, porque les molesta la solidaridad, lo comunitario. Apelan al sálvese quien pueda. Y eso te hace perder como persona.

-Entidades como Argentores cumplen un rol fundamental en momentos como éste.
-Argentores tiene convenios con sociedad de autores de todo el mundo, los llamamos los representados y son unos 50 mil en todo el mundo, acá en Argentina reúne a unos 5.000, activos y retirados. Algunos autores, cuando ya no lo convocan para escribir, si no tienen herencia, si no están casados o casadas con alguien que vive de otra cosa y si no les fue muy bien en su carrera, después de los 60 y pico, la pasan mal. El trabajo es muy irregular y por eso, el valor de este tiempo de entidades mutuales. Sumado a un sentido de pertenencia. Nosotros no vivimos del Estado, no recibimos ni un peso. El derecho de autor es un porcentaje que está incluido en el precio de la entrada, porque es el reconocimiento a su trabajo.

Quién llama es la obra que ahora está en El Tinglado ¿Cómo congeniás el trabajo creativo con la gestión?.
-Mis dos amores son la gestión y la creación. En Argentores trabajo desde 2004 y hace diez años estoy en la presidencia. Gestionar también es una tarea creativa, tenés que pensar cómo seguir adelante con un montón de cosas. Es pensar en lo social , en cómo darle lo mejor a nuestro colectivo. Y en el tiempo que me queda, escribo. Y lo hago mucho con el celular.

¿Con el teléfono? ¿Te resulta cómodo?
-Me acostumbré, mejor dicho me mal acostumbré porque siempre estoy con las cervicales complicadas.

¿Hay temas recurrentes o te interesa en particular algo últimamente?
-Me interesa mucho el grotesco, en el caso de Quién llama, la obra que está en cartel ahora, se trata de un neogrotesco, se cuenta con humor pero con un costado trágico. Admiro muchos a quienes lo han transitado maravillosamente como Tito Cossa, Griselda Gambaro, Ricardo Talesnik, Carlos Gorostiza. Intento ir por ese lado. En la obra hay alusiones al tema de la mecanización y la Inteligencia Artifical que atentan contra los puestos laborales. Por otro lado, se plantea hasta dónde una persona puede soportar ciertas situaciones, que son esas pequeñas luchas cotidianas, Y siempre mezclado con los vínculos humanos. Creo que en la familia está todo. Lo positivo y lo negativo, la base de todo. En la obra también aparece el tema Malvinas.

Todas cuestiones con mucha identidad argentina, como los autores que nombraste.
-Si, muy representativos en su manera de contar una historia. Esta obra la escribí terminando la pandemia, y justo ahora está muy presente esto de la inteligencia artificial.

El arte siempre se adelanta, ¿no?
-Creo que es una de las cosas más identificatorias del arte, el adelantarse a la realidad. Pasa con los clásicos. Hay un pensamiento que dice que ya todo está escrito y que lo que varía es el modo de narrarlo, cómo lo contás. Y por otra parte, también se dice que cada autor escribe durante toda su vida sobre lo msimo, pero que va cambiando la manera de hacerlo.

Y el riesgo también.
-Sin dudas, es parte intrínseca del hecho artístico. Cualquier disparador mínimo sirve para contar algo, para generar una historia. Ya tengo quince obras teatrales editadas y otras que estoy escribiendo. En realidad, empecé como actor en la escuela de Carlos Gandolfo, después empecé a escribir unipersonales porque yo quería actuar, Luego vino una etapa donde escribí mucho para la televisión, en los ’90. Ya más ligado a la gestión, empecé más con el teatro.

-¿Qué te aporta el teatro, en relación a otros lenguajes?
-El teatro es un lugar que siento que es mío, escribo lo que quiero, nadie es mi juez, salvo yo mismo, sobre todo en el teatro independiente. En la tele, el trabajo del autor está más acotado a un plan de producción. El teatro genera una identidad, más allá de los gustos, que lo hace tan particular. Y puede hacerse con autogestión. En parte por eso sigue en pie, desde hace milenios. En ese sentido, el teatro tiene vida propia.

Quién llama, dirigida por Daniel Dalmaroni tiene funciones los viernes a las 20 en El Tinglado, Mario Bravo 948. Desde junio, se presentará en el Teatro Estudio de La Plata. Entradas por Alternativa Teatral.

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