Detrás de escena

Balance 2023 positivo, con aluvión de espectadores a pesar de la crisis

La actividad teatral registró cifras mejores a las de los años previos a la pandemia, según los datos de AADET. Cómo se perfila en panorama para el 2024, con más superproducciones y figuras en todos los circuitos.

Texto: Sandra Commisso, Fotos: gentileza prensa.

Como en una montaña rusa imparable, la actividad teatral viene padeciendo los vaivenes de la realidad, tanto en la Argentina como en otros países del mundo. En 2020, las consecuencias de la pandemia pegaron fuerte sobre el sector, generando un parate histórico que puso a productores, artistas y público, en jaque. En 2021, comenzó el complicado proceso de remontar la actividad que fue mostrando mejoría al año siguiente. Y que, en este 2023, acorralado por crisis social, inflación y elecciones, logró repuntar casi milagrosamente.

Según los datos publicados por AADET (Asociación Argentina de Empresarios Teatrales), hasta noviembre pasado, el número de espectadores había superado los 2,8 millones de espectadores, el mayor número de los últimos siente años, con un incremento de un 44% con respecto a 2022.

Los números hablan de una cantidad de espectadores promedio por función como la mas elevada de los últimos cinco años, con un crecimiento exponencial, algo que se pudo comprobar en cualquier recorrida por los distintos circuitos que felizmente veían largas filas en las entradas de los teatros y anunciaban localidades agotadas.

En este convulsionado 2023 hubo de todo y para todos: desde musicales de gran despliegue, caras conocidas y artistas revelación, dramas clásicos, comedias familiares, producciones internacionales y muchas otras propuestas colmaron la cartelera porteña tanto del teatro oficial como el comercial y el circuito independiente. No faltó la calidad ni las novedades pero además se mantuvieron en cartel decenas de obras que, por el boca en boca, siguen convocando a miles de espectadores.

Estas cifras que parecen ir a contracorriente de la realidad económica cada vez más ajustada, siguen demostrando la enorme capacidad creativa que tiene el teatro argentino, con un público ávido y curioso que, entre otras cosas, posiciona a Buenos Aires como la tercera ciudad más importante del mundo en lo que a la actividad se refiere, siguiendo por detrás a Londres y a Nueva York y, ubicándose como la primera de habla hispana.

Para el productor Sebastián Blutrach, actual presidente de AADET, este fenómeno tiene una hipótesis. «Después de la pandemia, haber vuelto a una actividad normalizada es casi un triunfo. Y creo que hay varias causas que podrían explicarlo. En principio, una gran apuesta de los productores, la presencia de figuras que siempre traccionan mucho y, en un análisis un poco más social, esa necesidad de disfrute inmediato que ha generado la pospandemia», dice.

Pero también, según analiza el productor, el hecho de que, en plena crisis, el dinero solo alcanza para algunas cosas, siempre en relación a cierto segmento social que puede acceder a este tipo de espectáculos, «y un bien durable es mucho más difícil de comprar que la posibilidad de acceder al entretenimiento». Y agrega: «Esto sumado a esta necesidad de satisfacción que comentaba y por supuesto, a que hay muy buen teatro, y a que nuestra sociedad tiene una idiosincracia teatral muy fuerte. Eso es como un privilegio para quienes hacemos teatro».

La maravillosa Piaf, con Elena Roger, estuvo entre las más elegidas del año, tanto como Toostsie, la versión encabezada por Nico Vázquez del famoso personaje que encarnara Dustin Hoffman en cine. A ellas se sumaron un doblete del grupo Piel de Lava, con su ya clásico Petróleo y lo nuevo, Parlamento; otro doblete de Gabriel Chamé Buendia y su compañía con Othelo y Medida por medida: el fenómeno musical de Matilda; dos Cyranos: uno con dirección del francés Alexis Michalik (cuya obra Edmond fue elegida para reabrir el Teatro Alvear) y otro, protagonizada por Gabriel Puma Goity. A eso se le sumó la esperadísima versión teatral de Casados con hijos que arrasó en la taquilla.

Pero hubo muchísimo más: durante todo el 2023, el público pudo ver perlitas como Una, de Giampaolo Samá y Miriam Odorico; El brote, de Emiliano Dionisi y Roberto Peloni; Lo que el río hace, de las hermanas Paula y María Marull; Suavecita, con Camila Peralta; La última sesión de Freud, con Luis Machín, además de Lorca, el teatro bajo la arena, con María Inés Sancerni y Animal humano de Guillermo Cacace y Jorgelina Aruzzi. También Imprenteros, el premiado biodrama de Lorena Vega que festejó cinco años.

Y hubo importantes visitas como la de Héctor Alterio, en su despedida de los escenarios porteños a sus 93 años; la de José Sacristán con Señora de rojo sobre fondo gris; y un sorprendente y brillante Juan Diego Botto con Una noche sin luna, su especial recreación de Federico García Lorca. Ya cerrando el año, la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España trajo al Teatro San Martín, una versión de La vida es sueño realizada por el británico Declan Donnellan, solo por nombras algunas de las decenas de obras que hacen de la cartelera porteña una de las más variadas y ricas del mundo.

El panorama para 2024 es una incógnita, ya que aún no se pueden preveer las consecuencias que el nuevo panorama político traerá a la actividad. Por lo pronto, hay muchos estrenos y reestrenos listos para brillar en la cartelera y recibir al público. Sea lo que sea que pase, el teatro, como toda todo el ámbito cultural, será más que nunca, un espacio de encuentro al cual ir a refugiarse.

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