Entrevistas

María Marull y Paula Marull: «Queríamos que el río entrara al teatro»

En «Lo que el río hace», las hermanas escribieron, dirigen e interpretan el mismo personaje, como un homenaje a su padre. La obra ya cosechó decenas de premios y ahora se presenta en el Astros.

Texto: Muriel Mahdjoubian. Fotos: Carlos Furman.

Las hermanas Marull son protagonistas de algo único en el mundo teatral: María y Paula escriben, dirigen y actúan, muchas veces en roles complementarios, en distintas obras. Pero con Lo que el río hace, la dupla unió personalidades y hacen todo juntas: escribieron el texto, dirigieron a la par y en el escenario, se intercalan para interpretar al mismo personaje. Las acompañan en escena, en el Astros, William Prociuk, Mónica Raiola, Mariano Saborido y Débora Zanolli.

¿Cómo surgió la idea de interpretar al mismo personaje ?
Paula: Cuando nos convocaron del San Martín, donde la obra tuvo dos exitosas temporadas, para que hiciéramos algo juntas, nos dieron mucha libertad y nosotras hacía tiempo queríamos utilizar el parecido físico para algo poético y teatral. Fuimos descubriendo el procedimiento de las Amelias mientras escribíamos.

María: Cómo será que nos fundimos en un solo personaje que para los Premios ACE estamos nominadas las dos como mejor actriz protagónica. Para mí es hermoso porque esa fusión es lo que buscamos.

¿Imaginaron este gran recorrido que tuvo la obra?
Paula: La verdad que no, es una sorpresa diaria. En general nunca solemos pensar mucho en el resultado. No hacemos foco en eso, porque sino estaríamos muy presionadas y nos alejaríamos de lo que queremos contar. La obra fue creciendo de a poco. El gran desafío fue dirigir y actuar al mismo tiempo. Fue una hermosa sorpresa que haya sido tan bien recibida en el San Martín, otra sorpresa aún más grande que nos ofrecieran una segunda temporada, los premios y nominaciones, y para coronar, estar ahora en el Astros.

María: Nunca nos imaginamos todo esto y lo más sorprendente es lo que le pasa a la gente con la obra. El otro día una señora en una guardia médica se acercó y me dijo que había visto la obra tres veces. Produce mucha emoción, la gente nos devuelve mucha gratitud. Nos dejan muchos mensajes personas que no conocemos, pero creo que es porque conectan mucho con la obra. Recibir tanta emoción de parte del público es único.

¿Por qué creen que se conmueve tanto el público?
Paula: Creo que se identifican, es una historia pequeña que tiene que ver mucho con la nuestra, con nuestro papá, con Esquina, en Corrientes, que es el lugar de nuestra infancia. De chicas fuimos mucho y de grandes también seguimos yendo. Pienso que a través de esta historia pequeña se tocan temas más universales como el tiempo, cómo estamos utilizando el tiempo, como a veces nos desdibujamos y necesitamos reencontrarnos con lo que fuimos. Habla de temas que están en el inconsciente colectivo de todos. La gran mayoría estamos atravesados por este mundo que vivimos, que nos exige estar en ocho lados al mismo tiempo, tener que ser la madre, esposa y profesional perfecta. Y de repente, uno siente que el público también se sube un rato al barco y se conectan, se identifican con eso, se conmueven y además se ríen mucho, y reírse es hermoso.

¿Cómo llevaron a cabo el proceso de dirección?
María: Hubo que encontrar la dinámica de este material particular. Lo primero que hicimos fue tratar de montar las escenas independientemente de quién fuera la que actuaba. Al comienzo nos pusimos más en el rol de directoras para que se arme la historia. Nos llevó bastante tiempo entender cómo era el recorrido de cada una de las Amelias. Fue todo un reto. Teníamos el desafío de fundirnos en un mismo personaje construido por las dos.

Paula: Si, es un montón los tres roles, sobre todo dirigir y actuar porque cuando escribimos lo hacemos con libertad. Pero sí, fue un gran desafío dirigir y estar en escena. Nosotras somos directoras que nos gusta mucho acompañar el proceso de la obra. Porque después crece con el público y la mirada del director desde la cabina. Todas las primeras funciones filmamos. Ahora lo hacemos una vez por semana.

-¿Por qué está situada en Esquina, Corrientes?
Paula: Porque es un lugar donde sucedió nuestra infancia, tenemos amigos que son como familia, muchos de ellos ya vinieron a vernos. Hay varios nombres que son reales como el de Dora Leguizamón, que es la dueña del hotel y nos vino a ver. Tiene bastante de autobiográfico porque nuestro papá vivió en Esquina, luego de separarse de nuestra mamá. Nosotras somos de Rosario y cuando vivíamos allá, íbamos todos los veranos a Esquina. Él era un poco como se ve reflejado en la obra, muy rústico. Disfrutamos un montón, bailamos en la comparsa y también teníamos tiempo: el de la infancia, el de observar y el de impregnarse de imágenes.

María: Él era de Rosario, fue de casualidad a Esquina y se enamoró del pueblo, de su gente, y se instaló a vivir ahí. Yo creo que ese lugar nos quedó tan grabado a fuego porque nuestro papá se gastó la vida, la disfrutó a pleno, estaba lleno de amigos, hacían asado, tocaban la guitarra y cuando era carnaval nos llevaba en el acoplado de un camión de un amigo y tiraba bombitas de agua, armaban campeonato de vóley, nos íbamos de campamento, nosotras ahí teníamos mucha libertad.

¿La obra es un homenaje a su padre?
María y Paula: Si

María: El se llamaba Jorge Luis pero todos lo conocían como Roque. De alguna manera, es un homenaje, pero no lo planteamos así cuando empezamos a escribir la obra. El material nos fue llevando y lo dejamos correr para ahí, como el río. Todo está atravesado por la presencia de nuestro padre. Es una línea importante la del padre porque Amelia, la protagonista, se reconcilia con él aunque ya no esté, lo hace a través de los recuerdos y de alguna manera también nos pasa eso. Los días en que tenemos función es como si se diera un reencuentro con él y con Esquina.

Paula: Quizás cuando nuestro papá murió nos dimos cuenta que la gran herencia que nos dejó, entre otras cosas, es ese pueblo y esas vivencias. Y sin saberlo le hacemos un homenaje a papá.

María: Por otra parte, nuestra mamá no aparece en la obra pero no podríamos hacerla sin ella. Existe en la vida real y nos ayuda muchísimo con nuestras hijas. Es incondicional. Nos cuida siempre y fue ella quien nos sostuvo. Vivíamos con ella en Rosario, trabajaba de sol a sol, nos llevaba y traía a todos lados. Es muy compañera.

-¿Suelen ir a ver teatro?
Paula: Si, ahora se nos dificulta un poco por una cuestión de tiempo, pero siempre que podemos, vamos. Además hay tantas cosas lindas que están dando…

María: Hay tanto para ver y la verdad es que a mí me pasa lo mismo, me gustaría tener más tiempo para poder ir a ver más. Nos gusta mucho ver teatro.

-¿Qué significa el río para ustedes?
Paula: El río es una referencia. Nosotras vivimos más en Rosario que en Esquina, pero en Rosario teníamos al Paraná a una cuadra. Crecimos mirando el río, es como parte de nuestra identidad.

María: Sí es una referencia, donde posamos los ojos y vemos pasar los camalotes, escuchamos su sonido, vemos el reflejo del sol y de la luna en el agua y además Esquina tiene un atardecer espectacular porque el sol baja en el río y ves el agua brillar. Nosotras queríamos que el río entrara al teatro. Cuando estábamos escribiendo la obra no pensamos cómo la íbamos a montar, porque sino no íbamos a poder escribir. Al personaje de Amelia se le da vuelta la lancha y tiene que nadar. Y el teatro tiene ese encanto de hacer magia, con un plástico negro en movimiento, ya tenés el río.

Paula: Con poco se hace mucho, para nosotras lo artesanal y lo mágico son el corazón del teatro. El público lo siente muy real. Muchas veces nos dicen que es como si se fueran de viaje a Esquina, que sintieron como que los hubieran picado los mosquitos o llegaron a percibir el olor del río.

-¿Cuáles son sus proyectos?
María: Nos invitaron a participar en Uruguay de un homenaje que le van hacer a Gabriel García Márquez y a su novela, Cien años de soledad, donde un montón de autores de otros países y uruguayos conformamos un material que se llama, Cien momentos de soledad. Nosotras enviamos nuestro material y se hará en Uruguay en octubre. Además estamos escribiendo una novela juntas, pero mucho más no podemos adelantar.

Paula: También continúa La Pilarcita en cartel y el año que viene se cumplirán diez años de su estreno. Y además tenemos algunos proyectos de obras nuevas para el año que viene.

-¿Cómo ven el teatro luego de la pandemia?
Paula: Para mí el teatro está en un momento bárbaro.

María: Veo que la gente tiene mucha necesidad de sentir cosas, de vivir experiencias, de dejar un rato el teléfono y ver un cuerpo al que le está pasando algo. En la pandemia se había puesto en duda qué iba a pasar con el teatro, yo creo que no va a morir nunca, al contrario revivió con mucha fuerza. Es un espacio de mucha resistencia a la tecnología, al celular, a la chatura, a que todo dure dos minutos. Porque para ver una obra de teatro tenés que dejar el teléfono, disponerte a estar sentado una hora y pico, compartir, y no sólo con los actores, sino también con los demás espectadores. Hoy en día vamos aislándonos cada vez más porque todo lo podés hacer desde tu celular. Ya no te ves mucho, te comunicas por celular, y el teatro es todo lo opuesto. Es un ritual que por suerte, lejos de apagarse, está cada vez está más encendido.

-Antonio Tarragó Ros musicalizó la obra, ¿cómo fue esa experiencia?
Paula: Lo de Antonio fue milagroso, siempre lo admiramos, y para nosotras es un prócer. Nuestro padre cantaba sus canciones . Cuando tuvimos la primera reunión con la gente del San Martín, estábamos re nerviosas, llegamos 20 minutos antes y fuimos a tomar un café al bar de la esquina para pensar, ver qué íbamos a decir y qué proyecto podíamos presentar. Antes de entrar al teatro veo a alguien con una boina y enseguida me di cuenta que era Tarragó, lo corremos con María, lo abordamos y le contamos que éramos fanáticas de su música y él nos dice que había ido al dentista, y eso que nos contó lo humanizó un poco porque para nosotras era como ver a un semidios. Le dijimos que en nuestra primera obra usamos una canción suya, y nos intercambiamos los números de teléfono y entramos a la reunión. Finalmente se concretó lo del San Martín y nos dijeron que armemos el equipo y teníamos la posibilidad de convocar a un músico, le preguntamos a él y le encantó la idea.

María: Y nos compuso especialmente el tema, Lo que el río hace y la letra la hicimos nosotras junto con él . Y toda la otra música que suena en la obra es de él. Está muy feliz con la obra y está nominado también a los premios ACE por música original. está muy presente. Fue milagroso todo lo que paso con él porque de otra manera, tal vez nunca nos hubiéramos animado a llamarlo.

Paula: Antonio nos hace acordar mucho a nuestro papá, habla igual, tiene los mismos gestos, incluso gente que lo conocía a papá a veces nos pregunta, si el que canta es nuestro papá. Y él, cuando vino a ver la obra, se conmovió un montón y nos dijo que en la obra pudo ver a nuestro padre, a pesar de que él no lo conocía, y que también vio al suyo. Fue re lindo y todo lo que pasó desde que lo cruzamos ese día de la primera reunión hasta hoy, fue muy mágico.

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