Entrevistas

Gabriel Chamé Buendia: «El clown está más cerca de Shakespeare que el realismo psicológico»

Luego de diez años de éxito con «Othelo», el director presenta una nueva versión de un texto de William Shakespeare:»Medida por medida», con el mismo equipo de artistas. Enfocado en el humor del clown, la obra habla sobre la corrupción, el poder, su abuso político y sexual, entre otros temas que no pierden vigencia. Se puede ver en el Teatro Sarmiento, del Complejo Teatral Buenos Aires.

Texto: Sandra Commisso. Foto: prensa CTBA.

La versión de Othelo que Gabriel Chamé Buendia presentó durante diez años llevaba como subtítulo «termina mal«, un spoiler que, lejos de delatar el final por todos conocido, generaba más curiosidad y una sensación previa de ironía que predisponía a disfrutar del espectáculo. Ahora, el director volvió a reunir al equipo que forman Matías Bassi, Nicolás Gentile, Elvira Gómez, Agustín Soler y Marilyn Petito para hacer otro clásico del dramaturgo inglés: Medida por medida. En este caso, lo que avisa es: «la culpa es tuya«, abriendo el paraguas a lo que será una trama de corrupción y degradación social que tiene una inquietante actualidad, como todo lo que escribió Shakespeare.

-¿Por qué una obra de Shakespeare para intervenir con clown?
-Yo no siento que intervenga una obra de Shakespeare con clown, yo siento que hago una obra de Shakespeare y que tengo un lenguaje, un oficio y mi manera de hacerla que es esta. Yo lo que quiero hacer es Shakespeare desde un punto de vista que tiene sentido del humor, que es teatro físico, lleno de poesía. Lo más importante es que, en mi lenguaje, parecería que es una locura hacer Shakespeare y en realidad estoy más cercano que otros lenguajes más actuales. El lenguaje más antiguo del payaso, del humor y lo corporal tiene más cercanía con Shakespeare que el realismo psicológico. No es tanto una ruptura si no que van de la mano. Y ya en la época de Shakespeare había mezcla entre drama y comedia y él era un hombre muy inteligente que sabía cómo popularizar sus obras a la vez que mostraba una intelectualidad filosófica muy profunda. Este tipo de lenguaje clownesco, o como sea que lo llamemos, es milenario y permite acercarse a la gente, al pueblo. Y al mismo tiempo tener una posibilidad poética. Al ser argentino, en mi caso, me pierdo de acercarme a hacer Shakespeare en la poética de su idioma original. Pero intervengo poéticamente con el cuerpo y así sigo manteniendo el lenguaje poético shakespiriano que es lo que él ofrece. En sus obras siempre hay un argumento muy práctico pero en sus formas tiene una poética verbal. Como no puedo hacerlo con la rítmica original inglesa, respetando las imágenes poéticas del texto, todo se apoya con el clown que le guiña el ojo al público. Shakespeare ya tenía mucho que ver con el clown. En su época, el que más puso la palabra clown es él mismo. Por eso el clown está más cerca de Shakespeare que el realismo psicológico.

-Después de Othelo, llegó Medida por medida, ¿por qué esta obra ahora?
-Siempre la elección de una obra es confusa, nunca se sabe bien porqué se la elige. Vas trabajando, vas viendo. En un momento estaba entre Medida por medida y El mercader de Venecia, que son dos obras que yo quería hacer juntas. No me animé porque no sabía si me iba a dar el cuerpo y sobre todo, porque no sabía si la gente iba a aguantar cuatro o cinco horas de espectáculo. Uno va avanzando con sus dificultades de producción con las obras que se van eligiendo, ha habido otras que intenté hacer como Rey Lear o Timón de Atenas y no lo logré, habiéndolas traducido y adaptado. Pero no las pude seguir por distintas cuestiones. En Europa hice otra, que no se vio acá que es Cimbelino, de la que haré el montaje en la Argentina en algún momento. Entonces aparece Medida por medida que tiene una actualidad impresionante, una cercanía absoluta hablando de la corrupción, de la ley, de la compasión, de la rigidez del poder, de la corrupción del poder y de la corrupción del pueblo y sobre todo del abuso del poder, desde lo político y desde lo sexual. Esta vez no me apliqué a una tragedia sino a una comedia amarga como en esta. Haciéndola es impresionante ver cómo es un espejo de nuestra época.

-¿Cómo son las etapas hasta llegar al estreno?
-Son largas siempre. Empiezo con un pequeño sueño, con un rumor en mi cabeza que me dice tal obra es interesante, la busco, la leo, la dejo, vuelo a leerla, a veces hasta siete u ocho veces y voy viendo de a poco cuál me gusta más, paso por una, paso por otra. Hasta que llega el momento de la decisión, hacerla es un proceso que significa en primer lugar, qué tipo de producción plantea. En este caso fue muy interesante que fuera el Teatro San Martín. La etapa de producción específicamente dura mucho, es muy lenta y pesada, es ir viendo cómo te vas metiendo, cómo estás en contacto con su rítmica en español, viendo con qué actores voy a trabajar, quién va a hacer cada personaje, y si hace más de uno, imaginar cómo sería el paso de uno a otro. Todo eso lo imagino en mi trabajo de traducción y adaptación. Eso lleva al menos medio año. Y finalmente, ensayar. Y ahí llego con el texto escrito y muchas ideas que propongo al grupo y se profundizan en los personajes. Es buscar con el cuerpo las acciones dramáticas, las cómicas, los gags, y aparecen chistes o tonterías que guardo. Y armo una composición física de todo eso, que lleva otros seis meses más. En ese final es un trabajo muy minucioso. Digo que armo como tres partituras: la textual, la del gag físico y otra, con los objetos con lo que trabajo mucho. El objeto es un actor muy simple, que cumple, no te cobra, no te discute, no se queja y te da una libertad fuera de lo común.

-Es un largo recorrido,
-Es mucho tiempo y luego muchas horas de ensayo y trabajo, es arduo pero es lo que me gusta y lo que me hace feliz. Yo no sabría qué hacer de mi vida si no ensayo.

-Solés trabajar con el mismo grupo desde hace años, o al menos con gran parte de él, ¿cómo es esa dinámica?
-Hay muchas pautas, una principal es la de producción y otra, es la del gusto y el placer de seguir compartiendo con la misma gente. Me sentí muy confiado de trabajar con este elenco en el nivel de exigencia que yo tengo. Sé que exijo mucho, que es una demanda muy alta para el actor o la actriz, entonces posiblemente si no tenés mucha confianza, no funciona. Me dio gran alegría y hay mucho amor entre ellos y conmigo también. Siempre decimos antes de empezar, cuidémonos, tratemos de no pelearnos, de pasarla bien. Y la verdad es que la pasamos muy bien, con momentos de dificultad como en todo grupo humano pero en esos casos, se charla, como debe ser en un gran equipo. Y en esta sociedad tan moral donde hay que estar atentos a qué se dice y cómo se dice, y en el teatro que es un espacio de mucho apasionamiento y de errores también, poder charlar y disculparse si hace falta y seguir adelante, es un lujo y vale la pena.

-Finalmente, llega el contacto con el público que cierra el círculo y completa todo el trabajo.
-Así es. Trabajo no sólo para el público argentino sino también para el público de afuera, de España, Francia, Alemania, de toda Latinoamérica, lo hago desde muy chico y me encanta, Entonces, desde el punto de vista de la producción, contar con un equipo así también me permite eso. A pesar de que la obra es un lenguaje argentino, con códigos argentinos, pueden llegar a un público mucho más amplio también, mostrando nuestra cultura dentro de Shakespeare. El haber hecho Othelo antes, da cierta continuidad, como si fueran distintas etapas. No sé si esto es eterno, más bien lo veo como un artista que genera su trabajo siempre en equipo de acuerdo a distintos momentos. Yo aprendí mucho del cine, de Ingmar Bergman, Pedro Almodóvar, Woody Allen que tienen etapas en las que trabajan con un equipo, repiten y luego cambian. Así se dan contactos que se profundizan porque lo que hacemos no es teatro comercial, que busca estrellas que corten tickets, lo que me parece genial y ojalá tuviéramos esa suerte, si no la idea es que un artista está haciendo de espejo de mi trabajo y por eso está bueno profundizar.

«Medida por medida» tiene funciones de jueves a domingos, a las 20, en el Teatro Sarmiento, Av. Sarmiento 2715. Entradas, desde $2000. Espectáculo sugerido para mayores de 13 años.

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