Entrevistas

Suavecita: viaje a un submundo de magia y sordidez

La obra protagonizada por Camila Peralta y escrita y dirigida por Martín Bontempo es uno de los fenómenos de la cartelera actual, con una historia provocadora y desafiante. Se presenta en la sala Caras y Caretas 2037.

Texto: Muriel Mahdjoubian. Fotos: gentileza prensa.

Camila Peralta, actriz y Martín Bontempo, autor y director son los responsables de Suavecita, uno de los sucesos más recientes del teatro independiente. Ambos habían estudiado teatro con Cristina Banegas y trabajaron juntos en La piel entre el 2016. Varios años más tarde se reencontraron y surgió este proyecto que ya se convirtió en fenómeno, con funciones en la sala Caras y Caretas. En Suavecita, Camila Peralta interpreta a una mujer que descubre un don para curar a pacientes graves. Y lo ejerce en un hospital público del conurbano, con el objetivo de ganar dinero para mantener a su hija. En ese contexto, lo mágico y lo más mundano se cruzan con un resultado que no deja indiferente a nadie.

-¿Por qué piensan que Suavecita causa tanta repercusión en el público?
Martín: Creo que suceden dos cosas fundamentales, lo primero es el trabajo que hace Camila, todo su despliegue, lo que demuestra en el escenario y cómo se compromete con el personaje. Y lo segundo, es la singularidad de la historia. Lo que estamos contando es buenísimo y es original. Creo que al público le termina de cerrar ese combo. Convergen un montón de factores que hacen que el espectáculo sea elegido entre muchos dentro de este contexto, donde la gente no tiene para ir todas las semanas al teatro. Estamos muy agradecidos y funciona cien por ciento el boca en boca, al mes de reestrenar ya empezamos a agotar todas las funciones.

Camila: Para mí también pasa porque el público presencia el nacimiento de un mito. Es un personaje único que a su vez está pegado a toda una marginalidad de la sociedad, esa conjunción es muy potente. Nosotros metemos al público en la obra, yo los miro y les digo: “Ahora estoy rodeada de gente, hay alguien que grita es un mito viviente”, de repente el público asiste a la creación de un mito. De un mito falso porque estamos haciendo ficción. Siento que algo de eso hace que la gente salga con una emoción especial.

-¿De dónde nace la idea?
Martín: No hubo al preciso, fue una sucesión de momentos de búsqueda, Además, sí es un montón de uniones de elementos, situaciones y de procesos de escritura. En este caso, originariamente, eran dos personajes, pero después con el correr del tiempo mientras estaba en ese proceso apareció una persona en un tren que cuando la vi me llamó mucho la atención. Era una enfermera, pero estaba vestida de una manera muy exuberante. Y el personaje que yo estaba escribiendo era enfermera y ahí me pregunté, ¿y si no es enfermera, pero hace un trabajo de salud?

-¿Cómo se plantearon el despliegue del personaje en relación con todo lo que sucede hoy en día en cuanto al movimiento feminista y otras cuestiones que están en debate?
Martín: Los miedos iban por ese lado, precisamente. Sentía que había un momento social en relación al rol de la mujer y de la labor que hacen las prostitutas y yo tenía ese personaje y no quería que se la juzgara. Sin embargo, esa duda se fue sorteando con el correr del tiempo. Le mostré el material a otros amigos y dieron buenas y nutrientes devoluciones, eso me ayudó a que ganara confianza en la idea que por más que sea absurda, se anclaba en algo profundo y verdadero.

Camila: Nosotros no estamos respondiendo a esas preguntas en la obra .No decimos esto está bien, esto está mal. Solo decimos lo que está pasando. La obra te invita a un viaje singular al que se entra o no. Cuando leí el texto me encantó y enseguida le dije a Martín que la quería hacer, pero el tema era cómo la hacíamos. Era difícil, porque el texto escrito lo podía hacer de millones de maneras. Y si nosotros tomamos la decisión de ser más explícitos por ahí alejaba muchísimo a la gente y no se permitía contar la historia.

-¿Creen que es muy provocadora la obra?
Camila: Es provocadora, pero te invita a ser visita porque no te va a dejar afuera, no es una obra de denuncia. Tiene un cuentito, que se está contando, que es lindo seguir y tenes un personaje que te cae bien, porque es muy buena mina. No la juzgamos.

Martín: Incomodar es parte de lo que el teatro se propuso desde que el teatro existe. Siempre se propuso mostrar una supuesta verdad para que el espectador haga una catarsis con eso. Creo que lo provocador es la pregunta que te deja, la que te hace pensar qué harías en esa situación ¿Qué pasa si realmente existe esa persona y tenés la posibilidad de contactarla y te garantiza que sana al familiar que tenés enfermo. ¿Dejarías que haga ese trabajo para que lo sane? Lo que me interesa a mí, es ver cuántas preguntas se hace el espectador en función de lo que le pasa.

-¿Cómo sienten que encaja esta historia en esta era de mujeres empoderadas?
Camila: Para mí, la obra crítica a un tipo que la está usando porque ella necesita dinero para mantener a su hija y creo que queda más que clara esa postura. No queremos a ese tipo, no lo queremos nosotros como creadores, no lo quiere Suavecita y no lo quiere la gente. Y a mí hay algo que me gusta mucho y es que no hay un cuestionamiento sobre el trabajo sexual. Para mí era importante que quede claro eso. Conozco del tema porque hice obras con amigas que son prostitutas y estoy del lado de ellas y deberían haber leyes que las amparen.

Martín: La obra es un retrato de muchas hostilidades que pasan las personas que trabajan con su cuerpo. Nosotros dos tenemos una postura, que no nos interesa que sea obvia dentro de la obra, creo que está clara cuál es. Más allá de si es necesario enfatizar o no, no es algo que puntualmente me interesa. No nos estamos cuestionando el trabajo de una trabajadora sexual, nos estamos cuestionando el abuso de poder, de cómo la marginalidad en una sociedad te lleva a tener que dedicarte a ese tipo de cosas que te exponen y además, de cómo el sistema de salud está corrompido. Hay un montón de pequeñas cosas en la obra que aparecen y reflejan la cruda realidad.

-¿Cómo fue la experiencia de hacer la obra en la cárcel de mujeres de Ezeiza?
Martín: Increíble todo. Una de las internas se acercó a decirme que no le había causado gracia la obra porque ella había estado metida en un ambiente parecido al de Suavecita. Intenté sacarle un poco de información y ella simplemente me hablaba de cómo los médicos consumen prostitución. Me contó que trabajaba en una empresa de productos médicos y ella regenteaba a un montón de chicas en un departamento al lado de una clínica y que atendían exclusivamente a doctores y enfermeros. Y ella estaba presa en ese momento por ese motivo.

Camila: Fue el año pasado en octubre , en un ciclo que organizan en la cárcel Laura Sbdar y Valeria Casielles. Para mí fue espectacular, fue la primera vez que salíamos a hacer la obra a otro lado. La hicimos como en un cuarto grande en dónde había un par de tachos de luz y nada más, pero fue espectacular. Ellas estaban muertas de risa. Era como actuar en el colegio, estaban todas sentadas en sillitas de plásticos alrededor mío y me gritaban de todo. Al finalizar la función me vinieron a abrazar.

-¿Pudiste dormir la noche anterior?
Camila: No, dormí mal, casi me muero. Tenía miedo, principalmente de caerles mal. Al principio yo estaba sentada atrás de un biombo que habíamos llevado y ellas pasaban por lugares donde me veían. Yo no podía estar oculta, porque no había dónde. Pasaban y me gritaban “tiene todo el pelo chamuscado igual que nosotras«. Fue una gran experiencia mientras hacía la obra, me pasaban policías caminando y por momentos algunas se levantaban y se movían hasta que en un momento dejaron de hacerlo y entraron en la obra.

Martín: Estábamos en un contexto que no era el mejor para hacer teatro, sabíamos a qué estábamos yendo. A mí me sorprendió el poder de la obra, que en ese lugar horrible y con menos elementos que lo que teníamos, la historia pudo contarse, trascender e impactar. Algo de este momento me entusiasmó mucho, más allá del contexto en el que estábamos que era terrible. La situación fue incómoda, y no la pasé bien. Tuvimos que pasar por las máquinas, nos palparon y nos revisaron todo.

-¿Como fue el proceso de ensayos?
Camila: Yo fui a los ensayos con casi toda la letra sabida. Empezamos a probar y había una didascalia que describía al personaje como un mujer muy exuberante, y muy plantada, la antítesis de alguien suave. Comenzamos a probar con esa idea.

Martín: Lo más importante que yo quería probar era el primer momento de Suavecita cuando se encontraba con la situación de tener que atender a una persona que estaba a punto de morir. Esa premisa me parecía que era divertida para comenzar a ensayar.

-¿Cómo te sentís cuando ves la sala repleta de gente?
Camila: Para mí fue un gran salto, es la primera vez que hago un unipersonal. La verdad es que me emociona mucho, por momentos no entiendo nada. Para mí es muy importante como actriz el trabajo de todo el equipo porque a mí me daba mucho miedo estar sola en el escenario, y que esté la música, las luces y que de repente mi cuerpo se mueva al son de todo eso, me hace sentir más segura y más acompañada.

Suavecita tiene funciones viernes y sábados a las 20 horas en Caras y Caretas 2037, Sarmiento 2037. Entradas por Alternativa Teatral.

Deja un comentario